viernes. 19.04.2024

El pasado 14 de marzo, cuando se declaró el primer Estado de Alarma en España, que inicialmente sería de 15 días, y que posteriormente se alargó para preservar la salud pública ante un virus hasta entonces desconocido, se empezaron a instaurar diferentes medidas para evitar la propagación de la COVID-19 en todas las instancias de la vida pública.

Lo cierto es que, a pesar de que muchas de ellas han desaparecido, muchas otras siguen presentes en el día a día de una sociedad que aún no asimila todo lo ocurrido en los últimos meses. 

Las consultas médicas han pasado a ser telemáticas, especialmente desde que la segunda ola de la COVID-19 ha llegado a la vida pública y la presión hospitalaria vuelve a ser uno de los elementos más candentes en el panorama social. Pero, ¿implica esto que no haya una cierta normalidad?

Esta pregunta se la hace una futura madre que, desde hace cinco meses, cuando supo que estaba embarazada, en el Hospital Universitario Marqués de Valdecilla (HUMV) le fue prohibida la entrada a las ecografías y a las consultas prenatales a su pareja. “Es muy duro que un padre no pueda entrar a escuchar los primeros latidos de su hijo o que todo va bien en el embarazo de su pareja”, afirma.

¿Por qué no pueden los futuros padres entrar con mascarilla y vivir desde el principio la existencia de su hijo? Se ha reinventado todo el mundo, quizás es hora de que las cosas empiecen a cambiar y todos tengamos una oportunidad de vivir con una cierta normalidad”, señala. 

También asegura que “los futuros padres se están perdiendo todo el proceso”, recalcando además que este hecho es único de la planta de Ginecología del centro hospitalario y que “en otras ocasiones, los pacientes pueden pasar con un acompañante”.

De esta forma, con las medidas vigentes en el Hospital Universitario Marqués de Valdecilla (HUMV), los futuros padres no pueden pasar a las consultas prenatales ni a las ecografías de sus parejas desde el mes de marzo.

MEDIDAS Y CONSECUENCIAS

Han pasado ya ocho meses desde que el coronavirus llegó oficialmente a España. Todas las comunidades autónomas del país han sufrido el impacto de la crisis sanitaria, y de la consecuente crisis económica, que este nuevo virus ha traído a la sociedad. Sin embargo, tras esta primera experiencia, la segunda ola de la COVID-19 ya es una realidad que está en auge, a pesar de las recomendaciones de autoconfinamiento que varias organizaciones gubernamentales ya han pedido a la población.

Así, Cantabria o Asturias rogaron a sus habitantes que se autoconfinasen en pos de un elevado número de nuevos casos positivos diagnosticados en diferentes pruebas tanto serológicas como de test PCR. Y, como consecuencia a la falta de responsabilidad individual que ha vuelto a mostrar la sociedad, la COVID-19 ha provocado que nuevas medidas vuelvan a aparecer en la vida pública, como las restricciones para la hostelería o la reducción de aforos, entre muchas otras.

Pero, volviendo la vista atrás a los meses de julio y agosto, lo cierto es que muchas de las medidas implantadas para evitar la propagación de la COVID-19 en Cantabria desaparecieron con la llegada masiva de turistas a la región. Sin embargo, otras restricciones han perdurado.

Este es el caso de las miles de mujeres que, desde la llegada de este virus, han tenido que acudir solas a las consultas y ecografías prenatales en el Hospital Universitario Marqués de Valdecilla. “Al final los futuros padres se están perdiendo los primeros latidos de sus hijos. No les dejan entrar para hacer el seguimiento, ni informarles de cómo va creciendo”, denuncia la futura madre que, desde hace cinco meses, se ha visto obligada a acudir en solitario para comprobar el estado de su hijo.

Esta medida, que se implantó en el mes de marzo, ha privado a muchos padres de seguir la evolución del embarazo de sus parejas. Además, a juicio de esta futura madre, “es tremendamente machista que la mujer tenga que enfrentarse sola a esto. “¿No piden igualdad? Para que haya una implicación total, los padres deberían estar desde el principio, y ahora no pueden entrar ni con mascarilla. Hay una discriminación total hacia ellos”.

“Parece que estén blindados, se niegan a escuchar nuestras sugerencias y las reclamaciones que muchas otras parejas han puesto. De momento no he dado el paso de reclamar esta situación, pero si las cosas siguen así seguramente lo acabe haciendo”, asegura.

Sin embargo, el personal sanitario de Valdecilla se muestra implacable ante estas declaraciones, y es que aseguran que “estas medidas pretenden preservar la salud pública. Es muy lógico que las cosas ahora se hagan así, no queda otra, y mucho menos en medio de esta segunda ola, donde los hospitales se están llenando de gente cada día”. 

Lo cierto es que, incluso con la llegada de nuevos acompañantes en otras áreas del Hospital, “el personal sanitario está siempre expuesto al contagio. Es una realidad. Pero se respetan las medidas de higiene y distancia social. ¿Por qué no puede ser así en el caso de las mujeres embarazadas a las que han privado de acudir junto a sus parejas a hacer un seguimiento de su embarazo?”

Además, a la pandemia de la COVID-19 y la incertidumbre que genera se suman otros problemas en los que se pueden ver envueltas las futuras madres. “Es muy duro recibir malas noticias, y más aún cuando tus sueños de tener una familia se rompen. Hace poco vi a una chica llorando al salir de la consulta por un mal diagnóstico, y no podía compartirlo con su pareja porque se le había impedido la entrada”.

Ocho meses después de la declaración del primer Estado de Alarma en España, las medidas interpuestas en la sociedad han cambiado. En el verano primaba el auge del turismo tras un confinamiento donde miles de negocios vieron caer sus ingresos. Quizás la esperanza de la época estival trajo consigo muchas alegrías, pero también demasiada relajación y, sobre todo, la aparición de nuevo de la falta de responsabilidad individual. 

Miles de personas siguen sin poder acudir junto a sus parejas a las consultas y ecografías prenatales para comprobar la evolución del embarazo de sus parejas por la sostenibilidad de medidas que, si bien tienen el propósito de preservar la salud ante la COVID-19, impiden a las futuras familias ser partícipes a partes iguales en la evolución del embarazo de sus futuros hijos. 
 

“Es muy duro que un padre no pueda entrar a escuchar los primeros latidos de su hijo”
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