jueves. 25.04.2024

La frontera

La cultura de lo fácil, de lo que nos deben dar los demás... Aquello de regalar los oídos para  conseguir adhesiones, nada como prometer el cielo, pero nadie dice que hay que construir la escalera y hacer el esfuerzo de subirla.

Se escuchaba el viento entre los árboles, él no entiende de fronteras, ni distingue la mar de la tierra adentro, sopla con la misma intensidad sus ramas que tus cabellos o las velas de este ya viejo galeón.

Mirar a nuestro alrededor y ver como esta brisa, ese rumor malsano que nos rodea puede llegar a ser decadente si no levantamos esa mirada de un círculo vicioso que no cesa. La descalificación fácil del populismo de media cocción, donde enseñan la cara amable, nos venden que solo tenemos derechos para llevarnos a su huerto. Nos dan crédito sin fin, a fondo perdido, que no nos preocupemos que podemos gastar y gastar, que cuando la deuda sea muy grande perderemos hasta la libertad para ser esclavos de sus intereses. 

La cultura de lo fácil, de lo que nos deben dar los demás... Aquello de regalar los oídos para  conseguir adhesiones, nada como prometer el cielo, pero nadie dice que hay que construir la escalera y hacer el esfuerzo de subirla.  Se produce la teoría del jarrón chino que por muy hermoso que sea, su fragilidad es parte de esa misma belleza efímera, pocos piensan en el tiempo dedicado para conseguir esa maravilla, en las horas que el artista ha empleado para dominar esa técnica que a nuestros ojos parece casi imposible, y sin embargo  se necesita tener mucho cuidado, tanta delicadeza, ya que un simple golpe puede acabar con tan valiosa obra de arte, y después cuando se unen los trozos ahí quedan las cicatrices, las fronteras entre lo que fue y la realidad. 

Tenemos tendencia a no valorar en su justa medida las cosas positivas, dar por hecho que estas vienen solas, o con el viento del este, que durarán para siempre

Tenemos tendencia a no valorar en su justa medida las cosas positivas, dar por hecho que estas vienen solas, o con el viento del este, que durarán para siempre. La reflexión sobre cómo, cuándo y por qué ... nos resta tiempo para seguir perdiéndolo ante una pantalla, contemplando las vidas de otros, al igual que un buen plato se aprecia más cuando se conoce su elaboración, los productos y técnicas empleadas para conseguir esos sabores, también es positivo saborear las buenas cosas de la vida, siendo consciente de los costes, de los esfuerzos invertidos para conseguir las mismas. 

Una de las cosas más inútiles, y que mejor sabe hacer nuestra especie, son las barreras y fronteras que tejemos, conspiramos y construimos artificialmente, con el diferente, con el que no piensa como nosotros. La pereza nos puede y es más fácil seguir con nuestro adormecimiento, que despertar para luchar contra molinos de viento, por mucho que los mismos con sus aspas de injusticias nos estén partiendo el alma. 

El drama ha quedado grabado en nuestra retinas, en la frontera de la injusticia, en la orilla del río Bravo, duele ver esa imagen de los cuerpos sin vida de Óscar y Valeria Martínez, padre e hija de 25 años y apenas dos años, nos ha vuelto a enseñar la dura realidad, la miseria que no se quiere ver, la injusticia que no cesa, nos ha devuelto al recuerdo de Aylan el niño sirio muerto hace ya 4 años en las costas de nuestro Mediterráneo. La tragedia no es casual, es el fruto de una política, o incluso de una ideología que hace de las personas seres ilegales.

La caravana de la miseria llena de peligros, sigue caminando hacia su frontera. Otros allá, a lo lejos en horizonte, en la pantalla de cristal la vemos pasar, a los que van abriendo nuevos caminos que a veces acaban en la orilla de un río, o incluso en el fondo de la mar. Nosotros seguimos en esa pereza intelectual que tiene que ver con ideas condensadas en unos pocos caracteres, hacen mucho más fácil poder ser manipulados, e incluso eso puede ser un problema menor, cuando lo que realmente queremos es vivir en nuestro nicho fuera de toda realidad, lo que menos nos importa es que las ideas, las nociones que incluso defendemos con toda pasión sean veraces, con esa realidad inventada vivimos "tan agustito"

A veces solo queremos tener razón, no nos importa ni la verdad, nos importa que nuestra posición sea la ganadora, lo importante en una discusión no es participar, es ganar al adversario

Sobre la manipulación de las masas tenemos en nuestra memoria lamentables recuerdos, dio lugar a los más tristes acontecimientos de la historia de la humanidad. Cuando nos une el 90%, nuestra visión cuántas veces solo se centra en ese 10% que no separa. A veces solo queremos tener razón, no nos importa ni la verdad, nos importa que nuestra posición sea la ganadora, lo importante en una discusión no es participar, es ganar al adversario, ponerle una frontera construida con palabras que no buscan más que hinchar nuestro ego, y que continúa  poniendo fronteras, ya lo dijo el poeta "¿Qué pasaría si quemamos todas las banderas para tener sólo una, la nuestra, la de todos, / o mejor ninguna porque no la necesitamos? / ¿Qué pasaría si de pronto dejamos de ser patriotas para ser humanos? / No sé... me preguntaba yo: ¿Qué pasaría...?"  

Sabemos que vamos de paso con final cierto, que el presente es la frontera entre el pasado y el futuro, no creemos en ella muros que impidan seguir avanzando, ganando de la experiencia e ilusionarnos con los sueños de ese mundo mejor, el que está entre la locura y la cordura, entre la razón y el pensamiento, entre la caricia y el silencio, entre la muerte y el otro lado del río Bravo, entre tú y yo. El viento sigue soplando, él nunca se frenará ante nuestras fronteras...

La frontera