sábado. 20.04.2024

Salva vidas, quédate en casa

Hoy más que nunca la unión de un país sí es necesaria, y cada persona puede contribuir a detener, a minimizar los daños de esta pandemia donde estamos atrapados. Sin duda, los responsables políticos tienen que dejar sus miserias a un lado, lo importante no son ellos, ni incluso lo que piensan, lo importante es la salud de una Comunidad, de una nación, de un continente, de nuestro mundo. 

Escuchaba estos días un mensaje de un equipo de sanitarios, afectados y amigos que desde Italia nos daban recomendaciones por su experiencia vivida. Nos manifestaban que tenemos una gran oportunidad de salvar vidas, simple y llanamente debemos quedarnos en casa, nuestra movilidad es ponernos y poner a los demás en riesgo.

Son días raros, extraños donde el cristal de la normalidad se ha roto en mil pedazos, donde es fácil introducirse por esa atmósfera llena de alarmismo y pesimismo, donde todo es negativo. Desde la derecha se culpa al Gobierno por su falta de actuación, su permisividad con actos y manifestaciones multitudinarias, mientras desde la izquierda se recuerda algún mitin en los que dirigentes políticos con claros síntomas de no estar en óptimas condiciones y ser un riesgo para la salud de los demás, repartían besos y abrazos. 

Lo de siempre, "viendo la paja en el ojo ajeno...", cuando hoy más que nunca la unión de un país sí es necesaria, y cada persona puede contribuir a detener, a minimizar los daños de esta pandemia donde estamos atrapados. Sin duda, los responsables políticos tienen que dejar sus miserias a un lado, lo importante no son ellos, ni incluso lo que piensan, lo importante es la salud de una Comunidad, de un pueblo, de una nación, de un continente, de nuestro mundo. 

Hemos visto que Wuhan puede estar a nuestro lado, lo que le sucede a una persona que come un murciélago allí y es, supuestamente, infectado por un virus tiene el efecto mariposa que recorre todo el mundo, quizás como lo hacemos nosotros. Hace unos años viajábamos al pueblo, después a la costa, más tarde a los países de nuestro entorno, hoy hay un flujo enorme de personas que nos movemos por el mundo, que intercambiamos nuestras culturas, nuestra educación, y también nuestros virus. 

Este virus puede servir para reflexionar sobre la sociedad que estamos creando

Hoy en el tiempo de las comunicaciones, donde las fronteras tan solo son para los pobres, los que no tienen dinero para coger un avión, para los que hoy el mayor de los problemas no es un virus sino tener comida para sus hijos, o un sitio donde dormir, para los que escapan de una guerra y convierten el Mediterráneo en el mayor cementerio entre continentes. Observar que este virus que nos tiene confinados en nuestras casas, puede servir para reflexionar sobre la sociedad que estamos creando, sobre los problemas que nos inventamos, sobre esas barreras artificiales que pueden ser nuestra propia cárcel de oro. Recordar aquel artículo del mundo al revés, donde un virus nos infecta a los europeos y huimos despavoridos hacia África, nuestras propias fronteras nos impedían lograr la salvación, la tierra prometida que estaba al otro lado. Sobre una economía movida a su antojo por grandes fondos de inversión que ni conocemos sus dueños, ni cómo, ni quién los maneja, que compran nuestras viviendas, nuestras empresas,... que escapan al control de cualquier país, de cualquier cámara de representantes, "desde la oscuridad decían que algunos todo lo ven o manejan mejor".

Siempre nos han vendido que en las grandes crisis aparecen las grandes oportunidades para realizar avances que nos saquen de ellas. Desde luego la de 2008 nos ha dejado grandes jirones con los que todavía convivimos, sueldos muy bajos, situaciones sociales incomprensibles a la razón, donde el 5% de la población dispone del 80% de los recursos, mientras las desigualdades siguen creciendo. Desde luego las oportunidades serían para ese mundo del 5%. Boris Johnson ha apostado por lo que él llama la economía, y no tomará medidas con el Coronavirus, con dos... y una gran irresponsabilidad.

Puede que un simple virus nos iguale más, nos ponga ante la levedad y debilidad del ser humano, ante la necesidad de hacer un tránsito por este mundo mucho más justo del que tenemos actualmente. Puede que merezca la pena levantar nuestra mirada de lo prosaico, ver cómo nos hemos instalado en la irracionalidad. Observar desde la distancia a una parte de la población que llena carros de compra, vacía los supermercados,... por ese esfuerzo la empresa da una prima a sus trabajadores del 20% por el trabajo de atención y reposición bien realizado. Ya podían tomar ejemplo otros, sobre todo el reconocimiento y la recompensa que merecen nuestros sanitarios por un trabajo tan entregado, muchas veces en condiciones que dejan mucho que desear, se han quedado sin permisos, incluso su jornada se alarga más de lo estipulado, y el riesgo convive a su lado, garantes de nuestra salud. 

Ellos pasaron incluso hambre por darnos un futuro, qué menos que cuidarlos cuando con nuestras actitudes los podemos poner en peligro

Muchos trabajan para que nosotros podamos pasar la cuarentena en mejores condiciones, aunque es humano el sentir la claustrofobia, el bullicio de los niños, y el miedo a que contagien a los abuelos. Puede ser también una hermosa oportunidad para cuidar a los que tanto nos han dado, de poner en práctica la solidaridad intergeneracional. Ellos pasaron incluso hambre por darnos un futuro, qué menos que cuidarlos cuando con nuestras actitudes los podemos poner en peligro. Los hay que huyen, como si no hubiera un mañana en la ciudad que dejan, se ven caravanas en dirección a las playas como si fueran esas vacaciones que les quieren quitar de Semana Santa. Tenemos un estado de alarma, una emergencia sanitaria, todo lo que se nos pide encarecidamente es que permanezcamos en casa, salir solo a por provisiones, y lavarnos las manos. Nos condiciona la vida, pero lo importante es la salud de la población, y también nuestra salud mental, que nos haga ver algo más allá de un pequeño virus, "que el miedo no ciegue nuestros ojos y sentidos", pero ya se sabe "quién dijo que esta vida era justa...".

Yendo de tópicos habrá que aplicar aquello de "a mal tiempo buena cara", tenemos la oportunidad de descubrir nuestra vivienda, nuestro pequeño micromundo, quizás tiempo para la lectura, para escuchar música, y sobre todo para estar con los que más queremos, la verdad es que "la vida son dos días y uno..." nadie tiene la bola de cristal de ver el futuro aunque algunos tengan más datos. Llegará el tiempo de pedir responsabilidades, ahora toca arrimar el hombro, de menos hablar y esperar a que la tormenta pase, sabiendo que algo tenemos que cambiar para que el tren de la injusticia no se lleve siempre a los mismos, sin embargo ahora es el momento de salvar vidas quedándonos en casa. 

#YoMeQuedoEnCasa
 

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