viernes. 19.04.2024

Árboles y Ecoescuelas

Así pues planta tu árbol en tu pueblo o en tu ayuntamiento, junto con tu nombre (preferiblemente en cántabru) con su respectivo y característico nombre en cántabru. Este tipo de acciones y de actuaciones son las que pueden hacer posible que el cántabru pueda de nuevo volver a adquirir presencia y protagonismo en nuestra sociedad.

Si los árbulis dieran ensin jabar y alicuandu wifi, tou’l mundo prantaría árbulis y atollancaríamos la dejorestación… Aspia que solu pruduzcan l’usíginu qu’alendamos y encaricen el clima del praneta. (Si los árboles dieran sin dificultad y de vez en cuando wifi, todo el mundo plantaría árboles y detendríamos la deforestación… Lástima que solo produzcan el oxígeno que respiramos y regulen el clima del planeta).

Han pasado ya más de 30 años desde que el Partido Radical Italiano (fundado en 1955 y disuelto en 1992) propusiera ante el Parlamento Europeo concienciar a la población de la urgente necesidad de plantar un árbol por cada nuevo ser humano nacido. La propuesta entonces gustó y rápidamente se materializó con numerosas sugerencias y recomendaciones (algunas realmente originales y harto curiosas), habiendo sido entonces la ciudad de Madrid uno de los lugares pioneros en donde con mayor éxito y entusiasmo comenzó a aplicarse la iniciativa del entonces partido libertarista. A la postre ideas y consejos que con posterioridad luego serían aceptados en una buena parte del mundo (ya un nivel institucional) con sus respectivos y particulares retoques de localismos y regionalismos únicos y singulares. Y todo con el fin de sensibilizar y concienciara la opinión pública sobre la importancia de cuidar y de respetar la Naturaleza.

En algunos lugares lejanos, como por ejemplo sucede en el Rajastán indio, cuando nace una niña la comunidad planta en su honor (dándosele así la bienvenida en forma de ritual) 111 árboles. La iniciativa tiene como objetivo fomentar la igualdad de género, y de paso, contribuir a desarrollar la economía de la aldea. Los aldeanos plantan los árboles en los terrenos de pastoreo y la comunidad se asegura así, y de esta manera, que los árboles sobrevivan y crezcan hasta la edad adulta.

Gracias a este tipo de ritos y de manifestaciones propias y específicas de la cultura local se ha logrado, y ello ha contribuido y servido para que el ecosistema de este lugar (a mediados del pasado siglo muy deteriorado) haya visto incrementada su superficie arbórea en los últimos 25 años de una manera considerable en más de 300.000 nuevos árboles. Y estos árboles llevan en la inmensa mayoría de los casos los nombres de las niñas que han nacido en las aldeas y en los lugares en donde estos árboles han sido plantados.

Y es que desde que la vida es posible en la tierra los árboles son fuente de energía y de vitalidad, pues de ellos emana la fuerza y la salud necesaria que hace posible la realidad que hoy nos abarca y nos completa, rodea y llena. A ello se añade el que desde hace ya algún tiempo son constatados y muy verificados sus excelentes resultados terapéuticos que sobre el cuerpo humano ejercen estos magníficos seres vivos de propiedades verdaderamente sorprendentes.

Por ejemplo, cada vez más estudios constatan y verifican que pasear durante dos horas por un bosque reduce de una manera considerable la presión sanguínea, decrece la concentración de cortisol en la saliva (biomarcador del estrés), baja los niveles de glucosa en la sangre, reduce la actividad cerebral prefrontal y estabiliza la actividad nerviosa autónoma en los seres humanos.

Los aldeanos plantan los árboles en los terrenos de pastoreo y la comunidad se asegura así, y de esta manera, que los árboles sobrevivan y crezcan hasta la edad adulta

Los trabajos concluyen que pasear varias veces al mes por un bosque fortalece el sistema inmunitario, incrementa el vigor, y sobre todo reduce los niveles de ansiedad, depresión, angustia y fatiga. Pero y además de mejorar el sistema cognitivo, él puede inhalar las denominadas fitoncidas: sustancias volátiles y no volátiles producidas por plantas y árboles, y que a la postre son una suerte de aromaterapia natural in situ que relaja y activa el sistema inmunitario.

Con esta realidad sustantivada y con esta trayectoria incuestionable solo nos queda honrarlos y alabarlos, quizá (y por qué no) a como antiguamente también lo hicieron tiempo atrás nuestros antepasados. ¿Y qué mejor manera de hacerlo que plantándolos a fin de poder así hacer posible que su masa forestal crezca, se revitalice y se expanda por cuantos más lugares de la tierra mejor?

Y así también podría suceder que a la hora de hacer visible el cántabru en nuestra sociedad, igualmente también se podría imitar la propuesta italiana que en su momento hizo el Partido Radical, si bien añadiendo en cántabru el nombre de la especie arbórea que se planta cuando nace un nuevo ser humano. Por ejemplo, el aliso sería “alisa”, el pino sería “punturuelu”, la encina sería “ancina”, el álamo temblón sería “temblu”, el manzano sería “manzanu”, la acacia sería “alcacia”, el membrillo sería “palenzón”, el peral sería “perujal”, el endrino sería “_riñón”, la higuera sería “jigüera”, el alcornoque sería “sufra”, la morera sería “mancharena”, el cerezo sería “cirezu”, el abedul sería “abidul”, el enebro sería “anubiu”, el haya sería “jaya”, el melocotonero sería “piscuelu”, el fresno sería “galga” o “fresnu”, el platanero sería “enraicelu”, el roble sería “cajiga”, el nogal sería “cucunal”, el olivo sería “ulivu”, el sauce sería “salce”, etc.

Por otro lado este año (Junio) se cumplen 30 años de la celebración en Río de Janeiro (Brasil) de la Cumbre de la Tierra, justo el mismo tiempo que lleva en marcha el Proyecto Ecoescuelas. Un programa pionero en educación por el medio ambiente que surgió de esa reunión internacional, y que no es sino un programa internacional en el que participan casi 60.000 colegios de 68 países repartidos por todo el mundo.

El Programa Ecoescuelas pretende introducir y/o potenciar a nivel internacional la educación ambiental para el desarrollo sostenible y la gestión y certificación ambiental en centros de educación de todos los niveles. Su enfoque holístico, participativo y de aprendizaje desde y para la acción hacen de él un Programa ideal para que los centros escolares se embarquen en un proceso significativo para la mejora de su entorno y de la comunidad local, influenciando en la vida e implicando a la totalidad de la comunidad educativa del centro escolar: alumnado, profesorado, madres y padres, personal directivo, administrativo y de servicios, etcétera. Al mismo tiempo favorece la implicación de las autoridades municipales, requiriendo su colaboración para que las ideas surgidas en los centros sean llevadas a la práctica dentro y fuera del entorno escolar.

Este año (Junio) se cumplen 30 años de la celebración en Río de Janeiro (Brasil) de la Cumbre de la Tierra

El Programa anima al alumnado a desarrollar un papel activo y participativo en sus centros y les muestra cómo pueden mejorar y beneficiar su medio ambiente local, a través de medidas surgidas en los centros, en especial, en las temáticas básicas de agua, energía y residuos, así como en aquellas temáticas prioritarias cada año a nivel global; como ocurre es el caso actual del cambio climático. De este modo estimula en las futuras generaciones el hábito de participación en los procesos de toma de decisiones, así como conciencia de la importancia del medio ambiente en el día a día de su vida familiar y social, en el consumo responsable, la cooperación internacional y el comercio justo. Constituye también un buen vehículo para introducir la educación cívica y la educación en valores.

En Río de Janeiro hace 30 años los colegios ya decidieron apostar por la educación ambiental, y en ello siguen y aún andan, pues a día de hoy la formación de las personas en el respeto al entorno y el cuidado de la Naturaleza es clave para avanzar hacia una sociedad más sensibilizada con la protección del medio ambiente y la lucha contra las crisis climáticas. En España la concienciación empezó en 1998, y ya hay más de 600 centros de enseñanza implicados de todas las Comunidades Autónomas, además de Ceuta y Melilla.

Las ecoescuelas abarcan todos los niveles educativos (Infantil, Primaria, Secundaria y Bachillerato), aunque también hay centros de adultos de educación especial o de formación de idiomas o de música. Hay colegios privados, concertados y públicos dentro del programa, sin embargo, todas las ecoescuelas siguen una metodología común basada en siete pasos fundamentales, pues lo que se pretende es la participación de toda la comunidad educativa en el programa, o si se prefiere, un aprendizaje basado en la investigación, en la acción y en una cooperación entre centros.

Los siete pasos para formar parte del programa de las ecoescuelas son: 1) Formar un comité. 2) Hacer una ecoauditoría para analizar la situación de cada centro. 3) Integrar en el currículum escolar todas las acciones que se van a realizar para que sea un proyecto trasversal. 4) Diseñar el plan de acción pormenorizado. 5) Hacer un seguimiento y evaluación de todas las actividades periódicamente. 6) Hacer una adecuada y correcta difusión. 7) Diseñar un código de conducta con los compromisos que se llevan a cabo en el colegio.

El que el cántabru pueda entrar hoy en día a formar parte, de alguna manera, de este movimiento en favor del medio ambiente a través de las ecoescuelas puede ser, y de hecho puede suponer todo un avance y un gran reto. Solo es necesario el tener a las personas más preparadas y capacitadas para poder liderar este cambio.

Las ecoescuelas abarcan todos los niveles educativos (Infantil, Primaria, Secundaria y Bachillerato)

Un cambio que con muy pocos recursos económicos y asistenciales (humanos), por ejemplo, puede llevar a cabo perfectamente un Ayuntamiento pequeño o muy pequeño a la hora de sensibilizar y dar cobertura al ecosistema de la zona, así como a la lengua propia del lugar en donde se van a desarrollar y acometer las actividades en favor de la tierra y de la Naturaleza; y en donde el cántabru puede y podría ocupar de nuevo un papel central y más que protagonista a la hora de darlo a conocer y poderlo revitalizar.

Así pues planta tu árbol en tu pueblo o en tu ayuntamiento, junto con tu nombre (preferiblemente en cántabru) con su respectivo y característico nombre en cántabru. Este tipo de acciones y de actuaciones son las que pueden hacer posible que el cántabru pueda de nuevo volver a adquirir presencia y protagonismo en nuestra sociedad.

Árboles y Ecoescuelas
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