jueves. 25.04.2024

El verano es sinónimo de playa, sol, planes al aire libre, actividades deportivas y de ocio, relax, diversión…numerosas cambios de rutinas nos envuelven en este momento del año. Inmersos ya en la época estival, el doctor Iván Malagón, uno de los odontólogos más reputados de nuestro país y más reconocidos internacionalmente, ha querido analizar el verano pero con foco en nuestra boca y dientes. El doctor nos descubre los cuidados extras y las alertas que debemos tener para cuidar esta parte de nuestro cuerpo. Con sus consejos descubriremos la gran ventaja del verano, pero también los peligros que nuestra dentadura sufre en esta época del año:

El sol la gran ventaja del verano

El sol emite rayos ultravioletas que, como producto de la reacción que tienen con el colesterol, produce vitamina D que, a su vez, hace que los huesos permanezcan fuertes y que los dientes se mantengan bien anclados en ellos. Así pues, aunque la mayoría de las vitaminas y minerales hay que tomarlas en los alimentos, en el caso de la vitamina D el metabolismo cuenta con él.

Pero no todo es positivo, en verano, cuidado con:

Las caries es una enfermedad contagiosa que según la Organización Mundial de la Salud afecta a más del 90% de la población mundial y que se transmite de persona a persona a través de la saliva. Generalmente es la madre la que se la transmite a su bebé en los primeros 30 meses de vida a veces, incluso, a través de los besos. Por ello, hay que tener mucho cuidado por ejemplo, con probar la comida de nuestros hijos o al ofrecer un helado.

La deshidratación es otro de los grandes peligros de esta época del año: el calor provoca deshidratación y origina la sed que intentamos paliar tomando bebidas azucaradas o altamente carbonatadas (que este tipo de bebidas son las más perjudiciales para los dientes). Además, si la boca se deshidrata se vuelve más propensa a infectarse e inflamarse porque se segrega menos saliva, provocando la sensación de “boca seca", por lo tanto es absolutamente necesario beber más agua que de costumbre en esta época, ya que la saliva es esencial para defendernos de la caries, ya que diluye y elimina los azúcares, mantiene constante el PH de la boca y aporta el calcio y fosfato necesarios para remineralizar el esmalte.

La relajación: En verano es momento de relax, donde nuestras preocupaciones y obligaciones diarias, pasan a un segundo plano. A nivel dental, este comportamiento puede traer consecuencias muy negativas para nuestros dientes: por un lado, la falta de cepillado aumenta el riesgo de sufrir caries, enfermedad de las encías o, en último término, la pérdida de dientes; la cultura española de picar entre horas no favorece mucho nuestra higiene, así que es después de ingerir alimentos entre comidas, es recomendable al menos enjuagarse la boca varias veces; el cepillado antes de dormir es el más importante porque durante la noche los ácidos que dañan los dientes se forman más fácilmente, ya que se segrega menos saliva y el hecho de tener la boca cerrada (medio anaerobio) crea las condiciones favorables para que las bacterias proliferen.

El deporte: los nadadores, por ejemplo, exponen sus dientes al agua con cloros y otras sustancias químicas, y se les acumula el sarro o placa dental mucho más frecuentemente que al resto. Las proteínas salivales se descomponen rápidamente en contacto con el PH del agua de la piscina y forman depósitos orgánicos en los dientes, de color marrón, conocido como “el sarro de los nadadores”.

Por otro lado, el buceo puede acarrear dolor de mandíbula si antes no se ha consultado con el dentista cómo colocarse la boquilla del regulador de aire. Es frecuente también el "síndrome de la boca del buzo" (también llamado barodontalgia), un problema causado por el cambio de presión de aire, sobre todo si el buceador tiene grandes caries, empastes, encías inflamadas o infectadas.

La hipersensibilidad: En esta época del año es más frecuente notar mucha sensibilidad en los dientes cuando se bebe algo muy frío o muy caliente. Por ello, lo más recomendable, es no provocar grandes cambios de temperatura ingiriendo alimentos fríos alternando con calientes sin permitir que los dientes se aclimaten.

Consejos prácticos

Los lácteos, los huevos, las carnes de vaca, el pollo y el pescado: favorecen la absorción del calcio necesario para evitar esa hipersensibilidad dental; la naranja y el pomelo, ricas en vitaminas C y A, flúor y calcio, limpian y fortalecen los dientes y combaten a las bacterias; la zanahoria, el plátano o las espinacas contienen flúor, lo que ayuda a fortalecer las piezas dentales y el esmalte; para terminar, las bebidas carbonatadas reducen el PH bucal y favorecen la aparición de sensibilidad.

El verano, el gran aliado de nuestros dientes
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