viernes. 19.04.2024

La heroica “resistencia francesa”

Curiosamente, el actual Gobierno francés (al igual que antes hicieran los anteriores, sin importar el signo político del que se trate) favorece la llegada de inmigrantes del Tercer Mundo (desde hace décadas) a las regiones donde, precisamente, existe un mayor sentimiento de identidad no francés; y con la clara y evidente intención de poder ahogar así las señas de identidad respectivas en dichos territorios. Una política esta que se emplea en Francia desde los primeros tiempos de la Quinta República (el régimen republicano en vigor en Francia desde el 5 de Octubre de 1958), con Charles de Gaulle a la cabeza; y de la cual los bretones y alsacianos, por ejemplo, y sin ir más lejos, tienen un “grato recuerdo” al haberse aplicado sobre ellos las políticas de “corrección lingüística republicana”.

Sirva el ejemplo francés como estímulo para preservar y conservar nuestra amada y querida lengua cántabra, pues teniendo nosotros mejores y más adecuados medios para su supervivencia y conservación, no siempre (la mayoría de los casos) se hace todo lo que se debería y debiera en su favor.

Como ejemplo de superación, y también de amor inmenso a sus lenguas respectivas, se expone en este artículo de manera breve (aunque simbólica), el valor de la resistencia lingüística en la actual República francesa continental, por parte de las lenguas que en dicho país no tienen reconocido como se debería su actual realidad lingüística y cultural; pues ésta es negada sistemáticamente por un gobierno jacobino y centralista de manera y forma altanera, soberbia y humillante desde hace décadas.

A pesar de que Francia suscribió en 1999 la _Carta Europea de Lenguas Regionales_ (que obliga a sus firmantes a reconocer esas lenguas, protegerlas y facilitar su enseñanza), París no ha dado aún pasos reales y efectivos para facilitar su justa ratificación, lo cual implicaría modificar su Constitución; cuyo artículo 2 dice: “La lengua de la República es el francés”. Y así es como, efectivamente, se refleja en su sistema educativo, cuya Administración depende únicamente del Gobierno central; no dejando mucho margen para que las expresiones diferentes al francés sean tenidas en cuenta y/o valoradas convenientemente.

Sin embargo llama poderosamente la atención que el actual gobierno centrista y socio liberal de En Marche (La République en Marche) autorice y favorezca ahora la enseñanza de lenguas no europeas (como en este caso ocurre con el árabe), pues considera (Septiembre de 2018), en palabras de su ministro de Educación, Jean-Michel Blanquer que: “el árabe es una gran lengua literaria, y deber ser aprendida, no solo para los que son de origen magrebí o de países de lengua árabe”.

Durante el anterior mandato del socialista François Hollande, el Gobierno francés presentó a finales de Julio de 2015, el proyecto de ley de modificación constitucional para ratificar la Carta Europea de Lenguas Regionales o Minoritarias, cumpliendo así un compromiso del presidente François Hollande. El Gobierno entonces pretendía y afirmaba: “Esta carta pretende proteger y promover las lenguas regionales o minoritarias” y no incluye “ni los dialectos del francés ni las lenguas migratorias”, indicó entonces la Presidencia francesa en un comunicado.

Curiosamente, el actual Gobierno francés (al igual que antes hicieran los anteriores, sin importar el signo político del que se trate) favorece la llegada de inmigrantes del Tercer Mundo (desde hace décadas) a las regiones donde, precisamente, existe un mayor sentimiento de identidad no francés; y con la clara y evidente intención de poder ahogar así las señas de identidad respectivas en dichos territorios. Una política esta que se emplea en Francia desde los primeros tiempos de la Quinta República (el régimen republicano en vigor en Francia desde el 5 de Octubre de 1958), con Charles de Gaulle a la cabeza; y de la cual los bretones y alsacianos, por ejemplo, y sin ir más lejos, tienen un “grato recuerdo” al haberse aplicado sobre ellos las políticas de “corrección lingüística republicana”.

Tampoco es casual que el Gobierno francés rehiciera en el año 2014 el mapa regional

Tampoco es casual que el Gobierno francés rehiciera en el año 2014 el mapa regional con la evidente intención de ahogar los sentimientos identitarios “periféricos”, pasándose así de las 24 regiones de antes, a las 13 actuales. Y ello sin atender a ni una sola de las aspiraciones regionalistas y/o nacionalistas que en ese momento decidieron oponerse a tamaña e intolerante impostura, toda ella recubierta de tremenda felonía, abuso y tiranía.

Aún así, y a pesar de las inmensas dificultades que existen a la hora de preservar el inmenso patrimonio lingüístico que existen en Francia, la República francesa (Francia metropolitana, departamentos y territorios de ultramar) reconoce nada menos que hasta 75 lenguas autóctonas francesas, distintas y diferentes del idioma francés. Si bien a comienzos del pasado siglo XX, aún se podían escuchar en la

Francia continental, nada menos que 66 lenguas y dialectos diferentes del francés actual y estandarizado. En la actualidad las más representativas son once, de las cuales las más conocidas son: el alsaciano, el corso, el vasco, el gascón (para algunos una adaptación del occitano), el provenzal, el bretón, el catalán, el occitano, el saboyano, el normando y el neerlandés.

No obstante también se usan y tienen hablantes el tureno (Anjou y Turena), el pitouvinés (Poitou), el berrichonés y el borbonés (Berry y Borrón), el borgoñés (Borgoña), el picardo (Picardia y Norte-Paso de Calais, Francia y Flandes-Bélgica), el champañés y el alemán-suizo en localidades como Vallorcine (en el valle de L’Eau Noire), entre el Col des Montets y la frontera suiza.

El moselano, se habla además de en Lorena (Francia), también en la parte más al Sur de Flandes (Bélgica), en Alemania a lo largo del río Mosela, y en Rumanía aún hay hablantes en la Transilvania. El luxemburgués y el alemán se hablan en un área extensa (de aproximadamente 500 km cuadrados) al Sur de Luxemburgo, en el departamento de Mosela (en la región Alsacia-Champaña-Ardenas-Lorena); y ya llegando hasta la ciudad de Thionville.

El fráncico renano o franconio renano, es una familia de dialectos del alemán central occidental, que a su vez comprende los dialectos alemanes que se hablan en regiones del Oeste de los Estados de Sarre, Renania-Palatinado y Hesse; en Alemania. En Francia se habla en la parte Oriental del departamento del Mosela, en Lorena, y en el Norte del departamento del Bajo Rin; en Alsacia.

Aún así y con todo, en Junio de 2017 investigadores del CNRS publicaron en Internet un atlas sonoro de las lenguas regionales de Francia. Y gracias al trabajo de Fréderic Vernier, Philippe Boula de Mareuïl y Albert Rillard (del laboratorio LIMSI), a partir de ahora es posible escuchar alguna de las 126 versiones de una misma fábula de Esopo (“El viento y el sol”); en la mayoría de las lenguas regionales de Francia con sus diferentes variantes. Esta es su página:

http://www.sorosoro.org/es/2017/06/20-de-junio-de-2017-investigadores-del-cnrs-publican-en-internet-un-atlas-sonoro-de-las-lenguas-regionales-de-francia/ [1]

 

No podemos dejar pasar la oportunidad de reproducir los siguientes párrafos de la investigadora e historiadora de estudios literarios francesa especializada en la historia cultural de la Europa contemporánea, Anne-Marie Thiesse, cuando en “Centralismo estatal y nacionalismo regionalizado. Las paradojas del caso francés”, nos recuerda:

“En vísperas de la Revolución francesa, el reino de Francia se caracterizaba por su centralismo (empeño de la monarquía a lo largo de los siglos precedentes, y sobre el que aquella apoyaba su poder), por la continuidad del territorio (a diferencia del imperio habsbúrgico, por

ejemplo, que poseía enclaves más o menos vastos a lo largo del continente europeo) y por una innegable diversidad. La ampliación del dominio real a lo largo de los siglos se había efectuado mediante la incorporación y conquista de poblaciones que conservaban una serie de instituciones, de códigos jurídicos y, obviamente, de prácticas culturales específicas. Esta heterogeneidad no constituía ningún problema en la medida en que la misma era prenda de sumisión y fundamento de la paz civil. Pero empezó a parecer chocante cuando se fue delineando una nueva concepción del mundo, que vinculaba la buena gestión de los seres, de los intercambios económicos y de la producción a una estandarización mínima de los procedimientos y de los estatus”.

Los idiomas “no franceses” aún cuentan en la actualidad con un importante número de benefactores y simpatizantes

A día de hoy, y pesar a la feroz política de represión de las identidades y de las especificidades regionales que con saña se dan en la Francia del siglo XXI, y que en última instancia tienen como fin último la alineación del individuo, así como las diferentes y organizadas políticas globales de conductismo social y radical de la sociedad, los idiomas “no franceses” aún cuentan en la actualidad con un importante número de benefactores y simpatizantes, siendo quizá el renacido movimiento occitano de los últimos tres-cuatro años un buen exponente de esto que ahora y aquí manifestamos y decimos.

La heroica “resistencia francesa”
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