viernes. 29.03.2024

Cuando se yergue la villanía

Imploro para que las cosas cambien, los mandatarios a un lado y otro del logaritmo neperiano que es la política se humanicen y la gente sepa identificar la matrícula correcta sin necesidad de hacer un curso en el servicio de empleo.

(Si un político, sea cual fuere, se vacuna por delante de un octogenario es un indecente. La piltrafa social puede estar arriba y la dignidad, abajo, en las suelas de zapatos con plantillas de cartón. El barco de la indecencia y la insolidaridad navega con la bandera de la villanía. Y no entiende de babor o estribor; proa o popa. La enseña negra se yergue en cualquier estancia de una nave que, hoy en día, va a la deriva).

Lo que se dice en campaña debiera ser prueba de cargo para ponerles puente de plata

Son tantas las vilezas de determinados políticos que dan ganas de exiliarse al planeta rojo, donde poder entregar la sangre a vampiros voraces pero fieles. Donde nadie haga campaña con el RH de la mentira. Asistimos, en el plano nacional, a la clase política más baja, menos preparada, más mentirosa y demagógica que se recuerda y, aún así, lucen palmito sin un palmo de consideración ni credibilidad. Auténticos y auténticas botarates y ‘botaratas’, reyes y reinas de las alpargatas. El Covid, el precio de la luz, el IVA de las mascarillas, la Corona, la Constitución, la política internacional, la destrucción del 78…  Son el reverso de Midas: todo lo que tocan o toquitean lo convierten en hez: zafios jumentos con amplios emolumentos.

Dicen que nieva porque la blanca simiente alumbrará un año de bienes. Copos para preñar a una sociedad precaria hasta la suciedad. Lo que se dice en campaña –y da igual quién lo afirme, si los que ‘malgobiernan’ o los que ‘malopositan’– debiera ser prueba de cargo para ponerles puente de plata: limón sobre la nata.

Escribo en una tarde de sur plomizo, a 20 de enero. Es posible que cuando estas líneas vean la luz nada haya mutado. Aunque imploro, lo mismo que un náufrago sin cantimplora, para que las cosas cambien, los mandatarios a un lado y otro del logaritmo neperiano que es la política se humanicen y la gente sepa identificar la matrícula correcta sin necesidad de hacer un curso en el servicio de empleo. Mientras tanto, frente a los que repiten como papagayos lo de ‘año de nieves, año de bienes’, sólo puedo objetar: ponte a cubierto mientras tengas tiempo.

Cuando se yergue la villanía
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