miércoles. 24.04.2024

La reforma laboral no está tan mal

Teniendo en cuenta que las dos últimas reformas laborales empezaron con una huelga general, que cuando se hablaba de reforma laboral, era tanto como decir, qué derechos iban a perder los trabajadores; con estos precedentes podemos decir, la reforma laboral actual pues no está tan mal.

Ahora bien, si lo comparamos con las promesas del presidente del Gobierno, de su vicepresidenta segunda, de toda esa izquierda que apoya al ejecutivo, de lo oído en muchos mítines, de las promesas con la palabra derogación como símbolo de devolver a los derechos arrebatados en anteriores reformas, podemos decir que se han quedado a medio camino y ya se sabe las verdades a medias...

Aunque a veces se retuerce el léxico para dar y quitar razones, hacen trucos malabares como los del señor Sánchez con su promesa de tener el mismo precio del recibo de la luz, al finalizar el año, que en 2018. La derogación es algo consustancial a las nuevas normas, de hecho la norma posterior deroga la anterior, lo cual no quiere decir que no puedan pervivir viejos artículos en la nueva norma. 

Aquí en la reforma laboral, donde queda claro y diáfano que no hay una derogación completa es que mantiene aspectos claves de las anteriores entre los que destaca, sin duda, el abaratamiento del despido iniciado en 2010 con Zapatero y rematada por Rajoy en 2012. Así mismo, tampoco han sido modificadas las causas por despido que siguen siendo: económicas, técnicas, organizativas o de producción.

Hay quien lo puede considerar un gol por toda la escuadra de la patronal o los sindicatos, difícil de entender en este acuerdo y más difícil de justificar, al menos sin un maquillaje en los días por despido, que serviría para salvar la cara de los sindicatos, de la vicepresidenta segunda y de aquellos que deban votar esta reforma en el Congreso de los Diputados. Decir que les obliga Europa es tirar los balones fuera de sus propias responsabilidades.

Es más, si no llega a ser por ascendencia e influencia que tiene Yolanda Díaz sobre los sindicatos este acuerdo casi seguro nunca vería la luz. Se imaginan que en lugar de ser PSOE-Podemos los que presentan esta reforma fuera el PP, habría pocas dudas de que estaríamos ante una nueva huelga general y es que motivos no faltarían. Aunque también sería ciencia ficción que los sindicatos firmaran esta reforma.

Ahora bien, centrar una reforma laboral solo en una parte de la misma sería muy injusto para quienes han trabajado y mucho para sacarla adelante, y es que la misma tiene aspectos muy positivos, sobre todo en algo tan transcendental para el mercado laboral como el muy noble intento de modificar el mismo para reducir sustancialmente la temporalidad.

Tampoco es un tema menor que los convenios colectivos del sector prevalezcan sobre los de empresa en lo referente a los aspectos salariales. Suponen normalmente mejores condiciones para los trabajadores y más fuerza negociadora de los sindicatos. Se recupera la retroactividad de su vigencia, y que el fin de su periodo de validez no suponga una desregulación. Se mejoran los contratos de formación. Se recupera la supervisión administrativa en los ERE y ERTE para aplicarla en los despidos o reducir jornadas, estos últimos ven una ampliación en su aplicación.

Los sindicatos pueden presentar una negociación nada desdeñable, aunque sea cierto que con algún lunar y, la patronal ha preferido el mal menor para sus posiciones. Aunque el Real Decreto-ley 32/2021, de medidas urgentes para la reforma laboral, la garantía de la estabilidad en el empleo y la transformación del mercado de trabajo se ha aprobado el 28 de diciembre, esperamos que no sea una inocentada, y que ayude a nuestro maltrecho mercado laboral, bien necesitado de impulsos positivos.

En toda negociación todos tienen que ceder, ahora bien en una balanza hay que sopesar si lo que se pierde vale la pena por lo que se consigue. En definitiva, luces y sombras, pero desde luego no es comprensible el desprecio con el que PP ha acogido esta reforma, incluso antes de su publicación, lo cual habla de la falta de responsabilidad de una oposición instalada en la negación. Cuando los empresarios parecen más responsables que la propia oposición, habla de por dónde anda la misma.

Merecen el reconocimiento los que han sido capaces de conseguir este acuerdo. El consenso en un tema tan delicado como la reforma laboral es sin duda un valor positivo y una rara avis en este país, aunque solo el tiempo es el que quita y da razones.

Ahora en su tramitación parlamentaria estaría bien que no la hagan naufragar, si hay alguna posibilidad de mejorarla, sin romper el acuerdo tejido con tanto esfuerzo, mejor. Aquí algunos han demostrado su capacidad para lograr acuerdos que parecían muy complicados e incluso arriesgados, pero ya se sabe que "quien nos se moja el culo no coge peces".

Entre tantos nubarrones como nos rodean, esperemos que con el nuevo año  salga el sol para todos, que a los responsables políticos les dé un ataque de cordura y que la esperanza de un mundo más justo se abra camino.

Feliz 2022 amigos.

La reforma laboral no está tan mal
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