viernes. 19.04.2024

El Dr. Enrique Diego-Madrazo y Azcona, el profeta de tristes pensamientos cuya obra enamora. Y II.

El cirujano pasiego era un regeneracionista, un renovador de la sociedad española, que escarbaba escudriñando en la recuperación de nuestro origen.

La Universidad española hace casi siglo y medio, teniendo Diego-Madrazo (Vega de Pas, 1850 - Santander, 1942) su primera experiencia como docente, apreciaba unos caminos pedagógicos y didácticos muy distantes a los de este catedrático de Patología Quirúrgica. Lejanos, pero muy dominantes e intolerantes. El ilustre pasiego se había dispuesto en la arena educativa con eminente atracción, interesándose por los pedagogos renovadores Pestalozzi, Froëbel, Montessori, Herbart, Dewey o Rousseau, y -desde comienzos del siglo XX, en sus proyectos, obras y publicaciones en la prensa- destacó en su empeño por el imperativo de cambiar las personas y la convivencia de los españoles con el punto de arranque de un hondo progreso educativo. Su ilusión siempre fue grande.

Sin embargo, no fue esta experiencia suya -como ya hemos dicho en otras ocasiones, Entretantomagazine (20-X-2013), (27-X-2013) y (10-XI-2013)- solamente hipotética y teórica. Hizo que ese mecanismo que proyectó empezase a funcionar. Comenzó a realizarse e inició sus actividades en sus escuelas de Vega de Pas en donde aún se conservan las ruinas. Es la culminación, después de la construcción de sus dos sanatorios -en Vega de Pas y en Santander- de este importante y apreciable soñador al que le desbordaban las realidades con pasión fascinante.

En el pensamiento e idea de Diego-Madrazo, la educación y la formación jugaron una medida importante y capital en su tarea de renovación del Estado

Motivado por el convencimiento de la transformación de la enseñanza de la infancia y sin haber descuidado nunca sus contactos alemanes -que no se limitaban a la medicina-, nacen las escuelas públicas y laicas de Vega de Pas en 1910. Libertad, amor, respeto a los hombres y a las cosas, estudio de la naturaleza -veinticuatro microscopios escolares-, piscina, comedores comunes, no discriminación de sexos, talleres ocupacionales orientados, alegría, aprendizaje mediante la curiosidad del niño..., demostrando el ilustre pasiego una formidable vigilancia por la necesidad de saberes, ciencia y formación educativa que considera él en la ingente generalidad de la profesión de maestro en su tiempo, y por eso intenta mejorar los métodos de enseñanza posibilitando la germinación de futuros maestros para su Escuela Modelo La Vega, becándoles en Alemania y Bélgica.

Aunque alejado veintiséis años de la enseñanza oficial, siempre vivió preocupado de este problema, y sus escuelas -que tuvieron una corta existencia- estaban inspiradas en principios progresistas y avanzados, y pensadas para ofrecer una educación integral. Comprende, desde el comienzo, que hay que emprender una honda reforma, afectando a todos los niveles educativos, levantando a la escuela española de su miseria de siglos. Para ello, el laboratorio más idóneo iban a ser sus escuelas, donde procuró presentar la conveniencia de los avances punteros en educación, uniendo los saberes con el estudio directo en medio del mundo natural, y destacando una idea muy aventajada de los criterios y didácticas pedagógicas, coherentes con los movimientos surgidos en Europa:

(...) El Profesorado español de primera, segunda y tercera enseñanza, en conjunto, no se respeta ni sabe hacerse respetar. Sin alientos de nueva vida, vive en letargo profundo.

Diego-Madrazo, E. (1919). "La experimentación, ley fundamental de la Pedagogía". En Conferencias dadas en el Ateneo de Madrid págs. 117-182. Madrid: Imp. de G. Hernández y Galo Sáez.

El cirujano pasiego era un regeneracionista, un renovador de la sociedad española, que escarbaba escudriñando en la recuperación de nuestro origen, y hallaba en la armadura de cualquier institución atascos y dificultades suficientes para el soberano e independiente impulso de los seres humanos, colectividades y grupos sociales. Por eso, en el pensamiento e idea de Diego-Madrazo, la educación y la formación jugaron una medida importante y capital en su tarea de renovación del Estado, la revelación y el testimonio de un hondo e intenso alcance que leía en la patria su inadaptación y desidia para poner en valor unas instituciones y organismos educativos que pudiesen asumir esa corrección y mejora de nuestra especie.

A partir de sus estudios vividos en primera persona y de sus conocimientos vividos en la práctica pudo posar su teoría del conocimiento

De la misma forma que para la gran parte de los regeneracionistas de comienzos del siglo XX -Joaquín Costa, Macías Picavea, Santiago Alba, Damián Isern o Vital Fité, entre bastantes otros-, la educación se cristalizó en una suerte de batalla insustituible y necesaria para aventajar las diferencias y desajuste social, cultural y económico de España con los países con más progreso. Sin embargo, la intención de transformar España solo eran edificaciones de pensadores y teóricos sin resonancia política; con la excepción de Diego-Madrazo. Este, por su longevidad y su empeño, logró durante toda su dilatada vida llegar a molestar -sin ser su intención- a todos los poderes, sin cejar en cada intento e inalterablemente.

No divagó en el campo educativo, como tampoco en el médico y quirúrgico. Estuvo atento con ¿El pueblo español ha muerto? (1903), insistiendo con Cultivo de la especie humana: Herencia y educación, Ideal de la vida (1904). A partir de sus estudios vividos en primera persona y de sus conocimientos vividos en la práctica pudo posar su teoría del conocimiento y decidir su situación frente a las categorías de las reglas pedagógicas atávicas y arcaicas y a los sistemas educativos en que la religión era decisiva, como los avalistas encargados del retardamiento e inmadurez de la nación. Y a sus sesenta y ocho años concluye la organización inicial de su sistema de educación con Introducción a una Ley de Instrucción Pública (1918):

El ideal de belleza, precursor del superhombre, está en el hijo de la selección hereditaria.

Vivimos en una sociedad repleta de iniquidades y rebeldía. La instrucción disipará la inquietud, haciéndonos justos y piadosos.

Diego-Madrazo, E. (1918). "I Necesidad imperiosa de una Ley de Instrucción Pública". En Introducción a una Ley de Instrucción Pública, págs. 5-11. Madrid: Imprenta de los Sucesores de Hernando.

El Dr. Enrique Diego-Madrazo y Azcona, el profeta de tristes pensamientos cuya obra...
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