sábado. 20.04.2024

Y Revilla se bajó del AVE

Quien no hace tanto amenazó con romper el Gobierno de coalición con el PSC-PSOE, quien hasta hace “cuatro días” no desaprovechaba oportunidad para vilipendiar a quien fuera Ministro de Fomento, el socialista José Blanco, hoy se conforma con una solución, sin plazos, que implica renunciar al AVE.

Recientemente, el Presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, anunció en un acto público que no volvería a hablar más del Tren de Alta Velocidad y que aceptaba la propuesta alternativa elaborada por un grupo de la Escuela de Caminos de nuestra Universidad de Cantabria.

En esencia, esta propuesta, que se puso sobre la mesa en la etapa del anterior Gobierno regional y que parece contar con el beneplácito de Madrid, supone modernizar la vía actual de ferrocarril que discurre entre Santander y Palencia. El objetivo que se pretende es reducir a menos de 3 horas el trayecto Santander-Madrid, un tiempo que se entiende competitivo, utilizando para ello un presupuesto 10 veces inferior al del AVE.

Revilla, abanderado del AVE hasta estas últimas elecciones, se ha rendido ante la evidencia de que el más veloz de los trenes no llegaría a Cantabria en ningún caso en las mismas condiciones ni en el mismo plazo que al resto de las comunidades del cantábrico. 

Bien es verdad que hubo un tiempo en que Revilla no hablaba del AVE. Corría el año 93 y nuestro Presidente clamaba en el Parlamento de Cantabria por un tren del cantábrico con ancho europeo y aseguraba que “si llegaba el AVE bienvenido sería”, pero que “la prioridad era el corredor del cantábrico con ancho europeo con especial fijación en el transporte de mercancías más que en altas velocidades, viajeros y otras utilizaciones” (Diario de Sesiones del Parlamento de Cantabria de 17 de septiembre de 1993)

Quien no hace tanto amenazó con romper el Gobierno de coalición con el PSC-PSOE, quien hasta hace “cuatro días” no desaprovechaba oportunidad para vilipendiar a quien fuera Ministro de Fomento, el socialista José Blanco por el asunto del tren de alta velocidad y su llegada a Cantabria, hoy se conforma con una solución, sin plazos, que implica renunciar al AVE y que representa una décima parte de la inversión anunciada sin que este ahorro se compense (al menos ningún anuncio se ha producido hasta ahora) con inversiones en otras infraestructuras.

En definitiva, quiero creer que una vez más se ha impuesto el principio de realidad y, en este sentido, el presidente Revilla parece haber admitido que la situación económica y financiera que atraviesa España, ahora sí, es un argumento de suficiente peso para renunciar al AVE. En 2010, en cambio, la situación económica y financiera no le sirvió a nuestro Presidente como razón para aplazar el proyecto.

Días atrás los Consejeros de Industria y de Obras Públicas visitaban a la Ministra de Fomento para impulsar esta nueva solución y arrancar compromisos al gobierno de España en torno a plazos e inversiones. Como es sabido, volvieron con las manos en los bolsillos, como cabía esperar, toda vez que el gobierno de Rajoy está ya en los minutos de descuento. Nuestros representantes de Cantabria lo intentaron e hicieron lo correcto, pero es difícil obtener peras de un manzano.

Lo que sí eché de menos en la postura de Cantabria fue poner sobre la mesa una visión integral del ferrocarril en nuestra región, porque aunque la prioridad sea la mejora de la conexión con la Meseta, no podemos pasar por alto, ni aceptar, creo yo, el estado calamitoso de nuestras conexiones ferroviarias con Bilbao y con Oviedo. 

Teniendo en cuenta que el Estado va a ahorrar con la nueva solución dada al tren Santander-Palencia más de dos mil millones de euros, no parece disparatado exigir, también, una modernización en toda regla de nuestras conexiones ferroviarias con Asturias y Vizcaya y la ejecución de algunos otros proyectos como, por ejemplo, el tren Castro-Bilbao largamente demandado. ¿A quién le podría parecer descabellado reclamar las inversiones necesarias para contar en un plazo de tiempo realista con unas conexiones ferroviarias con Bilbao y Oviedo propias del siglo XXI y superar así el estado actual de cosas propio del siglo XIX?.

Quien esté al frente del Gobierno de España debe ser consciente del atraso secular de Cantabria (y no es retórica) en esta materia y, al mismo tiempo, debe valorar la razonable postura de nuestra región en relación con la conexión a Madrid, que va a suponer un ahorro muy considerable a las arcas públicas, tanto en inversión como en gastos de mantenimiento y que, de paso, representa una modificación de las previsiones previstas en la planificación de infraestructuras contenidas en el PITVI.

Es el momento de presentar con firmeza y exigencia una propuesta en materia de infraestructuras ferroviarias que aborde la total modernización de todas nuestras conexiones. Es el momento de establecer un calendario de plazos realistas y de inversiones razonables para superar definitivamente el retraso que padecemos. Y esto tendría que hacerse con el máximo consenso posible, es decir, con el concurso de las fuerzas parlamentarias y de los agentes económicos y sociales. Y para ello, me permito sugerir al Gobierno regional que lidere este gran acuerdo en el que se deben fijar las nuevas y verdaderas prioridades de la región en materia de infraestructuras.

Y Revilla se bajó del AVE
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