jueves. 28.03.2024
TRIBUNALES

El sargento acusado de acoso laboral a una subordinada defiende que “ella me juró odio eterno”

La agente que denunció el caso asegura que ya se sentía “discriminada” antes del nombramiento de su jefe, aunque desde su llegada “no ha habido paz nunca”.

El hombre, encargado de la Unidad de Violencia de Género, asegura que fue a partir de la desaparición del móvil de la mujer cuando “mostró su lado más omiso a todas las instrucciones”.

El sargento de la policía local de Santander, durante el juicio
El sargento de la policía local de Santander, durante el juicio

La agente de la Policía Local de Santander que denunció a su jefe, el sargento encargado de la Unidad de Violencia de Género, ha admitido este lunes en el juicio celebrado contra él que ya se sentía "discriminada" antes del nombramiento de su superior, aunque "las relaciones se tensionaron" cuando asumió el mando de la oficina él, que ha manifestado por su parte que en dichas dependencias "no ha habido paz nunca".

Así lo han expresado en la sesión, celebrada en la Audiencia de Cantabria, y en la que víctima y acusado -de acoso laboral a una subordinada- se han referido a diferentes episodios laborales, a partir de uno de los cuales -la desaparición del teléfono móvil de ella- no "existía posibilidad" alguna de mantener una relación "cordial y formal", según ha expresado el mando: "Ella me juró odio eterno", ha sentenciado.

"No me veo representado en la persona a la que ella alude en su querella, sinceramente", ha confesado el sargento

El hombre, que solo ha contestado a las preguntas de la fiscal que pide un año de prisión y 16.050 euros de indemnización- y de su abogado, ha indicado que a partir de ese hecho la agente "mostró su lado más omiso a todas las instrucciones" que se le daban, y ha apuntado al respecto a diferentes y constantes "problemas".

Pero el responsable de la Unidad ha precisado en la vista, -celebrada en la Sección Primera de la Audiencia de Cantabria y que continuará esta semana con la declaración de testigos, informes y conclusiones- que la denunciante tampoco "se hablaba nunca" con el resto de miembros del grupo.

El juicio ha comenzado con el acuerdo de la sala, a raíz de las cuestiones previas planteadas por la Defensa, de que solo se enjuician hechos ocurridos entre enero de 2014 y mayo de 2016. En cualquier caso, el procesado -que lleva 37 años en el Cuerpo- ha asegurado que desde su llegada a la Unidad ha venido trabajando "sometido a un proceso injusto", toda vez que si bien ha "podido tener diferencias" -"con esta persona o cualquier otra"- no ha "insultado", "vejado", "humillado" o "amenazado" a esta agente, ya que siente "respeto" por la Policía y sus efectivos.

"No me veo representado en la persona a la que ella alude en su querella, sinceramente", ha confesado el sargento a los magistrados, a los que ha aclarado que él "siempre" que ha habido "necesidad" -por motivos laborales- de dirigirse a su subordinada lo ha hecho, porque no se "llevaba mal" con ella.

RELACIÓN COMPLICADA

Por contra, ha expuesto que la relación de ella -con 22 años de servicio- con él era "complicada", y ha abundado en este sentido que era la policía quien "omitía deliberadamente comunicarse conmigo, de forma voluntaria" y "se negaba sistemáticamente a cumplir las normas", en tanto que él se "limitaba a cumplir las obligaciones".

El jefe también ha negado haber dado órdenes a mandos intermedios -súbitos suyos, pero superiores de la víctima, como un cabo de la oficina- para que la tratasen de manera "discriminatoria". Según ha detallado, el "primer problema" con la querellante comenzó cuando ella planteó la necesidad de cambiar los protocolos en la oficina, a raíz de lo cual se celebró una reunión fuera de estas dependencias, en un local municipal, que resultó ser un "fiasco".

Y es que uno de los objetivos de la misma era "limar asperezas" entre integrantes del equipo -también entre la denunciante y otra agente, con la que "desde el primer momento" hubo "enemistad, fricciones y discusiones" hasta el extremo de que una vez estuvieron "a punto de llegar a las manos"-. Pero el encuentro acabó con "ataques personales" de la agente hacia sus compañeros. El jefe ha admitido que al término del mismo le comentó si le compensaba seguir en una oficina en la que estaba en "total desacuerdo con todo", pero ha puntualizado que lo hizo "sin acritud" ni "ningún tipo de amenaza", sino "en plan coloquial" y con "la mejor intención".

Ahí dio por "concluida" su relación con ella y "empezaron" los incidentes, que se "tensionaron" con la desaparición del móvil de la agente en el lugar de trabajo. Su jefe -que ha apuntado a la posibilidad de que lo hubiera perdido- visionó las grabaciones de la cámara de seguridad y comprobó que nadie había entrado en las dependencias, pese a lo cual -ha lamentado- ella puso denuncia por robo ante la Policía Local, alegando que le "daba igual", según ha asegurado.

A partir de ahí, la situación fue a "peor", y se ha referido a diferentes hechos a modo de ejemplo, como el encargo de un informe urgente hasta "por tercera vez" que no recibió físicamente por lo que dio cuenta de este incumplimiento, aunque ha admitido que sí le llegó por email, algo que era "una constante" en ella porque "la relación de confianza se había destruido".

CIENTOS DE EMAILS Y GRABACIONES

Así, tenía una "auténtica obsesión por mandar correos electrónicos a todo el mundo", "cientos" según su abogado, que ha cifrado en también más de un centenar las conversaciones grabadas por la víctima. Ella ha justificado el envío de los emails desde que vio que "la cosa tomaba mal camino", para "cubrirse la espaldas" a la hora de justificar diferentes asuntos, como ausencias de la oficina por descanso o motivos médicos.

"Él salió un día enfurecido, persiguiéndome y chillándome por los pasillos para que no enviara más correos, sino que se lo dijese de viva voz", ha comentado la policía, que ha reconocido que grababa las llamadas de teléfono que le hacía. Pero "yo, de servicio, siempre he hablado con él lo que he necesitado y precisado", ha remachado.

Al hilo de lo anterior, el agente también ha reprochado a su subordinada "falta de información" -verbal o por escrito- por una operación -de acompañamiento a una víctima de violencia de género al hospital que se efectuó de manera "inusual"- y a pesar de que ella no participó en la misma, sino que estaba en la oficina, pero "antepuso su amistad conmigo". No obstante, la policía ha asegurado que se enteró de lo ocurrido con posterioridad, de ahí que no lo comunicara.

Por otro lado, el sargento ha admitido que en un informe suyo para pedir refuerzos en la unidad -al estar la agente de baja y ante las próximas vacaciones de otro integrante- aludió para ello "absentismo laboral" de la denunciante, término que empleó sin "connotación agresiva". Es más, ha admitido que no fue "afortunado" al usar dicha expresión.

A este respecto, también se ha referido a partes de baja de la denunciante que le parecía que no estaban suficientemente justificados porque se los entregaba sin el correspondiente "sello", y entre otros extremos ha admitido que en una ocasión, cuando ella acompañaba a una víctima de violencia de género, fue "detrás" de ellas en coche por varias calles de Santander.

"Era como de película", ha expresado la policía local sobre este capítulo, y después de relatar que las siguió por el centro de la ciudad y tras varios vehículos, por lo que de vez en cuando -y según comprobaba ella por el espejo retrovisor- él sacaba la cabeza por la ventanilla para asegurarse que ambas continuaban circulando por delante, lo que la llevó a acelerar y subirse incluso a una acera.

El jefe de la oficina también ha aludido a ausencia de comunicaciones directas cuando la querellante salía desayunar, o en una ocasión que se durmió y llegó tarde al trabajo. A estos y otros episodios se ha referido asimismo la denunciante, que ha respondido a preguntas de todas las partes. En relación a las salidas reglamentarias para tomar el café ha señalado que tenía que comunicarlas en base a una "instrucción personal" que le dio el jefe. "Desde hoy, cuando salgas a tomar café me lo dices, y cuando vuelvas, me lo dices", en tanto que el cabo la avisó de que estaba siendo "mirada con lupa". Estas órdenes dieron pie a "mofas", "chistes" y comentarios "jocosos" de otros compañeros hacia ella.

La mujer ha indicado que interpuso la querella en 2015, cuando se vio "con fuerzas" para hacerlo, para poner "coto y freno" a la situación, que previamente había comunicado al Ayuntamiento.

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