viernes. 19.04.2024

Dos legitimidades y una Constitución

En la situación que se vive actualmente en Cataluña algo se ha roto, esa noción de pertenencia, de arraigo se ha diluido, el enfrentamiento y los agravios han creado o aumentado el sentimiento de rechazo hacia el otro.

Sentirse de un lugar, de un grupo, de una nación, de un Estado, está más cerca de una emoción, del lugar de nacimiento, de donde uno se cría y vive, de una educación, de reconocerse como miembro de ese grupo, algo que no es fácil de explicar.  Los sentimientos no siguen muchas veces el camino de la lógica y la razón, mucho menos la jurídica, por ello legislar sobre sentimientos es un tarea muy complicada.

Esa noción de pertenencia, de ser de..., la satisfacción de sentirse parte integrante de un grupo, sentirse reconocido porque se ve reflejado al identificarse con sus valores y costumbres, ello confiere una conducta activa al individuo, que está dispuesto a defender su grupo, a los que considera los suyos, y a manifestar su adhesión, apoyo o inclusión a la Comunidad de manera pública.

En la situación que se vive actualmente en Cataluña algo se ha roto, esa noción de pertenencia, de arraigo se ha diluido, el enfrentamiento y los agravios han creado o aumentado el sentimiento de rechazo hacia el otro, que incluso en muchos casos se ven como enemigos aquellos que antes formaban parte del mismo grupo. Algunos futboleros los explicarían con el fichaje de Neymar por el PSG, él era un ídolo, un símbolo del barcelonismo,  que le defendía incluso en lo indefendible, y al cambiarse de equipo, de grupo, pasan a quemar su camiseta, es un traidor para algunos.  La falta de puentes entre las partes es el problema de fondo, de alguna forma, una parte de ese grupo ya no está conforme, ni se siente parte del mismo, y por mucho que las normas digan lo contrario, contra los sentimientos la imposición no funciona, estas personas sienten un profundo rechazo a aquellos que nos les dejan crear su propio camino, nación, Estado.

Aquí no vale la ambigüedad, es más esa ambigüedad es profundamente sospechosa y se castiga

Tal es el enfrentamiento que muchas veces se ha perdido la racionalidad, es como una moneda donde unos sólo ven la cara y sólo es válido si defiendes sus posturas nacionalistas, otros por el contrario sólo ven la cruz y sienten un profundo rechazo hacia aquellos que hablan de la posibilidad de destruir la unidad indisoluble de la nación. Los que se quedan de canto, como puede ser la postura de Podemos, les dan  caña los dos grupos  o intentan llevárselos a su huerto, aquí no vale la ambigüedad, es más esa ambigüedad es profundamente sospechosa y se castiga. 

Hay mucho cansancio por todas partes con el tema del referéndum del 1-O y posible declaración universal de independencia de Cataluña. De tanto hablar sobre el tema catalán, su utilización partidista y de no darle soluciones cansa y hasta aburre a muchos. Sin embargo estamos ante una situación complicada, donde las partes no han buscado puntos de encuentro, sino todo lo contrario, el enfrentamiento, que les conviene, alimenta sus propios planteamientos ideológicos y electorales creando un abismo entre dos sensibilidades que hoy se ven como dos mundos antagónicos . 

Ahora bien, ello no significa que no tenga importancia, la tiene y mucha, estamos ante el mayor reto y desafío al que se enfrenta el Estado, ya que pese a los antecedentes del País Vasco con el Plan Ibarretxe, que se diluyeron en el tiempo, aquí estamos hoy ante una apuesta de una parte muy importante y activa de la población (cerca de 2 millones de personas en la calle es una presión que pocos Estados pueden soportar sin modificar sus estructuras), de sus instituciones, que están dispuestas a llevar ese enfrentamiento hasta limites no conocidos en España. Simplemente los números nos dan una visión de la magnitud del desafío, Cataluña es un peso pesado dentro de la economía de España, con más de 7,5 millones de habitantes, la segunda Comunidad en población del Estado, la primera por su peso en el PIB, y una de las sociedades más avanzadas del Estado.

El derecho de autodeterminación de los pueblos, un derecho reconocido por la ONU a las Colonias para lograr su independencia, ha sido asimilado por los nacionalistas para fundamentar su derecho, por el cual si la mayoría de la población quiere ser una nación o Estado ese es un derecho básico. Así la Ley de Desconexión cita textualmente el Pacto Internacional sobre Derechos Civiles y Políticos aprobado por la ONU en 1966, que fue ratificado por España en 1977, el cual reconoce  el Derecho de Autodeterminación. Nuestra legalidad reconoce a Cataluña como nacionalidad histórica en su Estatuto de Autonomía, al amparo de lo dispuesto en el artículo segundo de la Constitución española, que reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que integran España, de donde se puede sacar el concepto de plurinacionalidad puesto otra vez en el debate por el Partido Socialista.

Simplemente los números nos dan una visión de la magnitud del desafío, Cataluña es un peso pesado dentro de la economía de España

Desde el punto de vista meramente jurídico, lo cierto es que tiene muy difícil encaje la aplicación de la segregación de una parte de un Estado, entre otras situaciones porque quienes hacen las normas internacionales son los representantes de estos Estados, y legislar contra ellos mismos sería como meterse goles en su propia portería, son jueces y parte de esa legislación. La aplicación del derecho positivo tanto nacional como internacional no parece que abra puertas a la celebración de un referéndum de independencia, si el mismo no es pactado entre la partes, y menos a la Declaración Unilateral de Independencia, que dentro de la Unión Europea, lleva a situaciones que pueden ser incluso absurdas, querer separase de un territorio, pero seguir siendo miembro del club al cual pertenece el mismo, que tiene normas para poder vetar la incorporación de un nuevo Estado a la Unión Europea.

Por otra parte, los que en Cataluña llaman "unionistas" aquellos que niegan cualquier posibilidad de segregación de su territorio tomando como base tres conceptos básicos : 1. Sobre  la integridad del territorio nacional lo deciden todos los ciudadanos del mismo, ya que afecta a todos los ciudadanos de la nación y nunca lo puede realizar sólo la parte que se quiere segregar. 2. La legalidad vigente impide cualquier consulta sobre una posible independencia de una parte de su territorio, la propia Constitución basta leer su artículo segundo que no deja lugar a dudas "La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles..." 3. La falta de legitimidad para realizar un referéndum por la falta de competencias de la Comunidad autónoma para realizar el mismo. 

Frente a estos argumentos los nacionalistas marchan "a todo gas" hacia un referéndum que les permita declarar la República de Cataluña, aunque para ello se tengan que saltar la Constitución y demás normas que lo impiden basándose en 1.- Derecho de Autodeterminación 2.- Su historia como Nación 3.- El punto más importante, la voluntad popular del Pueblo Catalán es muy mayoritariamente favorable al referéndum según las encuestas, por encima del 75%, algo incuestionable. Es cierto que  los partidarios de la Independencia, según los últimos datos, dividen casi por la mitad el censo electoral entre favorables a esa independencia y contrarios a la misma, pero eso no cuestiona la amplia petición del referéndum.

Está situación tan compleja enfrenta en nuestro país dos legitimidades, la de los ciudadanos que muy mayoritariamente piden ese referéndum, y la legalidad vigente que lo prohíbe, como diría nuestro presidente "no es un tema menor, sino que es un tema mayor". Las preguntas que siempre nos quedan, ¿se puede impedir un referéndum que mayoritariamente pide un pueblo?  y ¿qué salida se le da a un territorio que puede sentirse legítimamente independiente, y quiere seguir su propio camino?. Lo cierto es que con los argumentos expuestos por los representantes del Estado y la legislación vigente, no hay posibilidad alguna de referéndum, sin cambiar nuestro ordenamiento jurídico,  puesto que una Comunidad Autónoma no tiene competencia para ello. 

Nunca es tarde para el diálogo, para la humildad y el reconocimiento de errores, aquí si que se tiene que imponer la fuerza de la razón y dar cauces para que quien esté en una nación tenga sentimientos de pertenencia a misma, y no se sienta amordazado dentro de un Estado al que no quiere pertenecer. Enfrentar la ley y la democracia es una falsa dicotomía que sólo puede dañar a ambas. La política es el arte de solucionar problemas de los ciudadanos, y es lo que tenemos que exigir a los responsables políticos, soluciones, no atizar el enfrentamiento entre personas y comunidades, no tensionar a funcionarios y población civil , así como crear puentes que nos hagan la vida mejor, si no ¿para qué los necesitamos?

Dos legitimidades y una Constitución
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