jueves. 28.03.2024

La soledad tiene nombre de mujer, "La Paca"

"La Paca" de cabellos ya plateados se refugió en sí misma, cada vez más encerrada en sus recuerdos, en aquellos tiempos de penurias, que ahora recuerda como los más felices de su vida, les tenía a todos.

Francisca Jiménez tiene 78 años, "La Paca" como la conocen sus amigos, es una mujer de armas tomar, de carácter fuerte y duro, marcada por una vida nada fácil que la ha ido moldeando y curtiendo, fueron muchas las cornadas recibidas, y se ha ido fabricando un escudo para que no dañen su siempre tierno corazón.

Ella vino al mundo en ese lugar de Extremadura, donde la naturaleza muestra su cara más dura, teniendo que abandonarla para buscarse la vida lejos. Se casó muy joven, como dice se quedó preñada en plena pubertad, y mientras otras jugaban en la calle con muñecas, ella cuidaba a su primer hijo. Después vinieron otros tres más, buscando la niña de sus ojos que nunca llegó, y se tuvieron que plantar, ya eran familia numerosa y no había forma de alimentar a más hijos.  

Manolo, su marido, un manitas que se ganaba la vida en la construcción, lo mismo hacía de albañil, carpintero, o electricista, todo lo que fuera por llevar unos duros a casa. Él sabía lo que era trabajar a destajo, salir a las 6 de mañana y regresar a las 10 de la noche, enlazando una obra con otra. Es aquello de cuando hay "curro" bien, cuando no, a tirar de los ahorros, y a buscar por cualquier parte. 

Trabajaba en las obras, en mantenimiento, o en montajes, era de esas personas que tienen un don, aquello que veía era capaz de reproducirlo con sus manos. "La Paca" siguió a su Manolo allí donde este conseguía trabajo, no recuerda en cuántas casas estuvo de alquiler; hasta que al final, llegó el premio con un trabajo fijo para su marido.

El discurrir del tiempo le trajo muchas alegrías, pero también penas a raudales, sin duda, la mayor fue la muerte de uno de sus hijos en accidente de tráfico. Eso la marcó para el resto de la vida, nunca volvió a ser la misma, la alegría de vivir se transforma en solamente sobrevivir. La desgracias, a veces no vienen solas, así su marido se jubiló pasados los 65 años, pero fue poco el tiempo que la pudo acompañar, ya que un cáncer se lo llevó en meses. "La Paca" de cabellos ya plateados se refugió en sí misma, cada vez más encerrada en sus recuerdos, en aquellos tiempos de penurias, que ahora recuerda como los más felices de su vida, les tenía a todos.

Echaba la vista a ese pasado cuando sus hijos le tomaban el pelo y le cantaban aquello de "por un beso de La Paca daría lo que fuera, por un beso de La Paca..." y le hacían corro dando vueltas alrededor. Aquel día que su marido, la llevó a aquella casa en un pequeño pueblo de Cantabria y le contó que había dado la entrada para que fuera su primera vivienda en propiedad, su casa, donde pasar la vida juntos.

"La Paca" se quedó sola, los fines de semana venían a comer, al principio casi todos; después, "el Miguel"

Los hijos fueron haciendo su vida, volaron libres a cumplir sus propios sueños, y "La Paca" se quedó sola, los fines de semana venían a comer, al principio casi todos; después, "el Miguel", que siempre fue el más enmadrado. El destino, la suerte, o vayan Uds. a saber qué, hizo que Miguel aprobará las oposiciones de maestro y ocupara su plaza en un pequeño pueblo de Andalucía, así la tristeza avanzaba en su vida. Es verdad que cuando el día se ocultaba recibía sus llamadas, preocupados por su salud, por si necesita algo, y en las vacaciones de verano, se peleaban por estar con ella en esa pequeña casa; pero antes de llegar el otoño, la soledad pasaba a ser su única compañera.

En el pueblo "La Paca" tenía amigos, aunque el contacto se iba perdiendo, unos se marcharon, compraron viviendas en zonas más cálidas por la costa de Levante, otros, peor, se fueron para siempre. Su mundo cada vez se veía más reducido, notaba cómo se contraía, y a veces casi la ahogaba. 

Cuando uno está solo, la cabeza le da muchas vueltas, tantas que a veces se acaba mareado, o pierde un poco el juicio, te vas dejando; cocinar para uno es triste, arreglarse para que nadie se fije en ti tampoco le encuentras mucho sentido. El deterioro de la salud se va notando, los años además de poner arrugas en el rostro, te van sumando achaques, la cadera tiene su desgaste y aparecen dolores cada vez más molestos, el oído se vuelve duro, y pierde esa flexibilidad necesaria para escuchar el murmullo del mar.

Vas notando que das más vueltas a la cocina, y no te acuerdas a por qué ibas, al principio te puede resultar incluso gracioso, pero según van aumentando los olvidos la cosa empieza a ser preocupante. Una vida sin ilusiones es como andar por un camino sin luces. 

Se calcula que más de dos millones de mujeres mayores de 65 años vivirán solas a partir de la próxima década

La soledad es un problema social, en uno de cada cuatro hogares vive una persona sola, y en el 45% de los casos esa persona tiene más de 65 años. Se calcula que más de dos millones de mujeres mayores de 65 años vivirán solas a partir de la próxima década. Esta soledad no querida, ni buscada, según los expertos está vinculada a los problemas de salud, tanto en el aspecto físico, emocional  y/o cognitivo.

A "La Paca" cada vez le cuesta más disimular cuando habla con sus hijos su tristeza, nadie le ha diagnosticado una depresión, pero a ella no le hace falta. Su mayor compañía es esa emisora de radio que en estos años ha pasado a ser la sintonía de su vida, a veces, a menudo contesta entre dientes al locutor, o al tertuliano de turno. Por las tardes sentada en la vieja mecedora, entre cabezadas ve las peleas de Sálvame, y algún que otro concurso...

Espera con ilusión la llamada de sus hijos, y nietos, mira la hora y cuando la llamada se retrasa, la tristeza aumenta, esa llamada es su terapia donde cuenta sus dolores, eso sí, siempre edulcorados... Luego llega la noche, las largas noches que casi siempre se hacen eternas; el sueño, quizás por las cabezadas de la tarde, no viene, y la mente vuela a aquellos días donde su marido la llamaba princesa, sueña despierta, y no pocas veces las lágrimas ruedan por sus mejillas recordando esa vida que se marchó...

En las noticias están dando vueltas a unos indultos, cuentan los muertos por el Covid, hablan de las vacunas, pero pocas veces se ocupan de esa parte de la población que parece ser transparente para la sociedad, no ven sus problemas, ni les ponen soluciones. El respeto, la atención y salud de los mayores indican la calidad humana de una colectividad, casi el 71% de las personas de 65 o más años que viven solas en España son mujeres y la mayoría no tiene ninguna asistencia.  

Ahora, que hablamos tanto de la pandemia, debemos recordar que hay una pandemia silenciosa que sigue creciendo; donde no se ponen los recursos, ni la atención necesaria, es la soledad de nuestros mayores, que además tiene la mayoría de las veces nombre de mujer, de tantas mujeres como doña Francisca, nuestra amiga "La Paca".

La soledad tiene nombre de mujer, "La Paca"
Comentarios