viernes. 29.03.2024

El paro juvenil, una vergüenza para nuestro país

No se lo estamos poniendo nada fácil a nuestros jóvenes, ya en 2015 la Unión Europea reiteró su amonestación al Gobierno español por sus datos de paro, pero sobre todo, destacó la tasa de desempleo juvenil,  tremendamente preocupante en España, donde casi la mitad de este colectivo en condiciones de trabajar no puede acceder al mercado laboral.

Según datos de la OIT, España aparece junto a Grecia e Italia, y en el mismo nivel que Irak, Namibia o Sudáfrica por la precariedad del empleo juvenil. El 74% de los jóvenes entre 25 y 30 años que trabajan lo hacen a tiempo parcial y se incorporan a un mercado de trabajo cada vez menos regularizado, con menos seguridad jurídica y donde la juventud puede caer fácilmente en la explotación laboral. No son menos preocupantes, los datos sobre los jóvenes que ni tienen trabajo, ni están formándose, en estas clasificaciones siempre aparecemos en cabeza, esta vez, también junto a Grecia e Italia, España es uno de los países desarrollados donde el número de los llamados 'ni-ni' es más elevado: cerca del 30% se encuentra en esta situación.

Nuestros país es uno de los lugares de Europa donde se ofrecen menos posibilidades para el colectivo más joven, pero además hay una gran falta de programas y actuaciones que cambien esta situación,  por tanto, el riesgo de paro y pobreza es uno de los más elevados, pese a ello, poco es lo que se hace por cambiar esta realidad. Recientemente en la sesión de investidura fallida, se pasaba sobre este problema, como aquellos que transitan por un lugar poco agradable e inseguro y quieren pasar página lo antes posible. Tienen que venir desde organizaciones internacionales como la OIT a sacarnos los colores, señalando a España como uno de los países del mundo donde es más difícil para los jóvenes encontrar un trabajo en 2016.

Nuestros país es uno de los lugares de Europa donde se ofrecen menos posibilidades para el colectivo más joven

Escuchando a algunos desde lo más alto del estrado, da la sensación que vivimos en el mejor de los mundos posibles, donde las situaciones más desgarradoras de nuestra sociedad es mejor ocultarlas debajo de la alfombra de la oratoria, o de los datos estadísticos debidamente aderezados, cocinados y maquillados, tapando indebidamente las miserias, la pobreza y el paro. Dentro del paro, si se escarba un poco, pueden observarse colectivos que poco menos que pierden toda esperanza de incorporarse al mundo laboral en unas condiciones dignas.  Esta circunstancia es mucho más grave cuanto más jóvenes son los que buscan empleo, por ello, las posibilidades de caer en esa pobreza y marginalidad aumentan de forma exponencial.  A pesar de que reiteramos nuestra preocupación, lo cierto es que el paro juvenil se ha convertido en un clásico, en una enfermedad crónica para nuestra sociedad, donde ya da la impresión de que simplemente es un mal con el que hay que convivir irreversiblemente.  

Por primera vez en mucho tiempo se ha invertido la situación, los hijos pueden vivir peor que  los padres, con muchas menos oportunidades

Si el desempleo es una situación social que tiene unos graves costes para todos, ver como a aquellos que tienen que tomar el relevo generacional, se les niega esa posibilidad, para después desde ciertos medios acusar a los mismos de todos los males que padecemos, es simplemente una de la mayores hipocresías de nuestra sociedad. No les damos oportunidades, ni un trabajo digno, ni un salario acorde al trabajo realizado, pero nos podemos permitir el lujo de hablar de la falta de colaboración, de negarles el derecho a gritar la injusticia a la que se les ha conducido, y minusvaloramos su relevancia en nuestra sociedad.  Incluso algunos que consiguen un trabajo pueden estar en ese riesgo de  la exclusión social, España se ha convertido en uno de los países europeos donde más jóvenes que tienen un empleo, están en riesgo de pobreza, junto a Grecia y Rumanía.  La propia Organización Internacional del Trabajo alerta y da datos estadísticos manifestando que más del 20% de los trabajadores jóvenes en estos países viven ya en exclusión social. Así los jóvenes han sustituido a los mayores como el grupo de población con más riesgo de caer en la pobreza en la última década.

Si para este colectivo no sólo es difícil buscar empleo, si lo encuentran tienen muchas posibilidades de estar inmersos en una explotación, con sueldos de miseria y precariedad laboral con contratos por meses, semanas, días e incluso horas. Vamos que no se lo ponemos nada fácil a las nuevas generaciones, por primera vez en mucho tiempo se ha invertido la situación, los hijos pueden vivir peor que  los padres, con muchas menos oportunidades. Para suplir esta coyuntura se les ha abierto la puerta, se les invita a coger las maletas para ir al extranjero y buscar las oportunidades que aquí les negamos.

Esto que puede parecer un mal menor, en realidad, es una gran pérdida de recursos para nuestro país, que forma a los profesionales, con el coste económico que ello conlleva, un país que permite que sus mejores activos, sus médicos, arquitectos, ingenieros, profesores,... sus jóvenes tengan que verse obligados a marchase, y luego son otros los que disfrutan de sus conocimientos, de ese capital humano sin haber gastado un céntimo en su formación. Ahora que vemos que  es tan fácil conseguir un buen puesto en los organismos internacionales para ex ministros y altos cargos, sólo hacen falta unos buenos amigos. Es dolorosa la situación que viven tantos jóvenes en nuestro país, la falta de preocupación y de medidas para solucionarlo por nuestras instituciones.

La imagen que se transmite y la sensación para las personas que se preparan y trabajan duro pero como no tienen el carnet de...,  o no tienen los amigos oportunos en el sitio justo, pues,  opositan a estar muchos años en el paro.

Manifestar que "la universidad es una fábrica de parados", no es justo, pero podemos decir que a mayor preparación quizás más frustración, cuando no se cumplen las expectativas por el ímprobo esfuerzo realizado. Pese a todo, sigue siendo la formación la esperanza, cuando no concurre o compite con la corrupción, la que ofrece más oportunidades para buscar y encontrar trabajo en los nichos de empleo.

Ahora que hay frases que triunfan como "estudia hijo porque ser un parado con título da mucho prestigio", o "cambio dos grados, una licenciatura y un doctorado por un plato de lentejas, o cualquier empleo donde me puedan explotar por horas". Mientras tanto, los responsables políticos se siguen preocupando de sus asuntos, sus puestos de trabajo y los de sus amigos, no de dar soluciones a un problema tan grave, con situaciones y datos que son un auténtico escándalo nacional e internacional, como es el paro juvenil, una vergüenza para nuestro país.

 

 

El paro juvenil, una vergüenza para nuestro país
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