miércoles. 24.04.2024

Morero es el corazón geográfico de la Ría de Solía y un importante pulmón de biodiversidad del entorno de la Bahía de Santander. Su topónimo proviene de la desaparecida isla de la Morera que se unió a tierra con los vertidos de la minería del hierro. La explotación de este mineral se remonta a la época romana. Inmediatamente al este, en el Real Astillero de Guarnizo se desarrolló, durante la Edad Moderna, una importante actividad constructora de embarcaciones de guerra para la Corona Española.  Después, entre finales del siglo XIX y principios del XX, tuvo la mayor concentración de infraestructuras relacionadas con la minería del hierro de la Sierra de Cabarga y sus inmediaciones. Se conocen, en este lugar, evidencias arqueológicas de estos tres períodos históricos.

La mayor parte de su zona deforestada estuvo formada por marismas hasta el último lustro del siglo XIX, cuando se empiezan a rellenar. A partir de ahí, Morero ha sufrido modificaciones que, según los defensores de la conservación del patrimonio, han sido, como en el caso de la destrucción de su antiguo bosque, “uno de los mayores atentados ecológicos que se ha producido en Cantabria en los últimos tiempos”, opinión apoyada también por algunos grupos políticos.

Este es el caso de Andrés Cabezas Ruiz, un vecino de El Astillero vinculado a la conservación del patrimonio desde hace más de tres décadas. Sus comienzos como vigilante de Costas en la Demarcación de Costas de Cantabria le introdujeron en el mundo de la cartografía histórica contemporánea y en la pasión por el conocimiento y la defensa de las marismas, y en general de los entornos costeros.  Participó en 1990 como coautor en una publicación que daba a conocer, tras su descubrimiento, una de las pocas galerías mineras romanas que se conocen en Cantabria, situada en el lugar de Morero, en la Ría de Solía. Dirigió y coordinó la publicación de un trabajo monográfico y multidisciplinar sobre la Ría de Solía en 2003. Tras un largo paréntesis dedicado a la vida profesional y familiar, retomó sus investigaciones en 2015, centrándose en el estudio de la desecación de las rías de la Bahía de Santander, que han fraguado en las publicaciones en la Revista Altamira de tres artículos: uno sobre la desecación de la Ría de Solía entre la Edad Media y los años 30 del siglo pasado, otro sobre la historia de Las Marismas Negras de El Astillero y otro más sobre la conservación de uno de los elementos más destacados del patrimonio histórico regional del siglo XVIII, el atrincheramiento de Guarnizo.

Cabezas habla también del proyecto conocido como LIFE Anillo Verde de la Bahía de Santander, donde estaría Morero, que se compone de diez reservas entre las que se encuentran la Cueva del Juyo, El Monterín, Peñas Negras, el Pozón de la Yesera, Marismas de Alday, Isla de la Campanuca y Ría de Solía (donde se ha llevado a cabo la destrucción del bosque de Morero). 

Andrés, después de sus trabajos e investigaciones sobre la destrucción del bosque de Morero, como usted lo califica, ¿Cómo describiría actualmente el proyecto del Anillo Verde?

El Anillo Verde que nos quieren vender es un modelo que invade los escasos espacios silvestres con caminos, a menudo demasiado anchos para poder circular con vehículos de mantenimiento; que no tiene en cuenta la bibliografía sobre el patrimonio, como en la isla de La Campanuca o en el propio Morero; donde se practican gestiones silvícolas tales como el empleo intensivo de herbicidas, incluso contraviniendo las indicaciones de esos productos, o el desbroce del sotobosque y la tala del arbolado autóctono, para luego plantar árboles de menor tamaño que los talados (es el caso de Peñas Negras); donde las personas pueden soltar sus perros y circular con sus bicicletas de montaña; compuesto por reservas un tanto absurdas por cuanto algunas contienen peligros tales como los accesos francos a acantilados de canteras o de fábricas en ruinas, como El Monterín y La Yesera. El Anillo Verde no pretende tampoco preservar los espacios que gestiona. El ejemplo más claro de esto lo tenemos en las mal llamadas “Marismas” de Alday, ya que en ellas no se producen los flujos mareales. La Fundación Naturaleza y Hombre no exigió a la Demarcación de Costas la realización allí de un nuevo deslinde, amparándose en la Ley de Costas, que recogiera la situación que se produjo cuando, tras la rotura de una de las compuertas en 2018, se estuvieron inundando, durante meses, amplias superficies de las áreas que gestionan y otras aledañas. Hubiera sido una buena oportunidad de consolidar esos terrenos como dominio público y no lo hicieron, ¿por qué?; aunque aportando las pruebas oportunas tal vez aún puedan hacerlo. Por otro lado, no puedo entender por qué no figura ya en la página web de territoriocantabria el alcance en Alday de los terrenos de dominio público marítimo-terrestre: si no se consideran dominio público, la concesión de la que gozan no puede existir como tal. El Anillo Verde es una suerte de parque de atracciones de una naturaleza domesticada donde los procesos faunísticos y vegetales silvestres no tienen cabida. Ya tenemos demasiados espacios así, a costa de la merma de los salvajes. Si de verdad quieren defender la naturaleza, que compren terrenos y tras protegerelos observen su evolución natural o que hagan otros estudios y los publiquen. Es chocante que, saliendo tantos biólogos de las universidades, el impulsor del único atlas publicado sobre los moluscos terrestres de Cantabria sea un doctor en arqueología que lo ha realizado altruistamente. Ese atlas ha aportado el descubrimiento en Cantabria de nuevas especies para la ciencia. Como podemos ver, y contrariamente a lo que se cree, no se conoce todo. Aún hay mucho por estudiar y por descubrir en la naturaleza.

Antes de aplicar herbicida. 2 de agosto de 2020

Antes de aplicar herbicida. 2 de agosto de 2020 | Foto Andrés Cabezas

Después de aplicar herbicida. 5 de setiembre de 2020

Después de aplicar herbicida. 5 de setiembre de 2020 | Foto A.C

¿Qué ha llevado a que este proyecto se convierta en algo tan cuestionado por usted?

Cuando salíamos del confinamiento, en junio de 2020, y  fui consciente de que la deforestación de Morero estaba muy avanzada, empecé a estudiar el tema en profundidad y remití informes y solicitudes de información y apoyo a todas las administraciones y a algunas organizaciones ecologistas: el resultado fue que Costas, tras el inicio de grandes movimientos de tierras sin autorización, incoó un expediente sancionador. Además también recibí una carta de preocupación por lo sucedido de la Unión Europea, sin embargo, la Dirección Regional de Medio Ambiente, organismo que detenta las mayores competencias, no se ha pronunciado. Concurren muchas dudas sobre cómo se han gestionado estas obras: ¿existe un estudio de impacto ambiental?; ¿cómo se ha gestionado el beneficio de la madera?; ¿tienen las obras licencia municipal? Por eso sostengo que la destrucción del antiguo bosque de Morero, excluyendo los reiterados incendios que se producen en la región, es el mayor atentado ecológico que se ha producido en Cantabria en los últimos 30 años. Concurren en este atentado muchas responsabilidades: las de la mayor parte de los políticos y de los funcionarios de los organismos públicos que tienen el deber y la obligación de velar por la defensa del medio natural. Además, existe numeroso personal público con competencias en la vigilancia de campo, con el mismo deber y obligación, que no ha estado presente hasta mis denuncias y que, aún después de ellas, no ha tenido ni siquiera la prudencia de supervisar las labores: agentes medioambientales del Gobierno de Cantabria, inspectores de la Demarcación de Costas, de la Confederación Hidrográfica del Cantábrico y de la Unión Europea, que subvenciona el 60% del coste del Anillo Verde. Las mayores responsabilidades recaen sin duda sobre la mayor parte del conjunto de la clase política y del personal de las administraciones en lo que, a todas luces, parece un delito ecológico, tendría que determinarlo un juez, sin precedentes en la historia de esta región. Se da la paradoja que quien coordina la ejecución es nada menos que una Fundación que supuestamente defiende la Naturaleza y que ha actuado con ínfimos estudios previos (si es que existen), definiendo actuaciones inviables de llevar a la práctica, sin una lógica operativa, empleando métodos más propios de la agricultura extensiva o de las empresas forestales, con una falta total de respeto a la fauna y a su proceso reproductivo —en el caso de las aves en plena nidificación— , talando centenares de árboles autóctonos, sin la supervisión continua del personal de la Fundación, con total improvisación y cambios de rumbo y, hablando en plata, prácticamente a escondidas.

Encinas taladas en la reserva de Peñas Negras. 14 de febrero de 2021

Encinas taladas en la reserva de Peñas Negras. 14 de febrero de 2021 | Foto A.C

Grandes robles caen abatidos por el viento al perder la protección de los árboles talados. 16 de diciembre 2020

Grandes robles caen abatidos por el viento al perder la protección de los árboles talados. 16 de diciembre 2020 | Foto A.C

Tratando todas las aportaciones que indica y además, siendo vecino del lugar, ¿Cómo le gustaría que estuviese la zona de la que habla?

El bosque de Morero es el único, el más extenso y el de mayor antigüedad de los espacios silvestres en las riberas de la Bahía de Santander. En el mismo Morero, en la parte de su territorio que se sitúa en frente, al otro lado de la ría, existe otra masa forestal gestionada por la SEO BirdLife en la que por cierto no se han talado ni robinias ni eucaliptos y en donde ya tenemos un carril para ciclistas y peatones y varias veredas entre el bosque. La zona deforestada en la margen derecha de la ría ha permanecido durante décadas prácticamente intacta. Allí estaba avanzando espontáneamente el bosque autóctono, cualquiera lo puede comprobar si lo visita, al amparo de las robinias y sustituyéndolas, las cuales tienen una destacada importancia ecológica, como el propio Gobierno de Cantabria puso de relieve al decretar el Área Natural de Especial Interés de la Viesca (bosque con gran abundancia de falsa acacia o robinia). Por cierto, no es verdad que las robinias estén consideradas entre las veinte especies invasoras más dañinas de España, ni siquiera figura entre las catalogadas y, aunque estén incluidas en la legislación cántabra, no está nada claro que hayan seguido los métodos ni las prioridades de actuación prescritas. La zona deforestada de Morero, sería deseable que permaneciera como tal enclave silvestre, sin facilitar nuevos accesos, como lo fue durante las últimas décadas. Hay mucha superficie perimetral de zonas no boscosas (prados y escombreras), entre la autovía y la ría en donde se podría practicar algún discreto sendero.

Ruinas de arqueología industrial cuya existencia desconocían.

Ruinas de arqueología industrial | Foto A.C

Deslizamientos de ladera por no haber estudiado geotérmicamente del terreno.. 16 de diciembre de 2020

Deslizamientos de ladera,16 de diciembre de 2020 | Foto A.C

RECHAZO DE LA RESTAURACIÓN AMBIENTAL DE MORERO 

En su día, Pablo Gómez, secretario de medio ambiente de Podemos Cantabria calificó el proyecto como “una de las mayores barbaridades ambientales que se hayan perpetrado nunca en Cantabria”. Anteriormente, Equo también había denunciado los métodos y las actuaciones llevadas a cabo para la “Restauración de humedales litorales: Ría Solía” en Morero (Villaescusa) dentro del ámbito del Proyecto LIFE del “Anillo Verde de la Bahía de Santander”. Por ello, ambos partidos han denunciado públicamente este proyecto.

Por otro lado, la Federación ACANTO, en las últimas jornadas sobre la conservación del patrimonio de diciembre pasado, después de oír la ponencia de Andrés Cabezas sobre la destrucción de Morero, mostró su indignación por lo sucedido y prestó su apoyo para seguir esclareciendo los hechos y determinar las responsabilidades.

“La destrucción del antiguo bosque de Morero, excluyendo los incendios en la región, es...
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