jueves. 28.03.2024

La construcción del nuevo hospital de Santander había quedado paralizada al poco de iniciarse por falta de presupuesto. No obstante, lo poco que se había hecho, básicamente adquirir y allanar los terrenos y echar los cimientos, fue suficiente para condicionar la toma de decisiones futuras. No necesariamente para bien.

Y es que los hospitales a finales de los años diez eran irremediablemente horizontales, organizados en pabellones. Pero cuando se retoman las obras ya había alternativa, como era el modelo vertical u organizado en rascacielos, acuñado en Estados Unidos. No es que se hubiera llegado tarde. Es que se había llegado demasiado pronto.

La fecha se hizo coincidir con el cumpleaños de Ramón Pelayo. Fue, pues, más un homenaje a su benefactor que una inauguración real

Ramón Pelayo asumió el coste de las obras del nuevo hospital de Santander bien entrada la década de los veinte. Suya es la decisión de poner al frente al arquitecto Gonzalo Bringas y al doctor Wenceslao López Albo. Este último confesó en una conferencia posterior dictada en el Colegio de Médicos de San Sebastián que el modelo que a él le hubiera gustado implantar en Santander era el vertical, pero que se había visto condicionado por los cimientos. Los planes, propios de los años veinte, tuvieron que amoldarse a los planos, con diez años cumplidos.

El hospital, pues, es epigonal, uno de los últimos horizontales de Europa. No es el hospital de vanguardia que se nos ha hecho creer. Pudo serlo en los años diez pero no una década más tarde. Éste es uno de los mitos fundacionales que conviene confrontar para no caer en falsas alabanzas, por otra parte innecesarias.

La Casa de Salud Valdecilla se inaugura oficialmente el 24 de octubre de 1929, hace ahora noventa años. La fecha se hizo coincidir con el cumpleaños de Ramón Pelayo. Fue, pues, más un homenaje a su benefactor que una inauguración real. Se da la circunstancia de que Ramón Pelayo no pudo acudir al acto por encontrarse enfermo, haciéndolo en su nombre María Luisa Gómez Pelayo, su sobrina, figura controvertida.

Ramón Pelayo, regeneracionista, quiso un hospital laico, sin monjas, innovador. Su sobrina no comparte esta visión. El signo que terminará imponiéndose y marcará el devenir del hospital, guerra civil mediante, será el de la sobrina.

Retrato del Dr. López Albo en el exilio | Foto: Mario Corral Retrato del Dr. López Albo en el exilio | Foto: Mario Corral

La celebración de la inauguración oficial se precipita sin que estén todos los Consultorios a pleno rendimiento. De hecho los primeros pacientes se reciben en enero del año próximo, coincidiendo con la celebración de un ciclo de conferencias de altísimo nivel impartidas por los primeros espadas de la medicina de la época. Muchos son personal propio.

Personalidades destacadas en la primera Casa de Salud Valdecilla son el Dr. Pío del Río-Hortega, candidato por dos veces al Premio Nobel de Medicina (la primera durante la República, con aval del Hospital Valdecilla; la segunda, coincidiendo con la Dictadura, estando el doctor en el exilio, con el rechazo expreso del Hospital Valdecilla), o el Dr. Lorente de No, también él candidato al Nobel.

Además de por su equipo, el hospital destaca por su planteamiento. Y es que no solo se dedica a la asistencia, sino que pone a la par la docencia y la investigación. Es, pues, además de un hospital nuevo en relación con el viejo de San Rafael, un hospital moderno. Tengamos en cuenta que el primer intento de ordenación y coordinación asistencial a nivel estatal no se produce hasta el año 1962, es decir, con casi cuarenta años de retraso respecto al hospital cántabro. Éste se asienta en tres pilares: la Escuela de Enfermería, en origen laica; el Instituto Médico de Postgraduados, germen de la Escuela Libre de Medicina; y la Biblioteca Marquesa de Pelayo, diseñada como Biblioteca Nacional de Medicina. Trataremos de los tres en próximas entregas.

La suma de ideas y profesionales dispuestos a llevarlas a cabo hizo del Hospital Valdecilla el mascarón de proa de la conocida como Edad de Plata de las Ciencias Españolas, truncada por la guerra o, por mejor decir, continuada en el exilio cuanto se pudo, caso de los Dres. González-Aguilar (Argentina), Téllez Plasencia (Francia) o el propio López Albo (México), entre otros muchos. El hospital, más que como un árbol recio, imperturbable, cabe concebirlo, pues, como una planta de tallo flexible que se esmera en la propagación de sus esporas.

90 años del Hospital Valdecilla: La fundación
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