sábado. 20.04.2024

¿Dónde está Afganistán?

Resumir el mundo en buenos y malos es demasiado infantil, además nos puede llevar a cometer muchas injusticias, sobre todo porque juzgamos a la población por sus dirigentes.

Cuando decimos que los americanos son unos ignorantes sobre Europa, que no saben ni situar a España en un mapa, a nosotros nos pasa algo parecido con muchos países de Asia Central, Turkmenistán, Uzbekistán, Tayikistán..., que tienen frontera con Afganistán seríamos muchos los que tendríamos serias dudas para situarlos.

El desconocimiento de ese país y de su cultura es muy grande, por nuestra parte como mucho, y por las noticias, nos suena la capital, Kabul,  y las ciudades de Kandahar y Jalalabad. Eso sí, todos, o la mayoría, tenemos una opinión de lo que allí ha sucedido, una información que nos ha llegado muy filtrada, controlada e interesada, así puede que entre la realidad y lo que conocemos haya un largo camino. Nos presentan muy resumido un complejo problema de tribus, etnias, religión, ...,  nos lo ponen fácil como en las series de segunda, o en esos culebrones, donde los malos son muy malos; si, sin duda, son los  talibanes, que por cierto etimológicamente significa estudiante, y los buenos, ya sabemos son como siempre  los nuestros, o los que se acercan a nuestra concepción de la vida.

Resumir el mundo en buenos y malos es demasiado infantil, además nos puede llevar a cometer muchas injusticias, sobre todo porque juzgamos a la población por sus dirigentes. Durante cuarenta años España ha sido una dictadura, pero ello no quiere decir que los millones de españoles fueran todos fascistas, neonazis, ...

Igual a la hora de juzgar la situación de Afganistán tenemos que hacerlo con más sensibilidad hacia sus culturas, imponer por la violencia un Estado no parece lo más democrático, y poner al mando del mismo a los que occidente elige a dedo, que no tienen el respaldo de su propio pueblo, algunos con un pasado muy poco respetable, otros más que convencidos son comprados, ¡vaya caldo de cultivo!, como para dejarlos solos. 

Así, cuando se deja de pagar se acaba la fidelidad y la ideología, todo ello, igual tiene mucho que ver con lo que ha pasado... Donde parece que una parte de la población ha preferido volver a la Edad Media, que a seguir con corruptos y paniaguados.

Es cierto, lo que sale a la luz no necesita candil, y la aplicación de la sharía o ley islámica en su sentido literal, puede dar lugar a profundas limitaciones o incluso violaciones de los derechos humanos, como pasa con los integristas de la mayoría de las religiones, al tomar la misma no como una religión libre de practicar, sino como imposición con rango de constitución y obligación, donde sus normas pasan a ser derecho positivo, ley de aplicación directa a la población.

La religión ha estado muchas veces detrás, o incluso delante, de esos regímenes dictatoriales y autoritarios

La religión ha estado muchas veces detrás, o incluso delante, de esos regímenes dictatoriales y autoritarios, usando la misma para someter a los ciudadanos. Nadie ha sabido mover voluntades y hacer creer incluso en lo que no existe, ni a los ojos de la ciencia, ni de la razón, como las religiones. 

Su poder es tal que quien interpreta los designios llegados del más allá, sin duda, domina a los que estamos en el más acá, en este mundo lleno de preocupaciones, y donde tantas veces se valen de un ser sobrenatural, para que nos ayude, o alcance, hasta donde nosotros no llegamos. Desde el respeto a todas, ya que demostrar actos de fe, o negarlos, es tan complicado como pintar las ondas, que salen de la radio, de colores; pero eso sí, esa libertad tiene que ser recíproca,  sin imposiciones y respetando los derechos fundamentales.

La historia reciente de Afganistán es la de un Estado fallido, la de un invento de occidente, donde su objetivo fundamental era acabar con el terrorismo internacional y se ha adornado para poder intervenir un país. Así Estados Unidos comenzó su intervención en Afganistán en el 2001 tras los atentados del 11-S, buscando  acabar con Al Qaeda y su líder Osama Bin Laden,  para lo cual puso en el poder, en Kabul, hombres de paja, títeres de occidente.

Lo cierto, que la democratización del Afganistán no es más que una excusa, y el supuesto apoyo a su población, un medio para conseguir esos fines, que una vez logrados, muerto el líder del grupo terrorista y metido el miedo en el cuerpo a los posibles sucesores, ya no había interés en seguir gastando esos importantes recursos destinados a la zona. Así Joe Biden ordenó a sus tropas regresar a casa, dejando el país en manos de los mismos que hace 20 años, justificaban su actuación militar.

Este éxito de los talibanes que han conquistado todo Afganistán en menos que canta un gallo, demuestra hasta que punto se nos ha vendido una gran mentira

Este éxito de los talibanes que han conquistado todo Afganistán en menos que canta un gallo, demuestra hasta que punto se nos ha vendido una gran mentira, hablando de un aperturismo, de un nuevo país, de una constitución democrática que reconocía los derechos humanos, pero que la población afgana nunca ha considerado como suya, porque  durante las últimas dos décadas lo que ha hecho esa nueva élite, que mandaba allí, ha sido enriquecerse con las ayudas millonarias de Occidente. 

Estas palabras de Joe Biden lo explican diáfanamente "EEUU no debe combatir y morir en una guerra que los afganos no están dispuestos a librar". Lo cierto es que es muy fácil echar la culpa de todo a los yankis, ellos han puesto el 80% de los recursos y de los soldados desplazados, desde esta Europa acomplejada, que nunca ha tenido una política internacional conocida, que no sea las colaboraciones y seguidismo de EEUU, desde la segunda guerra mundial, se habla mucho, pero se hace muy poco. Durante muchos años nadie se ha acordado de Afganistán, y cuando pase lo noticiable volverá a ser para nosotros como Turkmenistán, Uzbekistán, Tayikistán, nombres para un concurso de TV.

Que los grandes mandatarios pidan ahora por los derechos de las mujeres, de los niños, por los derechos humanos en Afganistán, cuando occidente se ha marchado dejándolos tirados, puede ser uno de los mayores ejercicios de hipocresía en muchos años.

 

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