viernes. 19.04.2024

Sofonisba Anguissola, la primera pintora renacentista de renombre

Fue muy estimada en la coyuntura que le tocó vivir. Miguel Ángel y el flamenco Anton van Dyck quedaron asombrados con sus pinturas, y el historiador del arte, arquitecto, pintor y biógrafo Giorgio Vassari la tuvo en cuenta.

En los mitos griegos, las musas gozaban del sueño divino al ser su naturaleza la que inspiraba las artes, la música, las ciencias, el teatro y la poesía. Hijas de Mnemósine, que personificaba la memoria, y de Zeus, cada una respondía -al ser caracterizada en pinturas o esculturas-, con cualidades, particularidades y posturas distintas y aparentemente contrarias, dependiendo de la materia estética, cultural o científica a la que se hallaban agrupadas. Así, a todo el mundo se le posibilitaba diferenciarlas; su ceremonial lo tenían en  el Museion (gr, Μουσεῖον), el altar de las musas.

El arte tiene género, y acoso sexual

Sin embargo, ¿significa algo que una creación la haya efectuado una mujer o un hombre? Lo que sí es cierto, o al menos verosímil, es que el arte tiene género, y acoso sexual. Nos lo dice la historia y cuando, además, esta sigue imperturbable. Un buen ejercicio de memoria es intentar expresar diez nombres afamados de mujeres artistas y cuyas producciones puedan verse en nuestras pinacotecas. El juego puede llegar a complicarse si nos remontamos a los siglos XX o XIX: serán unas famosas desconocidas. 

Hace tres décadas, Guerrilla Girls, (Nueva York, 1985), grupo feminista de artistas, estaba seguro de que las mujeres, solo en el escogido Metropolitan Museum of Art, representaban el 85% en los desnudos, mientras que las artistas únicamente protagonizaban, sin llegar, el 5% de las creaciones. Siempre ha interesado limitar a las mujeres artistas, a pesar de que ellas nunca han podido dedicar su vida entera a la profesión de la pintura como la gran mayoría de los hombres, no porque esa haya sido su opción, sino por su dedicación a la familia y por las convenciones sociales. Por otra parte, en un mundo organizado y regido por el hombre, las pintoras de clase social humilde han estado siempre abocadas al ostracismo por su falta de recursos espaciales -taller, tiempo- y económicos, el valor del material -pinceles, óleos, aprendizajes-.

El oficio de la pintura únicamente podía desempeñarse, en cuanto a las mujeres, por hijas de otros artistas o por ser de familias de la nobleza

Ignoro si ha habido algún cambio en la proporción artistas masculinos frente a mujeres artistas en nuestro Museo del Prado, desde que saltó a la Prensa el desequilibrio absorbente en 2012 en cuanto a los fondos: solo un 0,56% de los cuadros son de mujeres artistas. Y para las exposiciones al público, con la misma referencia de ese año, de los mil ciento cincuenta cuadros, solo tres tuvieron autoría femenina, y los tres son de Sofonisba Anguissola . Esta misoginia cultural puede explicarse porque el oficio de la pintura únicamente podía desempeñarse, en cuanto a las mujeres, por hijas de otros artistas o por ser de familias de la nobleza, pero de ninguna manera con una dedicación de expertas. Asimismo, otra cortapisa era la del estilo, el modo y la forma, debido a que las mujeres tenían vetado examinar a los modelos sin artificio. Con las estampas fotográficas y naturalezas muertas no había problema. Y, sin embargo, las que se distinguieron fue por su novedad, invención y propia personalidad, de tal manera que muchas de las obras que pintaron se atribuyeron a hombres artistas. 

Sofonisba Anguissola (Cremona, circa 1532 - Palermo, 1625)

Entre siete hermanos y solo uno de ellos varón, fue la hija mayor de Amilcare Anguissola -perteneciente a la nobleza baja, sin rentas, de Génova- y de Bianca Ponzone, miembro de una importante familia. Durante cuatro generaciones precedentes, el linaje conservó un gran nexo con la ciudad antigua de Cartago, y su historia. No hay más que fijarse en los nombres de su descendencia. En el caso que nos ocupa, el de Sofonisba, como la protagonista cartaginesa, la princesa Sofonisba, que, para no marchar en Roma como una rehén más, fue envenenada; su padre, ya lo sabemos, se llamaba Amilcare, como Amílcar, hijo del gran estratega el general Aníbal; o el de su único hermano varón llamado Asdrúbal, como el yerno de Amílcar Barca. Y así y todo, Sofonisba Anguissola, la primera pintora renacentista de renombre, fue muy estimada en la coyuntura que le tocó vivir. Miguel Ángel y el flamenco Anton van Dyck quedaron asombrados con sus pinturas, y el historiador del arte, arquitecto, pintor y biógrafo Giorgio Vassari la tuvo en cuenta.

No podía ser de otra manera cuando su creación contribuyó a las más apreciadas galerías, ejemplo de la de Fulvio Orsini. Sin embargo, el tiempo, que por una parte hace justicia, a veces, también es el más cruel ejecutor de la desidia, del olvido y del avasallamiento caprichoso, pues a la muerte de la cremonesa su obra cayó en el arrinconamiento y, aún peor, en el desconocimiento de su firma: sus trabajos fueron cedidos a Alonso Sánchez Coello, a Giovanni Battista Moroni, e incluso, según el coleccionista Sir Herbert Cook, a Anton van Dick, sin dejar de lado a Zurbarán, Tiziano y el retratista holandés Antonio Moro, entre otros. 
 

Sofonisba Anguissola, la primera pintora renacentista de renombre
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