HUMOR

Moncho Borrajo: "El humor es arma y medicina, es el arma del pobre contra el poderoso"

Moncho Borrajo
Moncho Borrajo

Fue un pionero del humor, del sarcasmo y de la improvisación cuando en España aún había que decir las cosas sin decirlas para esquivar la censura franquista. Tras más de 50 años sobre los escenarios, Moncho Borrajo ha decidido cerrar el telón, al menos sobre las tablas. Este domingo, 29 de septiembre, arrancará las risas de los santanderinos por penúltima vez (por aquello de que nunca se puede decir que es la última). Con el nombre '¡Se acabó!. Mi último espectáculo', el evento se celebrará en el Auditorium Salesianos a las 19.00 horas. Los más rápidos, aún podrán conseguir entradas

Hablando con eldiariocantabria, Borrajo demuestra que sigue en forma, repasando los cambios del humor en nuestra sociedad y cómo se enfrentaba a un público que estaba menos acostumbrado al actual en eso de interactuar y verse como foco.

- Así que ¿Gira de despedida?

Bueno, todo tiene un comienzo y todo tiene un final. Hay una frase muy antigua, pero muy cierta: “Es mejor irse a que te echen”. Y además ha cambiado mucho la sociedad, ha cambiado mucho el concepto del humor. Ahora la gente, todo el mundo tiene la piel muy fina, todo el mundo se ofende por todo.  Y ya tengo una edad también, tengo 74, terminaré a los 75. Creo que ya he cumplido con mi papel de bufón perfectamente. 

- Claro, es que usted debutó en el 79, si no me equivoco, ¿verdad?

Bueno, yo cuento oficialmente como empezar en el 72, porque en Valencia, en el teatro principal, me dieron el segundo premio de la canción universitaria con una canción más jocosa que otra cosa, porque la chica que ganó no es que cantara bien, es que era una maravilla. Pero me dieron el segundo premio por irónico, porque yo canté una canción que se llamaba ‘Las ratas de Vicente Gris’, dedicada al flautista de Hamelín, que, lógicamente iba dedicada a la policía de aquella época, claro, pero pasó la censura, porque como nombraba a Hamelín… Y yo lo empiezo ahí, pero realmente yo desde el colegio ya fui un armadanzas. Yo como tenía gafas y no podía jugar a ningún deporte… Y lo probé todo, ¿eh? Baloncesto, fútbol, hockey, sobre hierba, lo probé todo. Pero, entonces, ya empecé a tocar la guitarra desde pequeño. Siempre fui muy de hacer reír a los demás. Mi madre me recordaba que había un profesor, que, tenía yo 10 años, que le llamó preocupada: “Por Dios, por Dios, me llaman al colegio, ¿qué habrá hecho este hijo nuestro?”. Le dijo el maestro: “No, no, Monchito se porta muy bien, no se preocupe. Pero hay un problema muy serio”. “Madre, dígame, por Dios, ¿qué pasa?”. “Pues mire, que estamos en clase, todo el mundo me está atendiendo, pero como entre una mosca y la descubra Monchito, Moncho tiene que contarles a todos los compañeros que ha entrado la mosca. Y entonces ya nadie me atiende a mí, todo el mundo atiende a la mosca de Monchito”. Yo creo que desde ahí empecé a saber que me llevaba bien con las masas.

- Usted realmente fue un pionero, en cuestiones que hoy en día hay gente que piensa que ha inventado. Como la improvisación, las bromas ácidas, interactuar con el público…

Uy, si yo te contara, por ejemplo, hablar con el público, reírle al que llega tarde.  Claro, eso hacerlo ahora, que el público va dispuesto a que lo trates como si fuera una escoba. Pero antes no, claro, llegar tarde una señora con su marido, y parar el espectáculo, encender la luz. “¿De dónde vienen? Vaya cara”.  Y la gente “abuchéenlos todo el mundo”. Uy, claro, aquella gente salía acordándose de mis muertos. Luego ya se reían y lo pasábamos bien. 

"Antes, en la dictadura y posteriormente, teníamos que dar la vuelta a la chaqueta y que la gente nos entendiera sin decir nombres, sin decir cosas muy concretas, pero la gente sabía de lo que hablábamos"

- ¿Sientes que te han imitado mucho?

Infinidad de veces. Fulanito venía a verme, y hasta con una libreta. Luego salían por la tele, lo hacían ellos, y todo el mundo se pensaba que, claro, como la había visto toda España por la tele, pensaba que era de ellos. Pero no importa, porque hay una frase muy buena que me regaló Chuzo Llorens, que fue mi representante, mi manager muchos años, y que ahora es un escritor de novela histórica maravillosa. Él me dijo: “Moncho, bienaventurados nuestros imitadores, porque de ellos son nuestros defectos”. Yo, sin ser pretencioso, puedo decirte que tú puedes imitar lo que quieras, pero el ingenio no lo imitas.

- ¿Ha cambiado mucho el concepto del humor con los años?

Muchísimo. Yo siempre digo, sí, antes, en la dictadura y posteriormente, teníamos que dar la vuelta a la chaqueta y que la gente nos entendiera sin decir nombres, sin decir cosas muy concretas, pero la gente sabía de lo que hablábamos. Por ejemplo, Gila hace una crítica a la guerra tremenda y no nombra a nadie, pero ahí lo tienes. 

Ahora a mí me alarma que algunos no preparen nada. Van al escenario, preguntan el nombre a la persona, en qué trabajan y empiezan a reírse de sí mismos. Y yo he llegado a una conclusión, que no sé si estás tú de acuerdo, que estamos en la generación del TikTok, que es: Me presento, éxito, y me muero en cinco segundos. Entonces, el que va al teatro es el centro de atención durante un minuto y ya sale feliz, aunque se rían de él. Eso no es humor, eso es irte a reírte de un señor, evidentemente. Pero las cosas cambian.

"Creo que estamos en la generación del TikTok, que es: Me presento, éxito, y me muero en cinco segundos"

- Pero usted nunca se ha reído del que sufre, de los que es fácil señalar.

No, yo nunca lo hice. Yo nunca he contado chistes de cojos, tartamudos, chicos con el síndrome de Dow. Pero sí es verdad que había un machismo flotando en el ambiente y se utilizaba, al igual que la vedette, utilizaba al público macho para reírse de él y ridiculizarlo.  El macho utilizaba a la vedette como símbolo de sus pechos, de sus caderas.

Han ido cambiando muchas cosas que tenían que cambiar.  Pero, y esto creo que es muy importante, en el humor y en la vida cotidiana, todo depende de quién te lo cuenta, cómo te lo cuenta y dónde te lo cuenta. Es muy distinto contar un chiste en un bar, que en un juzgado que en una iglesia. Es muy distinto contar un chiste en un cabaret, con gente bebiendo alcohol que en un teatro que no bebe nadie. Y todo depende de cómo te encuentras tú, y depende del momento en el que te encuentras, funciona una cosa o no funciona. Y luego también hay algo que ha ocurrido siempre. Desde los griegos, desde Sófocles. Siempre nos hemos reído del poder, cosa que ahora, hija mía, hay que andar con unos pies de plomo, porque eso de lo políticamente correcto es terrible. Los políticos son lo más ridiculizable que hay. Pero si dicen cada barbaridad que no hay por dónde cogerlos. Yo tengo un libro pequeño, un ensayo que se llama ‘El opúsculo borrajo’, en el que defiendo que el humor es arma y medicina. Es el arma del pobre contra el poderoso. No hay cosa que más le moleste a un poderoso que se rían de él. Es tremendo. Lo que no te puede reír de un señor que está en el paro. Es que no tiene ni pajolera gracia.

- Y la autoburla.

Es que saber reír no es fácil. Pero si te sabes reír delante de un espejo, entonces ya eres doctora honoris causa en la vida. Tú fíjate como todos los cómicos, yo llevo gafas, antes llevaba antes un micote grande. Marisa Pérez era muy alta y muy destartalada. Lina Morgan, pequeñita. Y los que eran guapos se maquillaban de feos, como Groucho Marx, Cantinflas, Chaplin...

"Siempre nos hemos reído del poder, cosa que ahora hay que andar con unos pies de plomo, cuando los políticos son lo más ridiculizable que hay. Lo que no te puede reír de un señor que está en el paro.Es que no tiene ni pajolera gracia"

¿No crees que se está volviendo un poco a eso, con la excusa de lo políticamente incorrecto y demás? ¿No crees que se está volviendo un poco al chiste del discapacitado, del gangoso, contra las minorías, etc.?

Yo creo que a lo que estamos llegando es a un punto en el que, en vez del ingenio, en vez de la metáfora, en vez del doble sentido, se está llegando al insulto y se utiliza el insulto como gracia. Estamos llegando a algo que es peligroso, que es a ridiculizar al otro. Eso sí que es un problema. Porque yo, por ejemplo, sí me metía con el público, pero cuando alguien se metía conmigo. Porque yo no podía permitir que en una sala de fiestas la gente con alcohol me hundiera. Hace poco en Los Goyas lo vi y también el otro día, creo que con Broncano. ¿Cómo le va a dar un cómic un micro a uno del público? ¡Tú eres tonto!  El del público es un poco agudo.  Coge el micro y te hunde el espectáculo. Así que cuando veo que el presentador le da el micro a alguien digo: “Esto está preparado”.

- Tú eres gallego, y has venido a Santander hace muchas veces.

Muchísimas. 

- Hay un mito que dice que el público del norte es más difícil de arrancar aplausos, de arrancar las risas. ¿Cuánto hay de cierto?

Bueno, depende. Yo, por ejemplo, vengo de trabajar estos meses atrás en tres ciudades que aparentemente son muy difíciles. Zamora, Valladolid y Valencia. Y los conseguí poner en pie, y conseguí que se rieran. Es distinto el carácter castellano y no podemos olvidar que Santander perteneció a Castilla muchos años. Era el puerto de Castilla. El santanderino, el montañés, el asturiano, el vasco. Pero claro, es que todo depende de cómo vayas tú. Y si voy a un sitio, no quito los chistes de ese sitio. Lo que pasa es que hay algunos, en algunas partes, y Santander puede ser que entre en ese círculo, que son de los que esperan a ver qué hacen. Tienes que ganártelos, lógicamente. 

"Yo creo que a lo que estamos llegando es a un punto en el que, en vez del ingenio, en vez de la metáfora, en vez del doble sentido, se está llegando al insulto y se utiliza el insulto como gracia"

- Usted siempre tuvo algo muy característico y que es digno, al menos en mi opinión, de alabar, es esa capacidad de improvisar, pero siempre sin cruzar la línea del resto

Yo lo primero que aprendí en el mundo del espectáculo fue a no ir de profesor, es decir, nunca decir públicamente: “Voy a contarles una cosa que ustedes no saben”. Jamás. Además, hay una cosa que yo he tenido suerte. A mí no me han educado con odio. Yo no tengo odio. Yo no tengo mala leche. Entonces, yo cuando me dirijo al público, soy como un niño travieso. La gente no se ofende. Porque primero me río de mí mismo. Ahora que está tan de moda lo de ser gay y todo esto, anda, que yo no he dicho toda la vida lo que soy.  Pero también es verdad que nunca he ido con banderas por la calle, diciendo: “soy maricón, soy maricón”. Y, además, he defendido muchas veces muchas cosas públicamente muy serias en los teatros. Yo recuerdo una vez que el señor, que iba un poquito alegre, empezó a decir, “maricón, maricón...” Yo siempre he esperado en la sala de fiestas que alguien del público se queje, porque entonces ya puedo quejarme yo. Y le dije, “¿pueden encender la luz? ¿Puede decirme quién me está llamando maricón? ¡Yo!”  El señor era calvo.  Y entonces yo, cuando cambio de cara, pongo una cara de mala hostia que no me tengo. Y me hacía así directamente como el micro con una cara mala. Y le digo: “¡Calvo! ¡Que es usted calvo!”  Y el señor se levanta y dice: “¡Oiga! ¡A mí no me llama usted calvo!”. Y le dije: “Pues mire, ahí está la diferencia. Yo soy maricón y lo admito, y usted es calvo y no se aguanta. El problema lo tiene usted”. La gente descojonada, porque era obvio que el problema lo tenía él.

- Usted es artista. Ya no humorista. Estamos hablando de la improvisación que hemos mencionado antes, pero también canta, escribe, pinta.... ¿Va a dedicarse a algo de ello ahora que deja los escenarios? 

Sí, sí. Tengo una novela terminada. A ver si se edita. Voy a seguir escribiendo, y dibujando. Porque vivo en Canarias, y eso de pintar cuadros grandes, no me los puedo llevar a la península. Yo quieto no voy a estar. Yo soy un rabo de cabras. Yo no paro. El día que pare, me meterán en la caja y me tendrán que atar. "No te muevas". Mi madre de pequeño cuando le preguntaban, que era tan inteligente, siempre decía: “Tengo un hijo, pero se mueve como tres”.

"Hay un cómico que yo siempre digo que te abre el cadáver y te lo deja en la mesa. Yo hago acupuntura. Yo pincho en el psique exacto, pero no sangra"

- Me parece que ese ingenio también es un poco heredado. ¿Puede ser? 

Sí, sí. Mi madre era increíble. Cuento alguna anécdota en el teatro de ella. Maravillosa.  Y mi padre tenía un sentido del humor muy curios porque contaba chistes y él no se reía. Entonces te ríes más todavía cuando te cuenta chistes en serio.  Pero mi madre tenía un ingenio.  Mi madre era un frontón. Todo lo que le tiraban le rebotaba. Era una cosa... Como fueras a por ella, te pegaba unos cortes. Los zascas de ahora yo creo que los inventó ella.

Tuve unos padres maravillosos. Porque, además, como no me educaron bien el odio, yo esa madera no la tengo. No voy a decir el nombre de la otra persona porque se enfada conmigo. Pero hay un cómico que yo siempre digo que te abre el cadáver y te lo deja en la mesa. Yo hago acupuntura. Yo pincho en el psique exacto, pero no sangra. Y, además, la gente conmigo se ha acostumbrado y cuando salen del teatro, y hay una frase que repiten todos. “Dice verdades como puños”.

Comentarios