viernes. 19.04.2024

Indulto e insulto

Sin llegar a lo soez ni alcanzar la inconveniencia de la calumnia, los adjetivos calificativos descalifican la intención del presidente de llegar a la inmunidad de rebaño del verano inmunizando también a los líderes del procés.

España limita al norte con el indulto y al sur con el insulto. Por el este sigue saliendo el sol que más calienta. Y por el oeste sigue poniéndose la pica en Flandes de ese sol recién abierto por vacaciones desde el 7 de junio.

Quiso el caprichoso castellano distinguir indulto de insulto con un delicado intercambio de  consonantes. Pero lo cierto es que el país de Pedro Sánchez responde a su arriesgado indulto a los políticos independentistas catalanes con un generalizado insulto. Yo indulto, tú insultas. La opinión pública se independiza de los independentistas y, a falta de análisis-demoscópicos–no-del-CIS, clama contra ese indulto que provoca el insulto. Sin llegar a lo soez ni alcanzar la inconveniencia de la calumnia, los adjetivos calificativos descalifican la intención del presidente de llegar a la inmunidad de rebaño del verano inmunizando también a los líderes del procés.

La alta política siempre ha desatado las bajas pasiones

Durante 41 años (1977-2018) los españoles añoramos un presidente del gobierno que hablase inglés. Ahora tenemos uno trilingüe (español, francés e inglés) que, sin embargo, no encuentra el idioma preciso para explicar por qué nos conviene indultar a Junqueras, Forcadell, Turull y compañía.

La alta política siempre ha desatado las bajas pasiones. Quienes entendieron que en octubre de 2017 se quiso extraer sin anestesia la muela del juicio catalana de la dentadura patria, se han citado en Colón el día 13 de junio. No cabe confundirles con los colonos nacionalistas, ni provienen del extrarradio de las colonias federalistas, pero colonizan mayoritariamente ese sentimiento, casi un presentimiento, contrario al indulto.

Clarasó nos dejó dicho y escrito que el cuerpo, si se le trata bien, te  dura toda la vida. El cuerpo electoral también. Y Sánchez lo sabe.

Indulto e insulto
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