viernes. 29.03.2024

Dar un paso atrás

Nadie reconoce que se ha equivocado, todos se refuerzan en sus posiciones, se hinchan como globos de colores para que les vean y les oigan desde lo más lejos posible.

La importancia de saber dar un paso atrás,  muchas son las veces que uno se equivoca, que mete la pata, que se confunde de camino, que se ofusca con su razón sin levantar la mirada, que un error no nos haga cometer muchos más por no reconocer el mismo.

Estos errores pueden quedar dentro del ámbito privado, pero cuando son en público tienen consecuencias sobre amplios colectivos, aquí hay muchas más razones para la reflexión y es incluso más necesario el saber retroceder, cambiar el rumbo de la embarcación, cuando hemos perdido el norte o el rumbo no nos lleva a un puerto seguro. Esto de ser siempre el que  tiene razón, el que lo hace todo bien es muy sospechoso. Todos tenemos derecho a equivocarnos, la diferencia puede estar en saber reaccionar a tiempo, en poner remedios para que esa confusión, equivocación no nos lleve a un pozo del que sea más complicado salir, o produzca mucho más daño.

En el tema del Estado de Alarma muchos son los que se han equivocado, pero ninguno reconoce su error: el Ejecutivo, que tanto gobierna por decreto, saca pecho, uno recuerda a la exvicepresidenta primera, Carmen Calvo, pidiendo una legislación para dar seguridad a los ciudadanos en las pandemias, sabias palabras que quedaron en el olvido, demasiada prepotencia y poco consenso.  La oposición, que cuando era necesario arrimar el hombro para trabajar todos en la misma dirección, hizo lo posible por debilitar a ese gobierno por su propio interés, sin importarle un comino los daños que con ello nos pudiera causar. La propia justicia que ha dado muestras de irresponsabilidades con resoluciones donde  priman derechos teóricos como tomar unas copas por la noche, sobre la necesidad de proteger la salud de todos.

Nadie reconoce que se ha equivocado, todos se refuerzan en sus posiciones, se hinchan como globos de colores para que les vean y les oigan desde lo más lejos posible. Estos días el Presidente del Gobierno de viaje por el imperio decía. "Soy un político que cumple; la oposición solo grita", todo humildad, pero la oposición no se queda corta, así Pablo Casado afirmaba: "Sánchez dejará un país destrozado y si hace falta me achicharraré para salvarlo". Se ve la alta opinión que tienen de sí mismos y el poco crédito que dan a los demás.

Da la impresión que la humildad en la política es un pecado para los cristianos, un error para los demás. Aquí siempre es quién la dice más fuerte, o quién hace más ruido para ser noticia y salir en los medios. Todo por un titular, por unos minutos en los telediarios e informativos. En esta olimpiada del ego la batalla por la medalla de oro, en nuestro país, está muy competida.

En seguida te dirán que todos no son iguales, y para  los suyos siempre habrá una justificación, para el oponente, el contrario, caña, caña y caña, si es el Gobierno, ya se sabe no hay derecho, este es lo peor en siglos, para los otros la oposición, esa "derechona" que nunca reconoce a los gobiernos cuando ellos no están en el poder. Luego está la extrema, que juega en otra categoría, así con los que no reconocen  derechos básicos y fundamentales mejor hacer pedagogía para que dejen estas posiciones.

La verdad es que tanta simpleza, tanto enfrentamiento por enfrentamiento sin aportar nada, solo sirve de miseria intelectual, pero además, mientras ellos están entretenidos en sus peleas palaciegas, los demás seguimos sufriendo las consecuencias de su inacción. Últimamente en esta guerra, pelea, enfrentamiento ha entrado un tercer poder, si teníamos al ejecutivo, al legislativo, pues ahora el poder judicial se nos ha echado al monte, tomando resoluciones y sobre todo esas elucubraciones que parecen verdaderas declaraciones de intenciones, donde más que juzgar hechos, muestran gustos y opiniones que muchas veces ni vienen a cuento, ni nadie las ha pedido.

Cierto que los jueces tienen limitaciones en su libertad de expresión, sobre todo en aquello que tiene que ver con lo que pueden resolver, para no estar contaminados por opiniones anteriores que pueden prejuzgar antes de los propios procesos. Ahora bien, se ha hecho también muy habitual ver algunos jueces que sin el mejor recato juzgan en tertulias como si estuvieran realizando sus labores jurisdiccionales, no se cortan un pelo, e incluso mucho más discutible son aquellos jueces metidos a políticos, que desarrollan puestos en el gobierno y los parlamentos para luego sin mediar tiempo, ni luto alguno, pasan a ser titulares de diferentes juzgados, o incluso magistrados de altos tribunales. Luego no es de extrañar que de los jueces se diga que están politizados, que sus asociaciones son correas de transmisión de algunos partidos políticos, según quien proponga los jueces para el Tribunal Constitucional o Consejo del Poder Judicial sabemos a qué asociación pertenecen, y qué corriente doctrinal defienden.

Duro debate el cómo se deben elegir los jueces, aunque la Unión Europea nos da pistas y nos tira de las orejas, ya que las menos convenientes son las que tenemos actualmente, sin embargo el que está en poder nunca quiere cambiar los métodos, y el que está en la oposición solo los defiende en ese tránsito que no manda.

La última resolución del Tribunal Constitucional sobre la legalidad del primer Estado de Alarma es un claro ejemplo de todo esto. Un Gobierno que se olvida de la división de poderes y entra en la crítica al TC como un forofo, una oposición que hace oportunismo político y demagogia, diciendo lo que debe hacer el gobierno, sin embargo, cuando ellos tuvieron mayoría absoluta no cambiaron una coma, y unos jueces que en su resolución y en sus votos particulares mezclan datos jurídicos y opiniones fuera de lugar.

Mientras se siga pensando que solo los míos hacen bien las cosas, poca esperanza nos queda, de que en nuestro país tengamos aquello que llamamos defender el interés general, tener sentido de estado... Aquí, por muchas equivocaciones que se comentan, parece que nadie está dispuesto a dar una paso atrás, es lo de "sostenella y no enmendalla".  Seguimos sin dar un paso atrás o al lado, para que otros lo hagan mejor que nosotros. Así lo manifestaba Friedrich Nietzsche, en el Ecce homo, "Cada logro, cada avance del conocimiento, depende de la resistencia contra uno mismo."

Ojalá todo se pudiera resolver con un corrector, con los amigos que te hacen ver tus errores y te ayudan a salir de los líos donde te has podido meter, por ello la importancia del entorno y de los que pueden hacer ver otras realidades.

Un país mejor es posible, pero los que optan a dirigirnos y los dirigen tienen que cambiar el camino y reconocer sus propios errores. Ese, sin duda, sería un primer paso, e incluso saber dar ese paso atrás puede ser un ejercicio de sabiduría.

Dar un paso atrás
Comentarios