viernes. 19.04.2024

Monarquía o república

Ahora, por la actuación de rey emérito, con unos comportamientos totalmente censurables, se ha vuelto a abrir un viejo debate, de esos que normalmente produce enfrentamientos subidos de tono, porque nos recuerda los negros sucesos de nuestra historia, los dos bandos, las dos Españas de Machado, las viejas heridas.

Son tiempos complicados, hay quien dice, ¿cuándo no lo son?, pero es cierto que una pandemia a nivel mundial nos ha puesto ante el espejo de la fragilidad de la vida, donde un pequeño virus nos puede cambiar las prioridades y tantas certezas. A veces son las circunstancias las que nos llevan por un camino imprevisto.

Desde luego este jarabe de humildad, parece que nos tenía que hacer más tolerantes y comprensivos, donde el apoyo mutuo nos sirviera para trabajar contra las grandes dificultades que vivimos. Sin embargo al menos en nuestro país no ha sido así, más bien todo lo contrario. Se han hecho bandos, se han levantado muros, cavado trincheras, donde la intolerancia a las ideas del contrario, el enfrentamiento es la rutina de cada día, que ya cansa.

Ahora, por la actuación de rey emérito, con unos comportamientos totalmente censurables, se ha vuelto a abrir un viejo debate, de esos que normalmente produce enfrentamientos subidos de tono, porque nos recuerda los negros sucesos de nuestra historia, los dos bandos, las dos Españas de Machado, las viejas heridas. Después de años en letargo han vuelto con una "fuerza nueva" por la derecha, que reivindica valores que algunos creímos olvidados, y de un encaje constitucional muchas veces dudoso, siendo generoso; también por la izquierda puede que se haya mirado demasiado al pasado con poca generosidad, para personas que les cuesta más evolucionar.

Tenemos mucho donde mirarnos en Europa, pero que sea en la parte más cutre, más intolerante es una pena

En este país donde la extrema derecha es el tercer partido del país con más de tres millones y medio de votos, merece la pena una reflexión, desde luego tenemos mucho donde mirarnos en Europa, pero que sea en la parte más cutre, más intolerante es una pena. En este contexto solo nos faltaba que al exjefe de Estado con tratamiento de Rey emérito, se le hayan visto todas las vergüenzas, aquellas que durante tanto tiempo, tantos medios y personas han tapado, haciendo un flaco favor al emérito y sobre todo a la institución de la monarquía. 

Somos muchos los que creemos que quienes más hacen por la III república son los que con un comportamiento corrupto, con su falta de ética dejan la institución de la monarquía a los pies de los caballos. Ya la propia monarquía es de esas instituciones donde para justificarlos hay que hacer actos de fe, rascar en la tradición, que está cogida con pinzas en un mundo moderno, el poder heredar la jefatura de Estado por razón de nacimiento. 

Muchas veces se habla de modelos de estado, o de la territorialidad del mismo, ya que son comodines muy útiles para tapar posibles deficiencias de gestión, o distraer al personal; ahora bien, estamos ante problemas que no dejan indiferente a nadie, y donde el debate sosegado se da pocas veces. Toca esa parte de los sentimientos que nos emociona, y donde la racionalidad a veces se deja en la percha para ocupar el puesto en la trinchera, y con las armas dialécticas propias y las que nos facilitan los de nuestro bando para disparar contra los argumentos del contario.

Ello puede ser incluso enriquecedor, siempre que este enfrentamiento tenga como única víctima la injusticia, se busque lo mejor para el conjunto, asegure los derechos de todos los ciudadanos, sin privarnos de los ya reconocidos en nuestra propia constitución. Esto puede ser casi una perogrullada, es aquello de, les das una bandera, un argumento y a luchar contra los infieles, que ya se sabe, siempre están en el otro bando.

No me mueve la bandera, pero sí lo creo mejor para la sociedad donde vivo

Confieso, soy republicano que le voy a hacer, se me nota no lo escondo, es una creencia racional en mi caso, no emocional, no me mueve la bandera, pero sí lo creo mejor para la sociedad donde vivo. De la misma manera escucho y respeto al máximo los argumentos de los monárquicos, y aunque me parece muy difícil en este caso, no me cierro a que otros tengan mejores argumentos. Países como el Reino Unido, Dinamarca, Holanda, Bélgica, Suecia, o Noruega son monárquicos, y por ello no creo que sean menos democráticos, incluso la neutralidad de alguien no comprometido con un partido político en la jefatura del Estado puede ser útil. Todo tiene sus matices, pero algunos preferimos que sean los ciudadanos quienes elijan quién les representa, y que tengan la oportunidad de cambiarlo si no están de acuerdo. 

En medio de una pandemia poner en solfa el modelo de Estado igual no es el momento más oportuno, pero el exponer las cosas con claridad y desde el respeto a los demás, pues eso nunca está de más. Es cierto y negar lo que todos vemos es de necios, el periodo más largo de libertades democráticas en nuestro país se ha dado por el respeto a los derechos constitucionales, y desde 1978 ya ha llovido, en este modelo con la monarquía parlamentaria, quitando el controvertido 23F, ha sido más un adorno al sistema que parte ejecutiva del mismo. 

El problema viene cuando ese adorno huele a podrido, y no hay argumentos racionales que lo sustente, nuestra constitución tiene grandes virtudes, pero no puede ser un tótem inamovible, una esfinge de mármol grabada como los X mandamientos. Requiere de actualizaciones, que no dejen en evidencia situaciones como las que estamos viviendo. Teniendo que acudir en caso de pandemia al Estado de Alarma pensado para otras cuestiones, o siendo usada para tapar "presuntos" delitos del exjefe de Estado que nada tienen que ver con su función de representación.

Un monárquico no es mi contrario, ni mi enemigo, ni alguien al que tenga que mirar con superioridad moral, como tantas veces hacen algunos; que también flaco favor hacen a aquello que dicen defender. Nuestra generación hizo unas normas, que hay que reconocer han sido positivas, pero ahora tenemos que dar cauces para que la sociedad decida su futuro, sus normas y modelo de Estado en el que quiere vivir, al final eso es la democracia. No pongamos puertas cerradas con mil llaves para guardar un libro sagrado, si hace falta tanta seguridad igual es que no es tan bueno como pensábamos.

Tengo que reconocerlo, he tenido envidia a los franceses cuando nos hablan de los valores de la república "libertad, igualdad, fraternidad"; aunque por aquello de conseguir la utopía, y siendo una constitución monárquica, siempre me quedo con el artículo 13 de la constitución de 1812, nuestra Pepa. "El objeto del Gobierno es la felicidad de la Nación, puesto que el fin de toda sociedad política no es otro que el bienestar de los individuos que la componen".  
 

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