sábado. 20.04.2024

Desde la ventana empañada

Estos días cuando puedes estar en tu casa calentito, con esa taza de caldo, por la ventana se ve la escarcha, y piensas en esas personas que la vida les ha dado tantas cornadas, no tienen una casa, un lugar donde poder resguardarse, o simplemente su salario o pensión no les llega para pagar el calor de la estufa es lamentable, que seamos tan duros con los que menos tienen, y tan condescendientes con los que nos meten la mano en el bolsillo. 

Es un día frío de este invierno seco, donde ya se apagaron las luces de las fiestas, pero todavía no han pasado los servicios contratados por el ayuntamiento para quitar bombillas y adornos, ahora parecen llevar allí tanto tiempo, que están en un lugar donde ya no les corresponde.

Algo parecido pasa con ciertos mensajes, volver a escuchar a estas alturas e incluso tener que justificar la necesidad de leyes tan necesarias, que han alcanzado tan amplio consenso, como la ley contra la violencia de género, esto es, contra la violencia machista es preocupante, y en lugar de seguir avanzando para hacer este mundo más habitable, hay quien se empeña de forma recurrente en volver al pasado. Como los que van conduciendo y  miran más tiempo por el retrovisor que al camino que recorren,  con ello la posibilidad de estrellarse es grande, no sólo para ellos sino también para los demás, aunque vayas de forma correcta, cumpliendo todas las normas, puede venir ese loco despistado y te lleva por delante.

Cómo es posible que no estemos vacunados contra la intolerancia, contra el pensamiento único, contra la violencia, contra la discriminación, contra la xenofobia 

Hay mensajes que no se cuestionaban ni en los años 90, ahora, cerca de 30 años después  sacar de la chistera del pasado las más rancias medidas asusta, parecen propias de dictaduras ya olvidadas, están incluso contra, o bordean, los propios derechos humanos. Es para preguntarse ¿qué hacemos tan mal?. Por qué son tan atractivas ideologías pasadas por una mano de pintura para disimular la suciedad de dónde han nacido, siguiendo principios que llevaron al mundo a vivir las mayores atrocidades conocidas. Cómo puede haber tantos despistados de nuevo cuño. Cómo es posible que no estemos vacunados contra la intolerancia, contra el pensamiento único, contra la violencia, contra la discriminación, contra la xenofobia, es como para hacérnoslo mirar, pero sobre todo para estudiarlo y dar la respuesta que nuestra sociedad necesita.

Cuesta pensar que 400.000 personas en una Comunidad Autónoma puedan abrazar unas ideas que hablan de echar a 52.000 migrantes, en un lugar donde tantas familias han tenido que buscarse el futuro muy lejos de su tierra, o disculpar, dudar, poner en entredicho el maltrato, la violencia contra las mujeres, quitar derechos e incluso instituciones a los ciudadanos, presentar iniciativas contra el medioambiente, desmotar la educación, sanidad, seguridad, justicia y volver a un Estado jacobino, centralista, alejado de los ciudadanos,... Es algo más que una leve enfermedad de nuestro tejido social, mucho tiene que ver con el hartazgo de la corrupción la cual ha contaminado las instituciones, el gran descrédito de quienes nos representan, las crisis del sistema son el alimento de los extremos, da la sensación que los ciudadanos debemos elegir entre susto o muerte.

Se ha deteriorado tanto la imagen de los servidores públicos,  por sus propias actuaciones, que actualmente puede venir cualquier cantamañanas, eso sí con mucho dinero y apoyos, y ser el Presidente del país más poderoso del mundo. Lamentablemente seguimos sin dar la importancia debida a movimientos que nos pueden hacer tanto daño, sin distinguir la confrontación política de ideas diferentes y los que cruzan las rayas de la ética y las normas más básicas de nuestra convivencia. Hay dos posiciones, si a los que están fomentando ideologías que se sitúan fuera de la legalidad vigente hay que obviarlos, no darles importancia y sobre todo no darles publicidad, y quienes mantienen la posición contraria, esto es, quienes dicen que hay que combatirlos desde la raíz, desde el inicio, no darles tregua por ser como un virus que se propaga muy rápidamente y luego es imposible contener.

Todas las comparaciones son odiosas, y está demuestra que no se debe menospreciar la capacidad de hacernos daño que tenemos los humanos. El Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán, en las elecciones de 1928 apenas consiguió el 2.6%, unos 800.000 votos, fue subestimado y ridiculizado por editoriales en importantes periódicos de la época,  dos años más tarde tenía el 18% y más de 6 millones de votos,  en 1934 sumaba 32% con más de 13 millones. Cuando ganó las elecciones se dijo que la sociedad alemana nunca permitiría una dictadura pues era una de las  democracia más fuertes de Europa y estaba totalmente consolidada. La realidad, las trágicas consecuencias las conocemos todos, más de 55 millones de muertos y... Parece increíble que se siga incubando "el huevo de la serpiente" en nuestra vieja Europa.  Sin duda es necesario proteger la convivencia, a los más desprotegidos, la democracia y la libertad de los ciudadanos, poner limites a los que traspasen y dañen la misma, incluso aunque se disfracen de corderos con el evangelio en la mano.

 Qué duro y qué injustos somos muchas veces, cuando hablamos de justicia social y nos encontramos con tanto egoísmo que se te empaña esa ventana por la que se ve la vida.

Pensar en esas personas que apenas tienen para subsistir, se ganan la vida trabajando duro, en la construcción, recogiendo fresas, vendiendo en el top manta, lejos de los suyos y qué esa sea la preocupación y no los que se llevan el dinero de todos a los paraísos fiscales,  los que mueven los hilos de la economía con el único interés de poseer más riqueza, los que levantan muros y destruyen puentes.

Estos días cuando puedes estar en tu casa calentito, con esa taza de caldo, por la ventana se ve la escarcha, y piensas en esas personas que la vida les ha dado tantas cornadas, no tienen una casa, un lugar donde poder resguardarse, o simplemente su salario o pensión no les llega para pagar el calor de la estufa es lamentable, que seamos tan duros con los que menos tienen, y tan condescendientes con los que nos meten la mano en el bolsillo. Alguna responsabilidad tienen los que les compran el discurso y alimentan estos comportamientosQué duro y qué injustos somos muchas veces, cuando hablamos de justicia social y nos encontramos con tanto egoísmo que se te empaña esa ventana por la que se ve la vida.

Desde la ventana empañada
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