viernes. 19.04.2024

Manolete salió vivo de Santander

El cartel de la Feria de Santiago estampa el rostro aguileño de Manolete, su mirada extraviada de reo de muerte aplazada sin fecha y el coloreo magistral de Indalecio Sobrino.

La expresión de culpabilidad injusta más popular en España es ser el toro que mató a Manolete. Ese planeta tan ajeno al sistema solar denominado planeta taurino recuerda actualmente los 70 años de la muerte del torero. Quien realmente mató a Manolete fue un miura negro, entrepelado y bragado de 495 kilos llamado “Islero”. Entraba a matar a volapié en la plaza de Linares cuando el toro hizo de su arteria femoral cuestión de honor.

Manuel Rodriguez “Manolete” salió vivo por última vez de una plaza de toros en Santander, tres días antes de su muerte. Toreó la corrida de Beneficencia el 26 de agosto de 1947. El cordobés de nariz desmesurada y cuerpo recién salido de la paleta de El Greco no triunfó aquella tarde en Cuatro Caminos.

Manuel Rodriguez “Manolete” salió vivo por última vez de una plaza de toros en Santander, tres días antes de su muerte

Le esperaban más de 800 kilómetros de carretera hasta Linares. Y le aguardaban, en secreta complicidad, “Islero” y la parca. Si aquel miura no se hubiese cruzado en su vida para acabar con ella, Manolete cumpliría el próximo 4 de julio 100 años. El fotógrafo que retrató la cogida mortal se llamaba Canito y parecía inmortal hasta que falleció el año pasado a los 103 años.

Las últimas palabras del torero fueron “¡Qué disgusto se va a llevar mi madre!”. Su progenitora llevaba asumido en su nombre el sufrimiento, doña Angustias Sánchez. Lo mismo que su gran amor acarreaba en el apellido la premonición: Lupe Sino. Era el sino trágico de la mujer a la que no dejaron despedirse de Manolete en el lecho mortuorio del hospital por temor a un matrimonio “in artículo mortis”.

El cartel de la Feria de Santiago estampa el rostro aguileño de Manolete, su mirada extraviada de reo de muerte aplazada sin fecha y el coloreo magistral de Indalecio Sobrino, el tío que mejor pinta los toros a este lado del Cantábrico. 

Manolete es ya un mito desangrado. Un matador matado. Un referente de la España imposible del blanco y negro. Un ídolo teñido de rojo. Un cordobés cuyo ejecutor ocupaba un sitial preferente en la plaza de Linares.

Hasta que alguien robó la cabeza de “Islero”. Y es que hay gente que pierde la cabeza por atesorar fetiches. Como lo leen.

Manolete salió vivo de Santander
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