jueves. 28.03.2024

Sobre el control de la propia lengua

Cuando alguien diga algo de alguien, tanto si es bueno, tanto si es malo, más si es malo, piensa si eso te compete a ti o no.

¿Debe el ser humano para vivir y sobrevivir de forma correcta, tener un autocontrol de su propia lengua, de su propio lenguaje, de lo que dice y no dice? ¿La prudencia en la lengua es una de las necesidades más imperiosas para el orden social y moral correcto? ¿La lengua, como antiguamente decían, hace más daño que la espada? ¿Al final, los discursos, no positivos, ni buenos moralmente, es la base de multitud de sufrimientos y violencias...?

De cuántos males nos evitaríamos por la utilización correcta de la lengua, de lo que hablamos, de lo que decimos, de lo que sugerimos, de lo que pensamos y que al final terminaremos creyendo, y posiblemente hablando.

El autocontrol correcto de la propia lengua-lenguaje-palabras es absolutamente necesario, para el orden social correcto, sea con uno mismo, sea en la familia, sea en los lugares de trabajo, etc.

No tomes por débil al que no habla de nadie, porque está demostrando que es el más fuerte y con más personalidad

A cuántas personas se le ha quitado la fama o el honor, y se le ha producido un mal que ha durado durante lustros o décadas, o ha sido esencial para el desarrollo de esa persona a la que se le ha achacado algo, sea cierto o no, a media o completamente...

Aunque un acto sea incorrecto, hecho por uno mismo, no te gusta que todo el mundo lo alardee y lo pregone, pues lo mismo si ese acto ha sido realizado por otra persona, si no te compete, según la ley y según la correcta moralidad, tú no tienes necesidad de pregonarlo y publicitarlo.

Por otro lado, errores que hoy cometen otras personas, no podemos negar que sean errores, pero quizás dentro de unos lustros caigas tú en los mismos, o personas muy cercanas a ti. Entonces, no te gustarán que otros te quiten tu fama y tu honor, a ti o a tus próximos.

Hablan del otro, cuando real o supuestamente ha hecho algo malo o negativo, pero no dicen nada cuándo han hecho algo bueno o positivo.

No tomes por débil al que no habla de nadie, porque está demostrando que es el más fuerte y con más personalidad.

Tú no pregonas de ti, tus propios errores, cuándo eres consciente de ellos, por tanto, tampoco debes hablar de los errores de los demás.

Los antiguos hablaban que al decir algo hay que tener en cuenta: primero, lo que se dice, segundo, cómo se dice, tercero, para qué se dice o los fines o intereses, cuarto, el tiempo o el lugar o las circunstancias en que se expresa o dice.

Aunque no te creas todo lo que digan de los demás, tenlo en cuenta, y analízalo y compáralo

Además si es necesario decir eso o no es necesario decirlo, segundo, si a ti te compete indicar o expresar eso, según el ejercicio de tu deber o autoridad o no, tercero, si incluso siendo cierto o verdadero un hecho y por tanto, dicha indicación si es conveniente expresarla o no, si cuarto, es necesario expresarlo que lo sepa todo el mundo, o solo la autoridad que le compete, etc.

También si algo que se expresa-enuncia-habla está en armonía con la verdad y con la bondad y con el bien. Lo que vas a decir o indicar aumenta el bien y la bondad, además de que sea verdad o por el contrario lo disminuye.

Cuando alguien diga algo de alguien, tanto si es bueno, tanto si es malo, más si es malo, piensa si eso te compete a ti o no.

En segundo lugar, si según tus criterios, eso es verdad o no lo es.

Tercero, si el que está expresando esa afirmación o negación, por qué lo hace ahora y por qué no se calla, por qué te lo dice a ti, ahora y no te lo ha dicho antes, o qué intereses puede llevar.

Cuarto, piensa que en todo juicio, hay que oír las dos partes o las varias partes en ese negocio o cuestión, porque en un supuesto caso, habría que oír a la otra persona.

Quinto, aunque no te creas todo lo que digan de los demás, tenlo en cuenta, y analízalo y compáralo con otras cosas que hayas visto o te hayan sucedido, porque malo es hablar mal de alguien, pero también es malo, que nadie te avise del mal de otra persona, porque puedes caer en las redes de ella, por lo cual debes ser muy prudente, muy prudente en lo que crees de personas y de ideas, muy prudente en el juzgar, muy prudente en pensar en la bondad de los otros, muy prudente en pensar en la maldad de los otros...

Uno siente que hay poca prudencia en los medios de comunicación, en la vida normal y rutinaria social

No olvides que hay personas que tienen una gran capacidad de oratoria, incluso de erudición, de manipulación con las formas, con el lenguaje oral y el lenguaje gestual, y van engañando y mintiendo a unos y a otros, según sus intereses, y muchas veces, sucede, que incluso personas de menos moralidad, son tenidas como personas de una alta moralidad..., incluso mejores que otras de más alto nivel moral y ético, de mayor bondad y bien...

No hables de nadie, a no ser como necesidad legal y moral imprescindible, porque si hablas de otro, en ausencia, el que te está escuchando dirá, con razón, si ahora habla de alguien que no está, quién me demuestra a mí, que no hablará de mí, cuándo yo no esté.

Los que tienen el trabajo o la vocación de la escritura, que es otra forma de hablar, y además quedar impreso de alguna manera, tienen que ser más prudentes y buscar mayor verdad y bondad en las afirmaciones, porque sus palabras grabadas en audio o en video o en papel o en tinta, pueden permanecer durante siglos o días, y pueden influir a muchas personas. Podríamos decir, que los intelectuales, escritores, pensadores, filósofos, teólogos, científicos sociales han hecho mucho bien a la sociedad y a la humanidad, pero también han sido la fuente de muchos males.

Porque muchas veces, no han tenido mesura-prudencia-racionalidad-verdad-bondad en sus palabras. Incluso un enunciado que sea necesario indicarlo, sea verdadero, hay que indicarlo con mesura-prudencia-racionalidad-mansedumbre. Puede que la otra persona se haya equivocado, en sus ideas o en sus actos, pero también merece la misericordia-piedad de los demás, y de uno mismo.

Hoy, uno siente que hay poca prudencia en los medios de comunicación, en la vida normal y rutinaria social, en multitud de ámbitos en los que nos movemos y existimos. Hoy como nunca se necesita "la guarda de la lengua", en el concepto tradicional de siglos. 

Intenta no hablar mal de nada, ni de nadie, a no ser que sea absolutamente necesario, y si tienes que hacer una crítica de alguien, hazlo en el tribunal que corresponde, por imperativo legal o imperativo absolutamente moral.

No hables con ira y cólera, porque causarás más mal que bien, por mucha verdad que creas expresar.

Cada uno será juzgado por la lengua, demasiadas veces, cuando alguien tiene que decir y expresar una verdad

Trata al inferior jerárquico con respeto, porque no olvidará fácilmente tus palabras, si se siente herido. No critiques al superior sin absoluta necesidad, no critiques al superior, sino solo al hecho, si es absolutamente necesario y en el lugar y persona correcta, pero tampoco adules al superior, que es una manera de minusvalorarlo.

Mira si te compete a ti hablar de esa cuestión o no, mira con mucha prudencia no criticar al de abajo, ni al de al lado, ni al de arriba, si no es absolutamente necesario, por imperativo legal o imperativo moral, o por defensa propia, en absoluta necesidad.

De todas formas, muchas veces, no sabrás nunca de las consecuencias del hablar y de las consecuencias del silencio de no hablar. Esto es un terreno que es un misterio. El no hablar evita muchos problemas, pero el no hablar nunca, quizás pueda ser tomado por muchos como debilidad. El hablar mucho de los otros y más si es malo, casi siempre trae enormes problemas y males, por lo general, para ti y para los demás. Como siempre la prudencia tiene que ir unida a la verdad y la bondad y la necesidad... Y como en todo hay que esperar...

No caigas sobretodo en la murmuración, en el juicio temerario, en el que va diciendo y hablando de unos y de otros, etc.

Para terminar, deberíamos indicar, la antigua máxima, que "ha matado más personas la lengua y las palabras, que la espada". Si no es absoluta y totalmente necesario, no toques la fama y el honor de los demás, no sabes lo que tú harías en sus mismas circunstancias y situación, no sabes todas las variables de los hechos y los actos de las demás personas. Ciertamente no puedes decir que el mal es bueno, y lo bueno es malo, pero la prudencia en la lengua, la prudencia en los juicios puede hacer mucho bien, empezando por uno mismo.

No meterse en la vida de los demás, aunque uno sea consciente de los hechos y actos de uno mismo y de los demás, no meterse en la vida de los demás, es la fórmula para evitar muchos males, males en uno mismo, males en los demás. No meterse en los actos de los demás, no quiere decir, que no seamos conscientes, si unos actos son malos o son buenos, aunque no conozcamos las circunstancias de todo y de cada persona.

Cada uno será juzgado por la lengua, demasiadas veces, cuando alguien tiene que decir y expresar una verdad, que hará bien, no la dice, y cuándo no tiene que decir una no verdad o falsedad o error que no lo debe indicar o expresar si lo hace. En fin, otro día, tendríamos que continuar con este aspecto del existir humano, de la guarda y control de la propia lengua, porque de la lengua nacen tantos bienes y nacen tantos males...

Sobre el control de la propia lengua
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