martes. 23.04.2024

Amancio y Marciano

Lejos de comprarse un sombrero en Zara y quitárselo públicamente ante don Amancio, la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública se ha despachado a gusto contra la donación.

Ya lo dejó dicho en 1863 el canciller Otto Von Bismarck: “España es indestructible, los españoles llevan siglos intentándolo y no lo han conseguido”. Mientras los administradores del dinero público pasan uno tras otro por la cárcel, el hombre más rico de España, Amancio Ortega, dona 320 millones de euros de su dinero privado para combatir el cáncer y todavía le critican.

Cierto que esos 320 millones son calderilla para el máximo accionista de Industria de Diseño Textil (Inditex), propietaria de Zara, Massimo Dutti, Bershka o Stradivarius. Suma casi 160.000 empleados en  todo el mundo y gana dinero a espuertas. El donante tan hipócrita e hispanamente rechazado fundó en 1975 su primera tienda Zara en La Coruña. Y es el ejemplo universal y universitario del emprendedor de éxito.

Mientras se promueven monumentos a perfectos mediocres, don Amancio Ortega carece de él

Lejos de comprarse un sombrero en Zara y quitárselo públicamente ante don Amancio, la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública se ha despachado a gusto contra la donación. Su portavoz, Marciano Sánchez, ha dejado dicho lo siguiente: “Parece poco serio que una persona rica financie la sanidad”. Leído despacio, se entiende la coherencia de elegir un portavoz llamado Marciano.

Otro de los marcianos argumentos del portavoz de esta Federación recuerda que “no nos gusta vivir de limosnas, sino del pago de impuestos”. Hubo en los años 60 y 70 un extremo del Real Madrid, también gallego de La Coruña, llamado Amancio. Tenía tal habilidad para destrozar las defensas rivales que bautizó la expresión popular “hacerlas como Amancio”.

Pues eso, don Marciano. Que Amancio Ortega las siga haciendo como Amancio. Y que los usuarios que representa con sus marcianos argumentos sigan protestando. Siempre hay un roto para un descosido. Grandezas de nuestra democracia cuarentona. Incluso frente al octogenario emperador de lo textil. Mientras se promueven monumentos a perfectos mediocres, don Amancio Ortega carece de él.

Quizás estén aguardando a que se lo financie a sí mismo. A ver qué dice Marciano.

Amancio y Marciano
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