jueves. 28.03.2024

La Asociación Contra la Anorexia y la Bulimia (ACAB) estima que en torno al cinco por ciento de las españolas padece un trastorno alimentario. Entre un 90% y un 95% de las afectadas por estas patologías son mujeres. En Cantabria, la Unidad de Trastornos de la Conducta Alimentaria (UTCA) del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla atiende más de cien nuevos casos cada año. Andrés Gómez del Barrio es psiquiatra y ejerce como coordinador de la UTCA en Valdecilla. Compagina la medicina con su labor docente como profesor asociado de la Universidad de Cantabria y con su implicación en la Asociación Española para el Estudio de Trastornos de la Conducta Alimentaria (AEETCA), de la que es vicepresidente. AEETCA es un organismo que engloba un amplio abanico de profesionales centrados en curar estas enfermedades. 

¿Cuáles son los primeros signos de alarma para detectar un trastorno alimentario?

Siempre se dan dos síntomas: una insatisfacción corporal y el inicio de una conducta que acostumbra a ser una restricción alimentaria

Siempre se dan dos síntomas: una insatisfacción corporal y el inicio de una conducta que, acostumbra a ser, una restricción alimentaria. Esa insatisfacción con la imagen corporal no se focaliza en verse gordo. Normalmente, se basa en que el paciente se siente mal consigo mismo. Ese sentimiento propicia la restricción de la comida. Hay personas que poseen esa inseguridad, esa desafección con su vida o su cuerpo y no desarrollan estos trastornos. Los síntomas tienen que darse con una intensidad y gravedad suficiente, así como afectar a la salud, a la vida cotidiana, familiar o laboral del paciente. El trastorno de la conducta alimentaria (TCA) suele iniciarse en la adolescencia porque es un periodo de cambio muy fuerte en la persona. En un principio, el sujeto puede sentirse cómodo amparándose en ese conjunto de normas y rutinas tan previsible. El paciente se siente en situación de control. La esencia de estas enfermedades es la búsqueda del control. Otorga a quien la padece una sensación seguridad frente a otros aspectos de su vida que no puede prever o dominar y le producen ansiedad. La detección precoz es importante para tratar estas enfermedades.

Montaje con imágenes recogidas de Instagram

¿Qué tipos de trastornos alimentarios existen?

Existen tres tipos de trastornos alimentarios: la anorexia, la bulimia o el trastorno por atracón. A este último se asocian términos como comedor compulsivo, hiperfagia, etc. Se clasifican según la conducta sintomática del paciente. Si el problema está caracterizado por la restricción alimentaria y un peso bajo se trata de una anorexia, que a su vez puede ser purgativa o no. La bulimia se focaliza en los atracones en los que se ingieren grandes cantidades de comida y en la practica de purgas: vómitos, laxantes, diuréticos... Si los atracones o la ingesta excesiva de alimentos no lleva aparejadas conductas compensatorias el diagnóstico se acerca más al trastorno por atracón, hiperfagia, o síndrome del comedor compulsivo. Existen cuadros atípicos que no cumplen todos los parámetros de un TCA concreto. No soy demasiado partidario de un diagnostico muy específico en estos casos pues son patologías en las que hay mucha migración diagnóstica. Anorexias que con la evolución pasan a convertirse en bulimias u otras opciones. Las conductas cambian, pero los pensamientos que las propician son básicamente los mismos: necesidad de manejar la ansiedad, la rigidez o el perfeccionismo, enfrentarse a las responsabilidades, afrontar el miedo al cambio... Sensaciones que incomodan a la persona y que intenta calmar con el trastorno. La enfermedad le hace sentir que controla la situación. La incapacidad de gestionar las emociones y la insatisfacción que el paciente padece son los verdaderos retos que hay que abordar en el tratamiento. Más allá de controlar el plano físico hay que continuar la terapia para enseñar al paciente a gestionar sus emociones.

La incapacidad de gestionar las emociones y la insatisfacción que el paciente padece son los verdaderos retos que hay que abordar

¿Existe un perfil psicológico que caracterice a los pacientes con un TCA?

Se da un mayor riesgo en personas con unos rasgos más acentuados que la media general. Aquellas con una tendencia a la evitación emocional, perfeccionistas, con más rigidez o con intolerancia a la incertidumbre son más propensas a desarrollar la enfermedad. En algunos casos una circunstancia, un acontecimiento o una experiencia actúa como desencadenante. Hay pacientes, no todas, que poseen un perfil muy controlador en sus conductas. Esta rigidez se agrava cuando hay desnutrición ya que ésta repercute en el funcionamiento del cerebro. Se deben modificar patrones de conducta y para que los cambios se consoliden el cerebro debe de estar nutrido, tener un sustrato sólido para establecer las conexiones neuronales. Si no se trabaja partiendo de esta base no hay resultados satisfactorios. Es como construir un castillo de arena en la playa... A la mañana siguiente ya no está. 

En la fase inicial del tratamiento se han de definir unas pautas rígidas de comportamiento. Se debe convencer al paciente de que su trastorno puede empeorar y necesita desarrollar un patrón de conducta que le aleje de sus costumbres y le haga ignorar sus señales de alarma. A causa del TCA las señales fisiológicas del enfermo se alteran: la saciedad, el hambre, la percepción de la imagen de su cuerpo. Por ello, han de pasarlas por alto para conseguir rehabilitarse tanto a nivel físico como psíquico. La persona afectada por el trastorno debe confiar en el terapeuta. En estas enfermedades se tiende a prestar una atención demasiado detallada y acentuada en un aspecto distorsionando la imagen general.

Pasillo del área de Psiquiatría del Hospital Valdecilla. Foto: G. M. G.

¿Un desorden de la conducta alimentaria tiene cura?

Sí, claro que puede curarse. Siendo capaces de generar un cambio en el modo de manejar las emociones y unas nuevas conductas que alejen al paciente del modo de actuar anterior se puede dejar atrás un TCA. Al principio es como crear una carretera nueva donde ya había un camino trazado. La mayoría de las pacientes no vuelven a recorrer esa senda. El porcentaje de afectados muy graves genera mucha alarma, pero constituyen sólo un 15% aproximadamente. En ocasiones se producen recaídas. Sin embargo, en torno a un 85% de las personas que padecen estas patologías logra curarse. Cada año vemos en torno a cien nuevos casos. El rango de edad de los pacientes se ha ampliado. No porque haya más personas aquejadas por estos trastornos sino porque se ha conseguido que cada vez más gente sea consciente de su problema y pida ayuda. Los casos de anorexia no han aumentado. Las peticiones de tratamiento en trastornos por atracón o bulimia se han incrementado porque hay un mayor conocimiento de estas patologías.

En torno a un 85% de las personas que padecen estas patologías logra curarse

¿Cómo es su día a día en la unidad?

Realizamos la reunión de grupo, la lectura de los casos y su evolución durante el día anterior, vemos a los pacientes hospitalizados. También, tenemos las consultas ambulatorias diarias, las terapias de grupo, las sesiones con las familias y las actividades que haya planificadas con los pacientes ese día. Es muy variado. Quienes si tienen rutina son los pacientes: acuden al centro, se pesan unos días a la semana determinados, desayunan, tienen reposo y posteriormente realizan consultas con terapia individual, así como actividades según el protocolo de tratamiento de cada uno. En base a su evolución pasan más o menos tiempo aquí. En la unidad se enfrentan a las circunstancias que les generan problemas: las comidas, el reposo, el riesgo de vomitar tras la ingesta, el ejercicio excesivo... Normalmente, sólo el 10 o el 15% precisa hospitalización total.

Entrada al área de Psiquiatría del Hospital Valdecilla. Foto: G. M. G.

¿Hay una predisposición genética condicionante a la hora de padecer un TCA?

Existen estudios que señalan que aquellas personas en cuya familia se han producido anteriormente estas patologías tienen una mayor probabilidad de desarrollarlas, en parte porque es un trastorno muy ligado a la ansiedad. Sin embargo, un desorden alimenticio no se desarrolla únicamente por predisposición genética sino que, para que se produzca, suelen aunarse diferentes factores como el carácter del sujeto, sus hábitos de vida, su gestión emocional, un posible trauma previo... e indispensablemente ha de manifestarse la conducta desordenada. 

¿Qué papel tienen las redes sociales y los medios en los trastornos alimentarios?

Los trastornos alimenticios se dan mucho más en mujeres, en una prevalencia 10 a 1

La labor informativa de los medios y las asociaciones en torno a estos trastornos mentales ha hecho que algunos pacientes se den cuenta de que tienen un problema. Por otra parte, la irrupción de las redes sociales, por ejemplo el excesivo postureo en Instagram, ha generado una serie de ídolos que algunos adolescentes son vulnerables a imitar. Un concepto que se ve en algunos casos es el de los “portadores sanos” personas que sin padecer un TCA tienen un aspecto, conducta y una exposición pública que simula un trastorno alimentario e incita a quienes les rodean a caer en la enfermedad. La adolescencia es el momento de inicio de estos trastornos en muchas ocasiones por ser un periodo de inseguridad, de búsqueda de la propia identidad, en el que el entorno tiene mucha influencia en la persona. Existe esa necesidad de adhesión al grupo, de aceptación. Tenemos varias pacientes que forman parte del mismo grupo de amigas. Por otro lado, la pubertad es un momento de muchos cambios físicos, especialmente en el caso de las mujeres. Los trastornos alimenticios se dan mucho más en mujeres, en una prevalencia 10 a 1, probablemente por el cambio corporal unido a la mayor exigencia estética que se proyecta generalmente sobre el sexo femenino.

¿Se da una comorbilidad con otros trastornos psíquicos?

Sí. Existe muchísima comorbilidad con trastornos ansiosos previos en la infancia o adolescencia. A medida que se desarrolla el TCA aparecen trastornos depresivos asociados o trastornos obsesivos que empeoran con el desorden alimentario. Entre los pacientes que tratamos hay perfiles emocionalmente evitativos y controladores, también perfiles impulsivos. En base a si la persona es excesivamente impulsiva o tiende patológicamente a la evitación emocional puede darse la confluencia entre el TCA con trastorno de personalidad evitativo o inestable de tipo límite. Este último caso a veces complica el pronóstico porque hay que definir cual de los dos es el trastorno principal del paciente.

¿A qué se debe que algunas afectadas por estas patologías se autolesionen? 

Suele ser una forma de alivio a la ansiedad que en ocasiones resulta adictiva por ese efecto paliativo del malestar. No tiene porqué ser indicativo de un trastorno de la personalidad. En ocasiones, cuando ya no pueden restringirse la comida, o vomitar o realizar el patrón de conducta que anteriormente practicaban, utilizan estos comportamientos para sacar esa energía ansiosa que les provoca desazón. En muchos casos se percibe que cuando comienzan el tratamiento parece que los pacientes empeoran porque están más nerviosos al no seguir esos patrones que les calmaban. La enfermedad anestesia muchas cosas y para lograr mejorar hay que afrontar el trastorno, aunque empeoren un poco. Para curarse luchan contra su propia personalidad, su necesidad de controlarlo todo, su perfeccionismo, la necesidad de evitar el daño... Se enfrentan a sus miedos.

¿La hiperfagia, el síndrome del comedor compulsivo o del atracón forman el mismo TCA?

Son conceptos similares, pero no idénticos. La hiperfagia es el acto de comer demasiado. Se da en casi todas las obesidades. El síndrome del atracón se produce cuando hay una ingesta recurrente que es excesiva a todas luces y va asociada a una perdida de control. 

¿Cómo acceden los pacientes a las terapias de la unidad?

Estos desordenes requieren un tratamiento que puede prolongarse entre 4 y 7 años

Quienes llegan aquí tienen sentimientos ambivalentes o encontrados con respecto al tratamiento así que intentamos ponerlo fácil. Las personas que se restringen la comida tienen miedo a que no les permitan continuar haciéndolo y los pacientes que se dan atracones conviven con sentimientos de vergüenza. La llegada a la unidad debe ser lo más rápida posible bien sea a través del médico de cabecera, pediatra o especialista que lo detecta y nos llama. Ha habido casos que se han acercado ellos mismos hasta aquí. En Cantabria, tenemos la suerte de que se ha dotado de medios a este centro y el hospital nos ha permitido crear esta unidad. Aquí se ofrece tratamiento ambulatorio intensivo, hospital de día y, en los casos en que es necesario, la hospitalización total del paciente. El tipo de procedimiento se decide en función de la gravedad del paciente o de sus dificultades para tratarse. Es un tratamiento integral e integrado porque se adapta a las circunstancias del paciente, con un equipo especializado en TCAs en el cual el afectado puede confiar. Los tres tipos de terapia los realiza el mismo equipo lo que facilita la coordinación del tratamiento según la evolución y logra que el paciente realice todo el proceso manteniendo el mismo terapeuta.

¿Los casos de hospital de día y hospitalización total tienen normas estrictas?

Esta todo normalizado según la conducta del paciente: los horarios de comida, los hábitos alimentarios. Hay refuerzos positivos y negativos según el comportamiento de cada persona.

¿Cuál es el aspecto que le resulta más duro a la hora de tratar un TCA? 

El suicidio de un paciente. Tienes que asumir que es una posibilidad que puede llegar a ocurrir... Los casos que abandonan el tratamiento te preocupan a menudo porque no puedes ayudarles.

Fachada del Hospital Valdecilla. Foto: G. M. G.

¿Qué papel juega la familia en estas patologías?

Son importantes a la hora de continuar el tratamiento en casa. Les formamos como cuidadores. Aquí realizamos terapias individuales, grupales y familiares para darles pautas para llevar a cabo el proceso. Se les explica que esto no es un hábito sino que se trata de una enfermedad que hay que tratar. Un TCA puede provocar secuelas físicas como osteoporosis, patologías gastrointestinales, cardiacas por desequilibrio iónico y complicaciones serias derivadas de los vómitos. Además, el aislamiento que padecen los pacientes termina por ser severo. Estos desordenes requieren un tratamiento que puede prolongarse entre 4 y 7 años. Que la familia no coopere afecta negativamente a la evolución del paciente especialmente cuando son menores.

¿Qué terapias aplican a los pacientes en la unidad? ¿Qué tipo de fármacos se utilizan?

Aplicamos la terapia cognitivo conductual, familiar, el trabajo con emociones, la imagen corporal, el manejo y resolución de problemas, etc. Todo personalizado según las características del paciente. En la bulimia se emplean antidepresivos inhibidores de la recaptación de serotonina como la fluoxetina o prozác unidos a la terapia psicológica. Para la anorexia nerviosa no hay medicación especifica. Utilizamos algunos medicamentos para aliviar la comorbilidad con ansiedad, dificultad del sueño o síntomas similares. 

¿La telepsiquiatría sería una opción interesante para los afectados por un TCA?

Ahora hemos pedido realizar un estudio que nos permita ejercer la telepsiquiatría con este tipo de pacientes porque es una opción muy interesante para aquellas personas que, por sus circunstancias personales, no pueden acceder al tratamiento en estas instalaciones. La telepsiquiatría se está llevando a cabo en el tratamiento ambulatorio. Sin embargo, en estos casos aplicar esta técnica, respetando los aspectos legales, nos permitiría una conexión con el domicilio del paciente para ayudarle o con sus familiares para cooperar en la resolución de conflictos cotidianos apoyándoles en vivo gracias a los avances tecnológicos existentes hoy día.

"Con sus imágenes y conductas hay personas sanas que incitan a sus seguidores a padecer...
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