viernes. 19.04.2024

Jesús Maestegui (Santander, 1956) es el nombre que ha hecho posible una de las pruebas deportivas más duras de Cantabria y, posiblemente de España. Él es el artífice de que año tras año miles de personas acudan a Cabezón de la Sal para competir en las diferentes modalidades de ‘Los 10.000 del Soplao’, que en esta edición ha logrado superar los 10.000 competidores. Considera que el evento se ha convertido en una prueba a la que se acude “en familia”, lo que a su vez aporta un sentimiento que solo puede explicarse si se vive la competición. Aunque todavía no ha terminado la edición de 2016, ya prepara novedades para la próxima prueba, y no descarta la creación de nuevos proyectos.

Los participantes aseguran que la mayor recompensa de esta competición es lograr completarla. ¿Qué le trasladan al llegar a la meta?

La inmensa mayoría vienen por un reto personal, y muchos por motivos tan diversos como una promesa a un familiar, un tipo de enfermedad, … Todas las pruebas del Soplao son muy duras, ninguna es sencilla. La ruta a pie son 49 kilómetros por el monte, por lo que hay que prepararse.

La gente cada vez viene más en familia, lo que une mucho a todos los miembros. Los que han estado en la llegada del Soplao ven que cuando llegan los participantes están esperándoles padres, hijos, etc.

La gente cada vez viene más en familia, lo que une mucho a todos los miembros

La gente lo pasa mal en la prueba, para la que se entrenan todo el año. Por ello la llegada a Cabezón de la Sal, además de todo el apoyo que encuentra por el camino, es una sensación de logro, de haberlo conseguido. Un altísimo porcentaje de la gente que entra por la meta llora, y son personas de cuarenta o cincuenta años que han corrido en otras pruebas.

No sé explicarlo porque, aunque lo veo, no he tenido la suerte de vivirlo o sufrirlo. Te transmiten la idea de que el Soplao es una prueba totalmente distinta. Quien no ha venido y no la ha visto, por mucho que le cuentes… hay que estar aquí.

Los 10.000 del Soplao se compone de varias pruebas. ¿Cuándo se empieza a preparar realmente la siguiente edición?

Todavía no ha terminado esta edición, pero yo ya estoy haciendo cosas para 2017. Antes de hacer una prueba siempre pensamos en la siguiente. Para la próxima edición ya tenemos pensado un cambio en la ruta larga de bicicleta, un pequeño cambio en la Ultramaratón, que este año ha tenido un recorrido nuevo. También vamos a hacer una nueva ruta a pie, que pasará por la mina del Soplao. Antes de terminar una edición ya estamos trabajando en la siguiente.

Hace dos meses bajaba de Palombera, que habíamos estado marcando el recorrido de la Ultramaratón, y ya estaba pensando en la prueba de 2017, cuando ni siquiera habíamos hecho la de 2016.

Para la próxima edición vamos a hacer una nueva ruta a pie, que pasará por la mina del Soplao

¿Cuántas personas integran el equipo de trabajo? Entiendo que son todos voluntarios.

En ‘Los 10.000 del Soplao’ estamos un grupo reducido de amigos que todo el año vivimos la prueba. El resto de la gente es con los que puedes contar durante los últimos 15 días. Incluso hay gente con la que cuentas el último día, y que ni siquiera sabes si van a poder acudir pero que son tan importantes como el resto porque sin ellos sería imposible 

El día del Soplao, entre médicos, Guardia Civil y Protección Civil, puede haber 360 personas, pero es que puede haber otras 300 entre los que están con los avituallamientos, ayudando a dar dorsales, en los cruces. Ese día hay como 700 personas trabajando para el Soplao.

Eso se consigue porque la gente lo vive. Hay miles de ejemplos: la gente que espera con las mangueras, los que dan pinchos de tortilla; las mujeres de Los Tojos, que dan el avituallamiento de la Ultra, están desde las dos de la mañana del viernes hasta las ocho o las nueve de la tarde del sábado, y son todo mujeres de más de 60 años. ¿Y qué es lo que dicen? Que esto habría que hacerlo dos veces al año. Todos los avituallamientos del soplao tienen algo especial y son las personas que los atienden

Desde el primer momento se trató bien a los participantes, y eso se nota. Si vas a una prueba que es dura, en la que vas a sufrir, y ves que te tratan bien, se lo agradeces el doble.

Este año ha habido sol, lluvia, viento. ¿Qué dificultades añadidas genera esto a la organización?

Somos conscientes de que esto puede ocurrir siempre, lo tenemos asumido. Lo que más nos preocupa son los avituallamientos. Intentamos que nos sobre, y en el 99% siempre nos ha sobrado. Y eso es porque no sabes lo que va a ocurrir. Llevas avituallamiento por donde pasan 8.000 personas, y si viene un día de calor 20.000 litros de agua pueden ser pocos. Si hace malo, te sobran la de Dios, pero llevas 8.000 bocadillos y resulta que te quedas corto.

Lo que más nos preocupa son los avituallamientos. Intentamos que nos sobre, y en el 99% siempre nos ha sobrado

Lo que está claro es que hemos aprendido. Ahora sabemos cuál es el plan B, porque al principio no te lo planteas. La primera vez que acortamos el recorrido, en 2012, no se me había pasado nunca por la cabeza, porque yo siempre había tenido en la cabeza que el Soplao sale sí o sí, que no se suspende. Ha habido años en que la gente nos mandaba correos preguntando si se iba a hacer porque daban muy malo. Es que, aunque esté diluviando, desde Cabezón se sale. Si no se hacen 167 kilómetros, se hacen dos, pero salir, salimos.

Conseguidos los 10.000 participantes, ¿cuál es el siguiente objetivo de la prueba?

Hay una cosa clara, la cifra de participantes no puede subir porque la infraestructura del pueblo no te lo permite. Nosotros no podemos plantearnos traer 20.000 personas a Cabezón porque no podríamos atenderlos. A día de hoy, con la gente que viene, tenemos problemas, se atascan carreteras. Si multiplicas los participantes por dos, sería inviable.

Pero sí hay ilusiones. Ahora mismo hay dos pruebas, que son las últimas que hemos hecho, y que son en las que queremos seguir trabajando. Una es el Soplaoman, que es bastante más dura que el Ironman y que este año ha contado con 30 participantes. No va a ser nunca multitudinaria, pero puede ser una prueba muy bonita, en la que venga gente de fuera.

También tenemos la ruta de discapacitados, que es lo mejor que tiene el Soplao. Y ahí sí queremos trabajar y que las organizaciones y la gente que hace pruebas se sumen y piensen como nosotros, que esas personas tiene que hacer deporte pero no tiene que hacerlo otro día o en otro lugar, sino como lo hacemos nosotros. Salen a las ocho de la mañana y llegan a la meta, como todo el mundo.

Nunca hemos ido a pedir dinero para una prueba. Siempre acudimos a contar lo que hacemos, a que nos ayuden con los medios que puedan

El reto que tenemos ahora es que esa marcha de discapacitados vaya mejor, que se contagie la gente para que vaya a más. El resto es mejorar lo que podamos.

¿Se baraja alguna otra prueba que sea más maratoniana o que dure más de un solo día?

Se pueden hacer muchísimas cosas. Hace tres o cuatro años todavía no se hacían las famosas que se hacen ahora, como la de BTT. Nos reunimos varios clubs de BTT de Cantabria, y la idea era hacer una vuelta a Cantabria por etapas. Yo me comprometí a hacerme cargo de todo, a que cada club diseñara un recorrido en su zona y a dar el visto bueno.

El problema es que el Soplao nos lleva mucho tiempo. Ahora hemos cambiado. El Soplao ya es una empresa, tiene dos nóminas y en algunos casos hasta tres, lo que igual nos permite plantearnos en un futuro una vuelta a Cantabria por etapas, existe una estructura y hay que hacer que funcione.

¿Ha notado el cambio de Gobierno en lo que a apoyo institucional se refiere?

Nos han ayudado desde el primer día. La primera persona con la que hablamos fue Javier López Marcano, y desde el primer año nos ayudó. Me imagino que cuando fuimos por primera vez debió de pensar que estábamos locos. También es verdad que no hemos ido pidiendo recursos económicos, ni siquiera el primer año. Somos conscientes de que lo que aporta el Gobierno regional no se puede pagar, porque posiblemente no se podrían hacer la mayoría de las pruebas.

La gente vuelve porque les tratan estupendamente

Pero nunca hemos ido a pedir dinero para una prueba. Siempre acudimos a contar lo que hacemos, a que nos ayuden con los medios que puedan y a que nos faciliten las cosas. No pedimos ni a las instituciones ni a los comercios de la zona. Hay veces que nos llaman para saber cómo pueden ayudar, y la respuesta es muy fácil: cuando lleguen los participantes les tratáis bien, y ellos vuelven.

¿No llegan a un acuerdo de precios mínimos para los alojamientos?

En nuestra página web tenemos una sección de alojamientos, y este año vamos a empezar a poner hoteles. Tenemos abierto un foro donde la gente con posadas rurales se puede anunciar, pero todo es gratis. Nosotros no queremos vivir de la hostelería ni de la zona. Queremos que ellos tengan su negocio y sus vidas. Lo cierto es que la gente vuelve porque les tratan estupendamente. Les dan desayuno a las seis de la mañana, e incluso cosas especiales para el Soplao.

¿Es posible que ‘Los 10.000 del Soplao’ muera de éxito?

No lo creo. Vamos a estar siempre innovando, somos muy inquietos. Tengo la idea de hacer algo que puede ser un revulsivo para otra zona de Cantabria.

“Nuestro reto es que la ruta de los discapacitados vaya a más y la gente se enganche”
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