jueves. 28.03.2024

La bala que mató a Billy el Niño

Un personaje oscuro, un verdadero torturador y sobre todo una persona que nunca creyó en la libertad que el pueblo español pedía en aquellos años. Lo que sí tendría que hacerse mirar la justicia de nuestro país es que un personaje como éste haya salido impune en vida de todos los cargos que tenía pendientes, que no eran pocos

En Estados Unidos hubo un vaquero que acabó creando una leyenda al convertirse en un forajido. Su nombre era William Henry McCarthy, más conocido como Billy The Kid (Billy El Niño) y vivió entre los años 1859 al 1881. La vida de este personaje real fue un camino de robos, peleas y muertes. Un pistolero que llegó a matar a 21 hombres, un angelito en toda regla. Pero en este artículo os voy hablar de nuestro “Billy El Niño” particular, con el que ha acabado “una bala del covid-19”. Su nombre real era Antonio González Pacheco y perteneció a la Brigada Político Social en la época franquista. 

Un personaje oscuro, un verdadero torturador y sobre todo una persona que nunca creyó en la libertad que el pueblo español pedía en aquellos años. Lo que sí tendría que hacerse mirar la justicia de nuestro país es que un personaje como éste haya salido impune en vida de todos los cargos que tenía pendientes, que no eran pocos, y si encima a todo esto le añades que este señor fue condecorado con honores, pues uno pone en duda muchas cosas de nuestro sistema. El tema de nuestro Billy El Niño no es una cuestión de izquierdas o derechas, es simplemente un tema de justicia para toda esa gente a la que sometió.

Era temido en los años 70 por su crueldad en los interrogatorios que dirigía en persona

¿Cómo es posible que en una democracia más que asentada como la nuestra no se haya juzgado a este personaje? Luego no nos demos baños de pureza, porque tenemos aún después de 40 años de un estado de derecho mucho que aprender y aquí está un ejemplo más que evidente. Este señor, si así se le puede catalogar, era temido en los años 70 por su crueldad en los interrogatorios que dirigía en persona. A veces siento vergüenza de vivir en un país que es incapaz de juzgar e imprimir una justicia. Las víctimas de Pacheco no podrán respirar tranquilas porque al final no fue puesto a disposición judicial, un claro tachón de nuestra democracia que no se podrá borrar nunca.

Como consecuencia de su fallecimiento se extingue su responsabilidad criminal, pero ahora este caso tiene que servir de ejemplo para que las demás demandas judiciales que hay interpuestas contra otros torturadores puedan llegar a su término y así poder ser juzgados por sus obras realizadas durante un tiempo en el que este país vivía en blanco y negro. Siempre nos quedará la tristeza de que haberle juzgado era juzgar a la Brigada Político Social, porque este personaje era todo un símbolo para el fascismo, el cual debe ser derrotado por cualquier vía democrática que deje un Estado de Derecho, y nuestro país ha sido derrotado claramente en esta batalla.

Lo que sí pido encarecidamente, y creo que cualquier persona de bien también lo debiera pedir, es la retirada de las condecoraciones que inmerecidamente obtuvo en la democracia y que ha supuesto una vergüenza humillante para el Estado de Derecho del que tantas veces alardeamos. Como he escrito al principio del artículo, una bala del covid-19 acabó con uno de los personajes más siniestros de nuestro país, pero a diferencia de él, yo sí soy demócrata y siento su muerte porque la justicia no es sinónimo de muerte, sino de libertad.

La bala que mató a Billy el Niño
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