viernes. 19.04.2024

Hasta el orto, de los ERTE

Algunos hemos visto esta medida con recelo desde el primer momento, y las diferentes modificaciones que ha habido de la misma, no ha hecho sino afianzarnos en dicha percepción.

Pues sí, debo confesar que este de los ERTE, regulados por real decreto del gobierno con ocasión de la crisis del coronavirus, es un asunto que me lleva a mal traer durante todo este periodo de confinamiento. Lo hace en mi convicción de que esta no se trata de la mejor de las soluciones para superar los estragos económicos de este mal trago, o al menos de que no se trata de la medida que deberíamos ambicionar, o reivindicar, quienes nos encontramos en el espacio más progresista del espectro ideológico de este país. Y lo hace hasta el punto de llevarme a considerar, si no estaré yo obsesionado con el tema y, por supuesto, si no seré yo quien esté equivocado en mi percepción de dicha medida. Desde luego que esta es una posibilidad más que factible. Lo que ocurre es que hasta el momento, nada ni nadie ha conseguido convencerme de lo contrario. Nada ni nadie ha conseguido que algunos de los aspectos de la medida en cuestión, dejen de chirriarme e inspirarme desconfianza. El principal,… que se ponga la misma herramienta al alcance de Bar Manolo que de Inditex.

Uno de los grandes problemas de la aplicación de estos ERTE “por causa de fuerza mayor” comienza con el relato

Uno de los grandes problemas de la aplicación de estos ERTE “por causa de fuerza mayor” comienza con el relato. Es decir, una de las primeras cosas que a mí me cabrea del asunto es el hecho de ver a este gobierno, a algunos de sus ministros y ministras y a gente que con las que comparto ideología, vender esta medida como la gran solución a esta crisis. Aun cuando implica un impacto económico considerable para las maltrechas economías de las familias más precarias o vulnerables. Es decir, quizás podría llegar a estar de acuerdo con que no haya habido posibilidad alguna de encontrar otra alternativa, que no haya quedado más remedio que aplicarla para salvar los empleos a futuro teniendo en cuenta los negros nubarrones que se ciernen, que ya se cernían de hecho, sobre nuestra economía. Pero lo que uno no puede hacer, desde la izquierda, es tratar de transmitir la idea de que estamos ante el no va más de las políticas de corte social de este gobierno. De ser así, estamos apañados.

La izquierda asume de esta manera la trampa del lenguaje característico de la ideología neoliberal. Un lenguaje que viene asociado a las sucesivas reformas laborales que han ido precarizando las condiciones de trabajo y los derechos de la clase trabajadora de nuestro país, y que utiliza el subterfugio de los ERTE (Expedientes de regulación temporal de empleo) para hablar de ajustes de plantilla que, cuando estos implican una suspensión del contrato, no son otra cosa que despidos temporales. Despidos temporales que presuntamente implican el derecho del empleado a recuperar su puesto de trabajo pasado un tiempo, algo que en muchas ocasiones no se cumple. Despidos temporales que habitualmente son criticados por la izquierda y los sindicatos porque, además de suponer un coste económico a las familias de los trabajadores afectados, suponen un asalto al salario indirecto de los trabajadores, y suponen poner un adoquín más en el camino a la generación de una crisis de deuda del Estado. Dicho esto, ¿somos conscientes de cómo quedamos de cara a futuras negociaciones a la hora de afrontar la aplicación de esta medida por las empresas, para supuestamente salvar puestos de trabajo con cualquiera de las excusas con las que habitualmente se solicitan? Pues quedamos ideológicamente desarmados y socialmente deslegitimados de cara a la patronal y a la opinión pública, que ahora asume esta medida como algo enormemente positivo.

Por otro lado, algunos hemos visto esta medida con recelo desde el primer momento, y las diferentes modificaciones que ha habido de la misma, no ha hecho sino afianzarnos en dicha percepción. Pocos días después de la aprobación del Real decreto de los ERTE, el gobierno tuvo que modificar el decreto vinculándolo únicamente a la vigencia del estado de alarma. Bien, era un error de cálculo que algunos ya no cometíamos, el de la duración de dicho estado de alarma y las consecuencias que se podían, a posteriori, vincular a los efectos del coronavirus. Es decir, se había aprobado la medida pensando, seguramente, en suspensiones de contrato de dos o tres semanas. Supongo que cuando el gobierno vio la magnitud de su error, rectificaron. Y es que los ERTE permiten cobrar el 70% de la base reguladora,… pero atención, solo los seis primeros meses, a partir del sexto mes baja al 50%. Imaginemos que no se hubiese rectificado, habría sido muy fácil aducir dificultades financieras y prolongar los ERTE meses y meses y la gente sin llegar a medio mes. Bueno, pues en Canarias ya no tienen que imaginárselo porque ese es precisamente el acuerdo al que el gobierno de España ha llegado con Coalición Canaria para el sector turístico de las islas, no rectificarlo y volver al primer escenario. Eso es lo que pide también la CEOE con carácter general y eso es lo que quiere el PP. Quizás si no se hubiese apostado por una medida tan conservadora, ahora presionarían de una manera menos agresiva. Quizás, si esta no hubiese sido la solución aplicada, no nos recorrería ahora a algunos un escalofrío por la espalda con solamente imaginarnos que lo de Canarias se extienda a todo el sector turístico y hostelero del país, y otros ámbitos de nuestra economía.

Esta caída de ingresos viene acompañada de la aprobación de medidas sociales, que en realidad no son otra cosa que moratorias de pagos

Aún con todo, es posible que eso no ocurra y eso esperamos. Pero debemos pensar también, en el mal que esta medida ya ha causado. Estamos ahora mismo en una crisis de productividad, es decir, ha habido un parón laboral parcial y se ha parado de producir. Eso ya supone un impacto económico que asegura una depresión económica de dimensiones considerables, estamos en ese escenario de caída del 10% del PIB. Algo inevitable. ¿Qué era lo que hace mes y medio ya decían algunos economistas? Que había que procurar inyección de liquidez al sistema poniendo dinero directamente en el bolsillo de los “consumidores”, esto es,... "no dando créditos a las empresas, sino asegurando que no haya un impacto importante en la caída del consumo”. Esta era, y es, como digo la recomendación de muchos economistas. Recomendación en la que tiene un difícil encaje el hecho de haber mandado al paro a la gente a través del mecanismo de los ERTE con una pérdida salarial del 30 o el 40% durante meses. Esta medida asegura que ocurra precisamente lo que los economistas advierten que hay que evitar, es decir, la tormenta perfecta de una crisis de producción seguida de una crisis de consumo por falta de liquidez, esfumándose la famosa recuperación en V a la que algunos aspiran. Además, esta caída de ingresos viene acompañada de la aprobación de medidas sociales, que en realidad no son otra cosa que moratorias de pagos de suministros básicos o hipotecas para una parte mínima de estos trabajadores acogidos a un ERTE. El resto siguen pagando, con el añadido de que el confinamiento, aumenta la cuantía de este tipo de gastos. Esto ha dado lugar, además, a la proliferación de ofertas de créditos a bajo interés que las entidades bancarias (no intervenidas, que esta es otra que también habría que tratar) están ofreciendo. Es decir, se empuja a las familias, sin querer, al endeudamiento.

¿Qué impacto puede tener esto en nuestra economía a medio plazo? ¿Cuánto dinero están perdiendo las familias acogidas a un ERTE? Podemos estar hablando de alrededor de 5.000 millones de euros al mes en todo el estado. Solo un dato, las familias españolas gastan en ocio y cultura unos 30.000 millones de euros al año. Me pregunto si no se dará la gran paradoja de que precisamente aquellas pequeñas empresas que se dice se quieren salvar con los ERTE no acabaran siendo hundidas por ellos, debido a que es de aquí de donde estas familias van a recortar gasto en los próximos meses. Así que, esta medida, no se ha implementado para salvar a los pequeños empresarios, pymes y autónomos, se ha implementado para salvar los balances de las grandes empresas que se han acogido a la misma.

El esfuerzo tendría que haber sido asegurar el mantenimiento íntegro de los salarios

El esfuerzo tendría que haber sido asegurar el mantenimiento íntegro de los salarios. Está claro que a las pymes habría que haberles dado más ayudas para este fin. Pero estos recursos económicos extra se podrían haber detraído de la prohibición, aprovechando el estado de alarma, a esas grandes empresas, de la aplicación de cualquier despido o recorte en la nómina de sus empleados. De esta forma la salida a la crisis sería también más rápida porque los ciudadanos mantendrían intacta su capacidad de consumo. Claro, estamos hablando de incrementar el déficit y la deuda, pero también de jugar a una recuperación económica más rápida. Esto es adelantar gastos futuros que no se tendrían por qué haber producido, pero que finalmente se van a producir. Y por supuesto, estamos hablando de una mayor celeridad a la hora de aplicar medidas fiscales que ya tenían que estar aprobadas, de una mayor firmeza en las negociaciones con la UE para obtener recursos sin contraprestaciones, de cambiar algunas o muchas de sus estructuras para que, entre otras cosas, permitan a los bancos centrales financiar a los estados al cero por ciento de interés, de tomar el control público de los sectores estratégicos de la economía aunque hubiese sido de manera temporal, de obligar a la banca a devolvernos los miles de millones prestados, etc,… Uno no deja de tener la sensación de que en este gobierno, alguien teme importunar a los mandamases del Ibex 35 y se decanta por otro tipo de decisiones menos lesivas para sus intereses.

Está claro que esto último es lo difícil y complicado, lo fácil son los ERTE. Puedo entender la dificultad de las negociaciones y la toma de decisiones en el consejo de ministros, es más, estoy seguro de que algunos de los razonamientos aquí expresados, son compartido por los miembros de UP en ese gobierno con mucho más detalle y conocimiento del que alguien como yo pueda tener. Pero lo que a uno lo deprime es la ausencia total de crítica en la sociedad civil. Se supone que nuestro papel es asegurarnos de que el equilibrio de fuerzas en la opinión  pública se decanta del lado tal, que obligue al gobierno a llevar a cabo medidas lo más progresistas y proteccionistas posibles para la mayoría de los ciudadanos de este país. Bien, esto no está ocurriendo, ahora la moda es defender medidas de corte socialdemócrata moderado como el no va más y casi acusar de alinearse con la derecha a aquellos que tienen una visión más crítica e intentan compensar en lo social la desfavorable correlación de fuerzas en lo institucional. Parece que los tiempos no son propicios para la defensa de algunas de nuestras más firmes convicciones. Pero también podría ser que algunos estemos equivocados. Espero que así sea, aunque lo dudo.

Hasta el orto, de los ERTE
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