jueves. 28.03.2024

La semilla de la Casa de Salud Valdecilla se plantó en Santander pero fue regada con agua de diferentes manantiales. La Escuela de Enfermería responde al modelo inglés acuñado por Florence Nightingale en el hospital Saint Thomas de Londres en torno a 1850.

Cuatro ideas recorrían inicialmente su sistema nervioso: que fuera laica (lejos tanto de la vocación religiosa como del voluntarismo social), que fuera exigente (proceso de selección muy duro), que fuera profunda (tres años de formación en régimen de internado) y que fuera amplia (rotación por todos los Servicios hospitalarios), en suma, profesional, excelente y completa. No se podía pedir más.

Sin embargo, las exigencias de partida tuvieron que ser rebajadas por dos motivos, el primero por falta de candidatas, pues ni las mujeres con formación querían entrar por tratarse de una profesión todavía mal vista, sobre todo en las capas más altas de la sociedad santanderina, ni las mujeres con escasa formación podían entrar, y segundo por el alto número de abandonos provocado por cierto desánimo que había cundido por la descoordinación inicial, descoordinación que no tardó en servir como excusa a la Marquesa de Pelayo, sobrina del marqués, para emprender una reforma que a noventa años vista podría etiquetarse como reconvención tradicionalista española, una reforma contraria a las corrientes europeas y por consiguiente contraria también al espíritu primero de la institución.

En suma, profesional, excelente y completa. No se podía pedir más

El primer nombramiento fue el del Director, el Dr. Manuel Usandizaga, ginecólogo. A renglón seguido se nombra como Subdirectora a María Teresa Junquera, enfermera (Cruz Roja, 1911) y doctora (Universidad Central de Madrid, 1927). Es probable que el primero estuviera alineado con los principios de la marquesa, como más tarde hubo ocasión de comprobarse, y la segunda, cuya contratación supuso un auténtico revulsivo, con los que defendía el Dr. López Albo, en las antípodas de los primeros.

Pese a tan buenas intenciones, incluso, en cierto modo, podría decirse que por culpa suya, por el exceso de ambición, error en el que incurrieron otros proyectos bienintencionados de la época, la Escuela de Enfermería no era capaz de cuajar. Sus primeros años estuvieron sumidos en el desconcierto. Es probable que también se debiera a la falta de apoyo interno, en cuyo caso, de ser así, sería inevitable pensar en la labor de zapa de la marquesa, dado el desarrollo de los acontecimientos. 

Aprovechando una reunión del Patronato especialmente rala, ausentes el marqués y el Dr. López Albo, la marquesa propone que la Madre Superiora de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul, Sor Bastos, pase a tutelar tanto la Escuela de Enfermería como, en un movimiento que a la vista de las actas parece tener algo de improvisado e incluso de oportunista, también la Casa de Salud Valdecilla. La figura de Director Gerente es sustituida a efectos prácticos por la de Director Médico. De resultas, el Dr. López Albo envía una carta de despedida al marqués muy emotiva y presenta su dimisión irrevocable al Patronato. Año 1930. La inauguración se había celebrado hacía un año escaso. 

Con el Dr. López Albo abandona la institución una parte importante de su equipo directivo. El Dr. Usandizaga no se siente interpelado pese a la crisis abierta bajo su responsabilidad, y continúa en su puesto. La Dra. Junquera abre consulta en Oviedo junto con Matutina Rodríguez, hermana de Alejandro Casona, que escribe una obra de teatro titulada Nuestra Natacha cuya protagonista sufre tribulaciones parecidas a las de la doctora, a la que muchos quieren ver representada en la protagonista.

La Escuela de Enfermería es reconocida oficialmente por Orden de 20 de junio de 1932 y ratificada por Orden de 12 de agosto de 1940, adscribiéndose a la Facultad de Medicina del Distrito Universitario de Valladolid. 

En 1934 aparece la primera edición del Manual de Enfermería del Dr. Usandizaga, escrito en colaboración con muchos profesionales de Valdecilla, incluido el Dr. Téllez Plasencia, exiliado en el 39 y eliminado de los créditos de futuras ediciones. Este libro ha sido fundamental en la formación enfermera hasta los años setenta.

El año 1972 la Escuela de Enfermería, que se había ido adaptando a los distintos planes de estudio y titulaciones de cada momento (en especial a la titulación de ATS resultado de la unificación de los estudios de Practicante, Matrona y Enfermera en los años cincuenta), pasa a depender del Distrito Universitario de Santander o lo que es igual, de la por entonces Universidad de Santander. En 2018, fruto de una nueva reforma, la Escuela de Enfermería pasa a ser formalmente Facultad de Enfermería, asegurando así que el espíritu primero siga vivo.

90 años del Hospital Valdecilla: La Escuela de Enfermería
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