sábado. 20.04.2024

Cuidado con el conocimiento falso, es más peligroso que la ignorancia

Quizá estas personas se escandalizan menos cuando oyen esta palabra (gásfiter), que a lo mejor hasta les resulta “exótica”, a cuando escuchan en su propia tierra la palabra “fontaneru”.

George Bernard Shaw fue un dramaturgo, crítico y polemista irlandés cuya influencia en el teatro, la cultura y la política occidentales se extiende desde 1880 hasta nuestros días. Afirmaba y decía allá por los bien entrados comienzos del siglo XX: “Cuidado con el conocimiento falso, es más peligroso que la ignorancia”. Con ello Bernard Shaw nos avisa de la necesidad de tener cuidado con los rumores, así como el también tener en cuenta que si no se atajan de raíz, y no se influye en ellos con éxito, se corre el riesgo de que los mismos sean considerados como ciertos  por parte de los demás.

En español a la persona que arregla tuberías se le denomina habitualmente “fontanero”, que al cántabru da “fontaneru”. Sin embargo, a algunas personas en Cantabria les parece “horrible”, o si se prefiere, “improcedente”, o mejor, “propio de paletos”, y así otros epítetos gloriosos y parecidos, el que muchas de nuestras palabras puedan acabar en “u”; no vaya a ser que a lo mejor les parezca mejor, y quizá más adecuado y correcto decir, por ejemplo, “gásfiter”. Palabra que según lo que marca y estipula la Academia Chilena de la Lengua (que es una de las veintitrés academias correspondientes de la Real Academia Española), es un operario cuyo oficio es reparar cañerías y artefactos sanitarios de casas o fábricas.

Resulta harto asombroso el comprobar como algunas de estas personas se ponen “nerviosas” cuando alguien se expresa en la lengua que le es singular y propia de quien ante le ha precedido

Quizá estas personas se escandalizan menos cuando oyen esta palabra (gásfiter), que a lo mejor hasta les resulta “exótica”, a cuando escuchan en su propia tierra la palabra “fontaneru”. ¿Y por qué? Pues es muy sencillo. Estas personas han sido anuladas total y completamente, o si se prefiere, han sido lobotomizadas (como sinónimo de tener escasas luces o de estar alienado) de una manera exageradamente brutal y violenta, a fin de así aceptar sin rechistar lo que les viene de fuera, al tiempo que son absolutamente incapaces de valorar y reconocer lo que les es propio y singular; quizá a lo menor porque estas personas no son originarias de Cantabria.

Y es que resulta harto asombroso el comprobar como algunas de estas personas (algunas se autodenominan así mismas “modernas”) se ponen “nerviosas” cuando alguien (que solo se limita a hablar su propia lengua autóctona y personal) se expresa en la lengua que le es singular y propia de quien ante le ha precedido. Gilbert Keith Chesterton, que fue un escritor, filósofo, apologista cristiano y crítico literario y de arte inglés, nacido en el último cuarto del siglo XIX (se le ha referido como el príncipe de la paradoja”, tiene para ellas una frase para el recuerdo: “El mundo moderno está lleno de hombres que sostienen dogmas con tanta firmeza, que ni siquiera se dan cuenta de que son dogmas”.

Y es que los “modernos” (muchos de los cuales rechazan lo propio, para abrazar así lo de fuera, aunque esto sea menos elevado, culto y original), y también los globalistas (que así se gustan de autodenominar, aunque en el fondo no sepan ni lo que son, ni tampoco lo que ellos mismos representan), al final tan solo son alfiles y peleles, que sin muchas veces tan siquiera saberlo, juegan en el tablero de una conciencia social inducida y programada por las televisiones dirigidas y manipuladas, para hacer así de la mujer y el hombre masa-objeto un bien con el cual poder comerciar y negociar a su antojo.

Hay y existen otras palabras que el español ha tomado del inglés, y que luego la lengua de Cervantes ha adaptado

Y son luego esas corporaciones y grupos de poder diverso (y muchas veces sin alma) los que se encargan concienzudamente de transmitir y divulgar en sus medios de la adoctrinación y de la exclusión, que aquellos que no hablen o se expresen según la norma (la suya), son unos “paletos” y unos “pueblerinos” que no están “al corriente de los nuevos tiempos y momentos que nos tocan vivir”. Y todo porque “lo actual” (y lo que ellos denominan que es “correcto” y “adecuado”), pasa inexorablemente por hablar, pongamos por caso, el español, el francés o el italiano aceptado y normalizado, relegando así, y por ejemplo, al cántabru, al alsaciano o al siciliano, a los abruptos submundos del ostracismo y la proscripción.

Y es que al igual que sucede con la palabra “gásfiter”, de la misma forma hay y existen otras palabras que el español ha tomado del inglés, y que luego la lengua de Cervantes ha adaptado (o deformado) según la cultura concreta del territorio y el lugar en el cual más tarde la lengua se desenvuelve. Unas palabras que no son necesariamente anglicismos (aunque en la forma sí que lo sean, como lo son, por ejemplo, “cool”, “closet”, “clip”, “link” o “mouse”, palabras inglesas que hoy usan los hispanoparlantes por las diferentes partes del mundo), sino más bien expresiones que de una forma espontánea han sido tomadas por las distintas sociedades que hablan español, y que luego han sido deformadas según la pronunciación; la mayoría de las veces sin importar lo más mínimo cómo se escriban estas en la lengua original.

Un omnipresente inglés que por lo tanto ha influenciado a miles de lenguas alrededor del mundo, aunque, sin embargo, la cercanía de la América hispano hablante con Estados Unidos hace que este fenómeno sea en esos territorios aún si cabe mucho más que claro y evidente. Por ejemplo, para el lingüista chileno, Carlos González Vergara (experto en morfología y sintaxis del español), esto es “un fenómeno muy normal cuando los hablantes de una lengua quieren traerse una palabra de otra lengua, siendo lo más habitual que la pronunciación, y luego su escritura, se adapta a la lengua de llegada, siguiendo sus moldes”.

Al final esas personas (las que repudian al cántabru, siendo muchas de ellas cántabras) no “rechistarán” cuando se diga, por ejemplo: “bichicome”, en vez de la palabra cántabra “endigenti”. Quién sabe si porque les parece “exótico”, o quizá, y a lo mejor también extravagante e inusitado, raro e inusual, estrafalario e infrecuente, singular e insólito.

Con la palabra “bistec” pasa algo parecido, pues se usa esta en vez de la palabra cántabra “chumarru”, que se emplea para referirse al filete de cerdo de la matanza. “Bistec”, que es una palabra muy empleada en todo el mundo (y no solo en Suramérica), es simplemente un filete de carne de vacuno. Viene del inglés “beef” (carne) y de “steak” (tajada o lonja).

O, por ejemplo: “guachimán”, en vez de la palabra cántabra “mesqueru”, que daría al castellano “vigilante”. “Guachimán”, por ejemplo, es en muchas partes de Suramérica un vigilante, un guardián de barcos, o sencillamente, un rescatista. La palabra proviene del inglés “watchman”.

“Bichicome” es en Uruguay una persona indigente que carece de un hogar. Se cree que su origen viene del inglés “the beachcombers”, la cual es una palabra muy común utilizada en lugares como California (EE.UU.) para referirse a las personas que caminan por la playa a la búsqueda siempre de distintos objetos que puedan ser útiles, para luego venderlos o bien reutilizarlos para su propio provecho.

Normalmente la expresión, o mejor, la exteriorización gestual y mímica de las personas dogmatizadas que habitualmente repudian el cántabru, cuando ellas escuchan estos préstamos provenientes de América es, por ejemplo: “indagación” y “curiosidad”, interés” y “asombro”, “inclinación” y “atención”. Sentimientos que son diametralmente opuestos a cuando estas mismas personas escuchan las mismas palabras (o parecidas) en la lengua que es propia y singular de Cantabria.

Y no sabemos y alcanzamos a comprender muy bien a estas alturas si esto se debe a que ellos son unos acérrimos militantes de la causa llamada “globalización lingüística”, que en los estudios políticos está relacionada con la difusión del inglés como una herramienta para la comunicación internacional entre individuos que lo utilizan como su primera, segunda o lengua extranjera, o si bien, y por el contrario, son unos entusiastas tenaces y vigorosos de la causa patriótica española, que necesariamente pasa siempre por conceder más relevancia, importancia y significación al español en contra de otra u otras lenguas; que en este caso sí que son propias y naturales del lugar y solar que habitan y que siempre han habitado.

Michael Crichton, que fue un escritor, guionista, director y productor de cine estadounidense nacido a mediados del pasado siglo, célebre por sus trabajos en los géneros de la ciencia ficción, la intriga y la ficción médica nos recuerda: “Se me ha pedido hablar sobre cuál considero que es el mayor reto que tiene que afrontar la humanidad, y tengo fundamentalmente una respuesta. El mayor reto que tiene que afrontar la humanidad es el de distinguir la realidad de la fantasía, la verdad de la propaganda”.

Cuidado con el conocimiento falso, es más peligroso que la ignorancia
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