miércoles. 24.04.2024
La opinión de
Miguel del Río

Miguel del Río

Nací en Santander (Cantabria), el 29 de noviembre de 1960. Diplomado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona y Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid. Empecé a trabajar como periodista en la Agencia Efe de Santander (1985). Seguí como Redactor del Diario Alerta (1986/1987), donde trabajé en las secciones de Local y Región, y donde me encontré con periodistas de la talla de Jesús Delgado, José Ángel San Martín, Juan González Bedoya, Higinia Aparicio, Pablo Hojas o Jesús Hoyos Arribas. Conseguí mi primer trabajo como periodista en un importante periódico por llamar de madrugada para informar sobre un grave accidente de circulación que provocó parar la rotativa para meter en portada aquel suceso. En la primavera de 1987 cubrí los sucesos de Reinosa, que tuvieron una repercusión nacional e internacional. Durante este mismo periodo fui corresponsal de la Agencia Europa Press. De 1986 a 1988 trabajé en RTVE en Cantabria como corresponsal, y entre los años 1987 y 1988 fui Redactor-Jefe de Radio Minuto-El País, en la emisora que la Asociación de la Prensa de Cantabria tiene en la Calle Cádiz de Santander. Como profesor, vengo desempeñado una intensa actividad hasta la actualidad. Soy miembro de la Junta Directiva de la Asociación de la Prensa de Cantabria. Miembro de la Sociedad Cántabra de Escritores. Fui Vocal en la Comunidad Autónoma de Cantabria de la Asociación Española de Protocolo (AEP). Presidente de la Asociación Cántabra de Protocolo (ACP), fundada por mí en 1988. Miembro del Comité Organizador del 5º Congreso Internacional de Protocolo (Palma de Mallorca, 2001), que periódicamente cuenta con la asistencia de especialistas en Relaciones Públicas, Comunicación y Protocolo en todo el mundo. Funcionario de carrera del Parlamento de Cantabria donde desempeño el trabajo de Jefe del Servicio de Relaciones Institucionales y el de Jefe (en funciones) del Servicio de Comisiones y Órganos Superiores. Desde el año 1987-2004 ha venido dirigiendo también el Gabinete de Comunicación del Parlamento de Cantabria. Me considero periodista y escritor. Mi blogger es www.migueldelrio.es Cuento con una amplia obra en comunicación de la que destaco los siguientes libros con los que se trabaja en diferentes universidades españolas. “Introducción al Protocolo. Estudios prácticos sobre organización de actos públicos”. (Manual Profesional 1998). Agotado. “Gabinetes de Prensa. La Comunicación en las Instituciones y en las Empresas”. “Protocolo. Manual práctico para conocer las normas de protocolo de uso diario”. Manual de protocolo de los Colegios Médicos de España. Manual de protocolo Colegios Profesionales. “Manual para Comunicar Bien. ¿Vas a publicar lo que te he enviado?”. “Abecedario gráfico de comunicación y organización de eventos. Protocolo a la Vista”. Presidente y uno de los fundadores del Club de Prensa Pick-Tenis de Santander (www.www.clubdeprensapicktenis.com) Miembro de CEDRO. He publicado más de 700 artículos de opinión en El Diario Montañés (Grupo Vocento), donde he venido colaborando durante quince años. Durante 12 años fui columnista de opinión diario en diferentes emisoras de Radio como Cope Cantabria y Punto Radio Cantabria. He sido articulista en revistas técnicas como “Mujeres Siglo XXI” o “Revista Piquio Magazine”. En la actualidad, soy columnista del Periódico “Nuestro Cantábrico”, del diario digital www.populartvcantabria.es con la columna “Oído Cocina“ y de la revista “Vivir en Cantabria”.

Confinamiento, pasotas, segunda ola Covid y Navidad

Por incumplidores es la expresión que mejor define los peores momentos del Covid, estos en que convivimos con municipios confinados, toques de queda y certificados emitidos por las empresas, por si la Guardia Civil nos da el alto. Puede que las medidas sean impopulares y motivo de queja, pero pensemos en aquellos sectores y familias que peor lo están pasando, y el panorama incierto de su futuro no pinta mejor.  

Covid + crisis + descontento social y educativo = cóctel explosivo

Como el Covid desbarata todo a su paso, es normal que las sociedades y  grupos que las conforman empiecen a mostrar hartazgo con lo que sucede, y las medidas impopulares que se toman. El caso de los jóvenes puede llegar a ser el más preocupante. En los libros viene lo que son estados de alarma o toques de queda, pero vivirlo a sus edades es cuestión difícil de digerir. Con ellos ha faltado pedagogía, y ahora vemos las primeras consecuencias.

Jóvenes y mayores en la picota por el mal uso de la mascarilla

Europa entera está hecha unos zorros por el Covid. Aquí se suma que tenemos un debate sobre menores y mayores, al respecto de  quién incumple más las medidas sanitarias que evitan contagios. En realidad, con el simple hecho de un nuevo estado de alarma declarado, sobra perder el tiempo con este y otros despropósitos, ya que lo estamos haciendo (todos) mayormente mal. Lo cierto es que abochorna tener que referirse a que aún no hemos comprendido la magnitud de la gravedad de lo que vivimos. 

Recordando pensamientos de Stephen Hawking sobre cambios

El científico Stephen Hawking no necesita presentación alguna. Era uno de nuestros referentes, que avisó como pocos acerca de la capacidad destructiva que tenemos, y al tiempo nos pedía que no renunciáramos jamás a la alegría. De vivir, ¿qué nos aconsejaría hoy? Creo que la respuesta está en que nos adaptemos de la mejor manera posible a lo que nos toca vivir.   

Pongamos que hablo de Madrid para lo que no hay que hacer

Lo normal es que elogiemos a las grandes ciudades por ser abiertas y no cerradas. Madrid vive lo último, y son muchos los ciudadanos, de allí y de allá, que no comprenden que se llegue a semejante situación por no entenderse el Gobierno central y el autonómico. Cada día se anhela más, ante el empuje imparable de colegios médicos y sociedades científicas, que España organice un auténtico comité de expertos que se ponga al frente de intentar frenar y superar esta pandemia. 

Trump es el ejemplo de todos los que han tardado en actuar

El deseo es que cualquier contagio de coronavirus debiera merecer igual tratamiento, pero nacer en un país rico o pobre marca el reloj de la vida. Lo mismo sucede con el nombre del enfermo. No trasciende lo mismo si, como es el caso, se llama Donald Trump, y es conocido como el presidente más poderoso del planeta. Su contagio pone de manifiesto la negación y negligencia con la que se viene actuando, desde el mismo principio de una pandemia, más viva que nunca, instalada ahora como vemos en la mismísima Casa Blanca. Hollywood ya tiene película.

100 artículos sobre el coronavirus para estar como al principio

Siempre he pensado que rendirse ante cualquier contratiempo no forma parte del guión. España empieza a dar síntomas de agotamiento, y no tener más ideas para cortar las alas al coronavirus. Estamos dentro ya de una segunda ola del virus, ante la que surgen dudas sobre si se podría haber evitado. Cada cual que piense lo que quiera. Mi opinión es que, una vez más, hemos puesto en práctica el dicho de no hacer caso ni al médico, y mira que los sanitarios avisaron sobre el maldito Covid y segundas partes.

Tantas dudas que surgen en torno al Covid, jóvenes y su futuro

La intención de que hay que dejar un mundo mejor a las nuevas generaciones acumula siglos de incumplimientos. Antes del Covid, y con el cambio climático, estábamos en pleno debate sobre el día de mañana o salvaguardar el planeta si lo prefieren. Todo ha quedado aplazado sine díe. Por un lado, hay que dibujar ese futuro, pero, por otro, los jóvenes deben asumir que los verdaderos cambios por llegar necesitan de su total implicación. 

 

Ni lo del progreso de la vacuna anti Covid se cuenta bien

Las noticias falsas vienen siendo muy protagonistas en esta pandemia. Pero ya es pasarse de rosca que también lo sean con respecto al descubrimiento de una vacuna eficaz contra la Covid. ¿Habrá antídoto?, ¿si, no?, ¿cuándo?, ¿quiénes la recibirán primero? Aumenta la incredulidad frente a una crisis sanitaria de la que se ha desinformado desde el minuto uno. Siendo grave, tiene delito que se haga lo mismo con el progreso de las investigaciones sobre la vacuna.

Con más contagios y cuarentenas, nos dicen que lo veamos normal

Si no fuera porque vivir y salir adelante son asuntos muy serios, se dan episodios en que tienes la sensación de que atravesamos tiempos teñidos de mucho surrealismo. La gran ansiedad: nos piden que convivamos con el Coronavirus, con mucho cuidado, pero hay que hacer de todo. ¡Vale! En realidad, con el verano que nos hemos pegado, no parece demasiada exigencia. Pero los Gobiernos lo han de ser a las duras y a las maduras, y no empezar a mirar hacia otro lado en la solución de los problemas, y mucho menos cuando se trata de una pandemia mundial que contagia y mata. 

 

Que el país no pare y la escuela enseñe mientras el Covid crece

Superar una pandemia es cuestión de tiempo, aunque el mundo parece no tenerlo y quiere que la vida siga como siempre. Dependiendo del país, número de muertos y contagios, esta opinión no es unánime. También hay muchos mayores y padres de escolares que tienen más miedos que otra cosa. Este es el relato, lleno de incertidumbres, del regreso a las aulas dentro de un escenario endemoniado, en el que toca convivir con el Covid-19, dando apariencia de normalidad en la economía, que es la que marca el paso.

Los sanitarios nunca abandonan, aunque seamos insensatos

Sin debate alguno, nuestros profesionales sanitarios son de lo mejorcito que tenemos en este país. Pudiera parecer un reconocimiento afianzado, pero no es así. Como evidencia están las garrafales imprudencias que, en contra de sus consejos, estamos cometiendo respecto al coronavirus. Preferimos arriesgar en vez de prevenir. Admirable este sistema sanitario nacional, que se ve nuevamente al borde del caos, por culpa de un ejército de insensatos a quienes también trata de contagios masivos por Covid.   

Capítulo II de la tragedia Covid y aprender de nuestros errores

El disfrute vacacional del verano ha resultado horroroso para frenar la expansión del Covid. Con suma urgencia, debemos aprender de nuestros errores, al igual que afrontar lo que queda de año con absoluta disciplina en todo lo que acometamos a diario. Es necesario para ello implicar a la ciudadanía. Debemos asumir una especie de carta social de compromiso con la salud del país y de sus habitantes. 

“Annus horribilis” como destino de las monarquías

Nadie podía predecir semejante y triste final para el rey emérito, Juan Carlos I. Nadie tampoco le podrá negar sus servicios a España en una época, la de la Transición, que nuestros jóvenes no identifican, al igual que la Monarquía, al pensar que forman parte del pasado. Por el Covid y la crisis tan tremenda que acarrea, a futuro, lo cierto es que nadie puede augurar ya nada de nada.  

El dolor que se oculta termina rebrotando

Pocos parecen tener dudas ya sobre que la información, ante todo visual, acerca de los miles de muertos y contagiados del coronavirus, el dolor de sus familias, no fue en España acertada, ni tampoco útil para que muchos ciudadanos tomaran buen ejemplo para esquivar la pandemia. Demasiados malos comportamientos, con los consiguientes rebrotes, lo demuestran. Pero  esto no habría que reprocharlo ahora, si se hubiera hecho antes como es debido, mediante una comunicación cruda y real de todo lo que nos ha pasado, a las puertas de regresar.    

Padres e hijos en la lucha común frente al coronavirus

Da igual que sean mayores de edad. Los padres debemos exigir y controlar a nuestros hijos para que extremen las prevenciones frente al coronavirus en sus salidas, sobre todo si son nocturnas. De no darse ese necesario trabajo en equipo de las familias, lo único que podemos esperar son los rebrotes que ya tenemos encima, y mucho antes de lo previsto. Para con este horroroso 2020, solo nos queda extremar cuidados y recomendaciones, hasta que acabe el año y decirle adiós, muy buenas. 

El olvido como antihomenaje a las víctimas y héroes del Covid

Por 4, 40, 400 o 40.000, no podemos echar por tierra todo el trabajo realizado para mantener a raya el avance del coronavirus. La responsabilidad social es el auténtico homenaje a los que hemos perdido, y a quienes lo han combatido, empezando por los sanitarios. Muchos de las irresponsables que no cumplen las prevenciones demuestran dos cosas: olvido a lo ocurrido con las víctimas y creencia estúpida de que el Covid no les hará lo mismo. 

Habíamos quedado en que saldríamos del Covid con espíritu renovado

Aunque estemos anunciando a bombo y platillo que saldremos de esta, quizás vivimos momentos de insuficiente espíritu. Entenderlo bien se traduce en trabajar, incansablemente, por la causa. Abrir un debate de todo lo malo que nos ha traído el Covid es perder un precioso tiempo que no tenemos. Si estamos en fase reconstrucción, cada cual debe hacer bien lo suyo, siempre pensando en aportar antes que criticar. Eso es lo que denota un auténtico espíritu de lucha.

De regreso a las calles, ahora los responsables somos nosotros

En el momento más crítico del Covid nos hemos quedado en casa. Observábamos la acción del Gobierno y las autoridades sanitaras para atajar una pandemia que deja miles de muertos. Los ciudadanos estamos de regreso en las calles, y ahora somos los auténticos responsables de lo que pueda pasar. Mientras se nos pide prevención, mucho del protagonismo de esta nueva normalidad se lo llevan necios, insensatos e  incumplidores. 

Del “Quédate en casa” a no hacer puñetero caso

Hablar tan a la ligera de postcovid es una irresponsabilidad, pero la economía manda. Tras la cuarentena, el desconfinamiento y las fases, asistimos ahora al pasotismo de mucho insensato, que actúa de manera irresponsable frente al coronavirus. Lejos de cambiar en positivo, se aprecia falta de consideración hacia muertos y contagiados, que no son más por la heroicidad sanitaria y de miles de trabajadores que siguieron en sus puestos, mientras los demás coreábamos el “Quédate en casa”.

El racismo que mutó del siglo XX al XXI

Si Estados Unidos retrocede en derechos entre ciudadanos blancos y negros, el resto del mundo ya puede asistir preocupado a lo que, realmente, toca vivir en este siglo. Antes del Covid-19, coincidente con los disturbios raciales por la violenta muerte del ciudadano afroamericano George Floyd, las alertas habían avisado suficientemente sobre el aumento del racismo. Pero determinada política, representada por nombres muy concretos (el principal hace sus proclamas por Twitter), se basa en tensar la cuerda de la convivencia, hasta romperla.

Nuevo mazazo al medio ambiente en forma de mascarillas por los suelos

La imagen de mascarillas y guantes usados y tirados por los suelos resulta ya cotidiana. Tan sucio comportamiento encuentra muchos nombres, cerdos, marranos, cochinos… Ningún cambio podemos esperar de los mequetrefes de turno, que no han recibido la debida instrucción en casa para saber vivir en comunidad. Lo verdaderamente importante es insistir a las generaciones educadas en el respeto al medio ambiente, sobre que nada nos desvíe de reclamar respeto sagrado al planeta para que cese su permanente destrucción. 

Lo que el confinamiento deja al descubierto del sistema educativo

El Covid mandó a casa a millones de estudiantes españoles, sin Plan B, para que el curso escolar resultara igual de útil mediante la educación online (quien la haya tenido).  El sistema educativo es una cosa, porque marca la agenda oficial y pone los medios, y el profesorado otra. Este último ha demostrado que la vocación mueve montañas. Sería bueno escuchar a los educadores, ya que hasta que la enseñanza presencial no mejore atendiendo sus recomendaciones, la formación digital será tan solo un propósito sin base sólida.

Reconstruir la reconstrucción

Pese a todo el ruido que genera la confrontación, la reconstrucción de un país requiere de la participación de todos, sin levantarse de la mesa hasta alcanzar los acuerdos necesarios. Quienes importan ahora son las empresas, los trabajadores, los autónomos y las personas en riesgo de pobreza. El diálogo, el acuerdo y el compromiso forman parte de este reconstruirnos, dirigiendo los esfuerzos a resolver los problemas de quienes realmente importan. 

El virus de los ERTE con trabajadores sin cobrar

En paralelo, el Covid ha generado otro virus que se resume en aumento de pobreza social. Se representa especialmente mediante la pérdida de empleos y negocios. También en la falta de respuestas urgentes, caso de los miles de trabajadores que hay en espera de percibir prestaciones por los ERTE. Para estar preparados, sería deseable explicar cristalinamente a los españoles la economía en forma de precipicio que viene.

WhatsApp se erige en transmisor preferido de apoyos, críticas y bulos (y 3)

Última entrega para evaluar el acierto y eficacia de la comunicación del Gobierno de España frente al Covid-19. En el guión, miles de muertos e infectados, un estado de alarma polémico, y fases de desescalada que generan enfrentamiento político. Si como inicio de esta serie alertábamos de la gran dificultad de comunicar bien en momentos tan críticos, y como contrapeso destaca la heroicidad de nuestros sanitarios, la parte final la acapara WhatsApp. Se ha erigido en la forma preferida para enviar y reenviar de todo, incluidas noticias falsas y bulos. Junto a las redes, el wasapeo crítico puede dar al traste con la información oficial pretendida.

Sanitarios, solidaridad y televisión para hacer comunicación de crisis (II)

La de hoy es la segunda entrega de un primer artículo titulado “Acertar en comunicación en tiempos de pandemia”. Me queda pensar una reflexión final, en la que trataré de resumir la comunicación llevada a cabo por el Gobierno de España con el Covid-19. Sin olvidar nunca el endiablado escenario para informar desde los gabinetes de prensa oficiales y los propios medios, en esta segunda parte abordo el papel, absolutamente fundamental, que tienen en la crisis el heroico y titánico trabajo de la sanidad, la aportación esencial de la solidaridad ante la falta de material sanitario en los hospitales, y cómo cuentan todo luego las televisiones.