sábado. 20.04.2024

SUPERVIVENCIA

Tur Abdin, en la Mesopotamia turca, es una meseta que se extiende hasta la frontera con Siria. Un paisaje desolado, de colinas polvorientas y llanos en las que crece el trigo, la vid y los frutales. En el año 451, los patriarcas del cristianismo siríaco, anatemizados en el concilio de Calcedonia por disputas teológicas, eligieron este lugar remoto para refugiarse de la persecución bizantina. 

Durante 15 siglos conservaron aquí, como en formol, la magia y la frescura del cristianismo original. Sobrevivieron a los ataques de bizantinos y cruzados, a los persas, a los otomanos y árabes, a Gengis Khan y a Tamerlán. Pero los conflictos étnicos y religiosos que trajo el siglo XX los han dejado al borde de la desaparición.

EL ADUSTO PAISAJE DE TUR ABDIN, O.LEl adusto paisaje de Tur Abdin | Foto: O.L

VIENEN A POR NOSOTROS

“Fue en el año 1914, durante el genocidio armenio. Yo solo era un niño”. Así empieza el relato del nonagenario testigo siríaco  Abouna Shabo al periodista William Dalrymple, en los años 90. “Sabíamos que el gobierno turco estaban exterminando a todos los armenios de la región, y que nosotros, como  cristianos, seríamos los siguientes”, continúa. “De modo que, en el pueblo de Ein Wardo, encaramado en una colina, empezamos a fortificar disimuladamente la iglesia y a levantar muros entre las casas. Conseguimos armas, almacenamos trigo, y fundimos todos los cacharros de cobre para hacer balas”. 

EIN WARDO, LA ALDEA AMURALLADA QUE RESISTIÓ LOS ATAQUES OTOMANOS Y KURDOS, foto en Deir-ar-ZaferanEin Wardo, La aldea amurallada que resistió los ataques otomanos y kurdos | Foto en Deir-ar-Zaferan

SANTOS EN LAS TRINCHERAS

“Cuando nos rodeó el ejército otomano”, seguía la narración de Abouna Shabo, “de las 200 familias que vivían en el pueblo, los cristianos siríacos allí refugiados habíamos llegado a los 22.000. Casi todos los que no vinieron, fueron asesinados”.

"Casi todos los que no vinieron, fueron asesinados”

Con muchas bajas de ambos bandos, los siríacos repelieron la agresión tras dos meses de combates. Luego, las milicias kurdas suplantaron a los otomanos en el sitio del pueblo, pero también tuvieron que desistir. “En las batallas”, contaba Abouna, “se aparecían nuestros santos, Mar Gabriel y Mar Hadhasbo, y salimos victoriosos. Casi todos los abuelos de los actuales siríacos de Tur Abdin estuvieron en Ein Wardo”.

GENOCIDIO Y DIÁSPORA

Más de 200.000 cristianos siríacos fueron masacrados en los primeros años del siglo XX, de ellos quizá 100.000 en su lugar de origen, Tur Adbin. El genocidio siríaco –Sayfo en la lengua aramea hablada por sus víctimas– ha sido negado por Turquía, como sucede con el armenio, pero ya ha sido reconocido por varias entidades internacionales y asociaciones de historiadores. Y, después de que acabasen las matanzas, los sucesivos gobiernos turcos no han cesado su hostigamiento, forzando a una emigración masiva de cristianos que redujo los 300.000 supervivientes en la meseta a unos 70.000 al empezar los años 80. Y entonces, vino el PKK…

GOTEO DE ASESINATOS

Estaciono el coche de alquiler en el pequeño pueblo de Hah, y pregunto a un joven pastor por la iglesia de Meryemana (virgen María), el edificio más hermoso de todo Tur Adbin. El pastor, llamado Nahir, resulta ser un estudiante universitario en Berlín que, periódicamente acude a ayudar a sus abuelos y a recuperar su propia cultura, una situación común en esta etnia que vive mayoritariamente en la diáspora. Entre viejas casas de piedra construidas a prueba de asaltos, me conduce hasta la de su familia, y allí me ofrecen un racimo de uvas y una taza de té. 

LA CÚPULA DE MERYEMMANA, EN HAH, O.LLa cúpula de Meryemmana, en Hah | Foto: O.L

“Antiguamente, los cristianos –armenios y siríacos– vivíamos en los pueblos y teníamos las mejores tierras, mientras los kurdos, muy pobres, vivían en las montañas”, explica Nahir cuando le pregunto por la razón del despoblamiento de las últimas décadas. 

“Pero, en los años 80 y 90, durante la guerra civil entre las milicias kurdas del PKK y el ejército, los perdedores fuimos nosotros. Los kurdos ansiaban quedarse con nuestras tierras, y procedieron a un goteo de asesinatos de cristianos –casi uno al mes–, ante los que las autoridades turcas miraban a otro lado para tratar de ganarse la complicidad de los caciques kurdos frente a la influencia del PKK. Era una situación de terror bien dosificada, que obligó a huir al extranjero a casi todos. Ya solo quedan aquí unos 5.000 cristianos. Los musulmanes han ido ocupando las tierras, los pueblos y las ciudades. No tienen prisa, pero su propósito es echarnos a todos”.  

DOS MUJERES CRISTIANAS SIRÍACAS EN HAH, O.LDos mujeres cristianas Siríacas en Hah | Foto: O.L

¿VALE UN EQUIPO DE FÚTBOL COMO NACIÓN?

Los cristianos siríacos están divididos en 6 diferentes iglesias, de las que la llamada Iglesia Siríaca Ordodoxa es la predominante en Tur Adbin. Con un más de 90% de sus creyentes repartidos por Oriente Medio, EEUU y Canadá, así como Europa occidental, es mediante sus donaciones como se mantienen y restauran los templos y monasterios que sobreviven en Tur Adbin. Pero a esta etnia sin nación y condenada a la diáspora, le ha salido una flamante embajada desde que, en 2006, un equipo de fútbol de Estocolomo, llamado Assyriska, y constituido por siríacos, consiguió pasar a la segunda división sueca. Como es de suponer, aquí no se pierden un partido.

OTOÑO

Tur Abdin no llega a los 100 kilómetros de latitud por otros tantos de longitud, pero en tan reducido espacio se concentran casi 300 monasterios e iglesias, hoy casi todos en ruinas. 

Me despido de Nahir y su familia, y deambulo por Hah, apenas un puñado de casas fortificadas que, en 1915 también resistió el ataque otomano, y hoy es centro de una comunidad con 44 iglesias. Los escasos vecinos hablan en turoyo –dialecto local del arameo– mientras se afanan en preparar la vendimia para hacer su propio vino. 

LA ALDEA FORTIFICADA DE HAH, O.LLa aldea fortificada de Hah | Foto: O.L

Entre calles centenarias, pasadas las tumbas de un viejo cementerio con inscripciones en arameo, encuentro las ruinas de la iglesia de Mor Sobo, destruida por Tamerlán y, algo más allá, las de Mor Bachus, datada nada menos que en el siglo II. La famosa Meryemana, del siglo V, presenta una curiosa cúpula con forma de tronco de pirámide cubierta de relieves. En la penumbra de su interior, las columnas soportan enormes capiteles corintios de estilo romano tardío, ya apuntando hacia el románico. Al salir, en el paisaje desolado del primer otoño, un viento inclemente revuelve el polvo de las colinas y derriba los rastrojos. Y me pregunto cuánto tiempo les queda.

CRISTIANOS DE PATA NEGRA

Tras la muerte de Jesús, la primera ciudad a la que llegaron sus seguidores, expulsados de Jerusalén, fue Antioquía. Era una urbe populosa, que competía con Roma y Alejandría y contaba con una importante sinagoga. La llegada de aquellos judíos planteando una nueva forma de verse a sí mismos, mezclada con el helenismo, la tradición hebrea y el sustrato mesopotámico, desembocaría en una nueva religión. Fue aquí, mientras se concretaban las liturgias y los credos, donde se redactó buena parte de los evangelios, y donde se escuchó, por primera vez, la palabra kristianoi. Desde Antioquía, la recién estrenada religión se difundió por Oriente Medio, manteniendo siempre la impronta oriental del lugar en el que había nacido, a diferencia del cristianismo desarrollado en las ciudades de Occidente.

…Y LLEGÓ EL TURISMO

Aunque las agencias de viajes occidentales aún no se atreven a traer a sus hordas de turistas hasta aquí, la clase acomodada de Estambul y Ankara empieza a invadir masivamente Midyat y, sobre todo, Mardin, las dos poblaciones importantes de Tur Abdin. 

EL CASCO VIEJO DE MARDIN, O.LEl casco viejo de Mardin | Foto: O.L

La riqueza que desprendían los caminos de la Ruta de la Seda, uno de los cuales atravesaba la región en dirección a Estambul, dejó decenas de palacios, sinagogas, iglesias, mezquitas y medersas, talladas en barrocas filigranas sobre una piedra de color de miel. A Los vinos de la zona –una rareza en Turquía–, elaborados gracias a la tradición cristiana y ya alabados por el profeta Ezequiel en la Biblia, se añade algo tan exótico para los turcos como las iglesias y monasterios cristianos.

LA SUTIL DIFERENCIA ENTRE  TURISTA Y REFUGIADO

Dado que Tur Adbin termina en la frontera siria, el flujo de refugiados sirios e iraquíes no ha cesado de pasar por la meseta. En Midyat, varios monasterios acogen a cristianos siríacos que llegaron huyendo del ISIS o de la guerra. Son los hijos y nietos de antiguos vecinos, expulsados por la opresión turca durante el siglo XX. Ahora retornan recelosos, tras haber perdido sus casas y tierras en Turquía y las posesiones que pudieron adquirir en Siria. Alguno se ha quedado, pero la mayoría no quieren más problemas. Su objetivo es Occidente.

NO FUTURE

En Mardin, los cristianos han sido sustituidos por artesanos turcos, kurdos y árabes, aunque aquellos aún mantienen el gremio de las joyerías. Yousep, que regenta una, describe cómo los incidentes por las caricaturas de Mahoma, en 2006, dieron lugar a una manifestación de musulmanes que tuvo que ser disuelta por la policía cuando amenazaba con entrar en el barrio cristiano. “No todos son fanáticos”, explica, “pero representamos lo que muchos odian de Occidente. Hace unos años, el gobierno aprobó una ley para subastar las propiedades de los siríacos expatriados y otra para dificultar su retorno. Aquí no tenemos futuro”.

EL BAZAR DE MARDIN, O.LEl bazar de Mardin | Foto: O.L

RECUERDOS DE ASIRIA

8 de la mañana. En la iglesia, construida en el año 397, del monasterio de Mor Gabriel, centro espiritual de Tur Abdin, la misa reúne a los 4 monjes que quedan y apenas una decena de feligreses. Los cánticos, una curiosa mezcla entre el gregoriano y la música árabe, son en arameo, la misma lengua que utilizaba Cristo, y los asistentes hacen prosternaciones al modo musulmán, aunque, en realidad, éstos lo habían copiado del cristianismo primitivo.

MOR GABRIEL, CENTRO ESPIRITUAL DE TUR ABDIN, O.LMor Gabriel, centro espiritual de Tur Abdin  | Foto: O.L

“Hay registro de nuestra presencia aquí desde 25 siglos antes de Cristo, con las primeras comunidades asirias”, explica Ishak, un muchacho siríaco que enseña el monasterio. “No me importa que otros hayan llegado después que nosotros, pero sí que, siendo esta nuestra tierra, tengamos que vivir en ella como refugiados”. 

EL FIN DE UNA ÉPOCA

El cristianismo que hace dos mil años irradió desde Antioquía a Oriente Medio dejó decenas de sectas y comunidades repartidas por el arco mediterráneo que va desde Turquía hasta Egipto. Bajo la tolerancia islámica y luego otomana, cristianos y musulmanes convivieron en paz un milenio y medio. Pero, a partir del siglo XX, las comunidades cristianas en esos países vienen sufriendo un acoso –cuando no persecución– que las empuja a desaparecer. No les queda más remedio que islamizarse o emigrar.

DE IZQUIERDA A DERECHA, MUJERES SIRÍACA, YAZIDÍ Y MUSULMANA, EN EL MUSEO DE MARDIN, Museo de MardinDe izquierda a derecha, mujeres siríaca, Yazidí y musulmana en el museo de Mardin | Foto: Museo de Mardin 

¿De dónde viene tanta intransigencia? Mucho tiene que ver con la sensación de alienación, tras un siglo de injerencia occidental en Oriente Medio, con las terribles guerras que ésta ha provocado. 

La minoría violenta que ataca a los cristianos –como representantes de Occidente– a la vez manipula y amenaza a los musulmanes moderados para que la secunden. Sociedades secuestradas, cuyo eco deteriora una tolerancia occidental también en decadencia por la angustia ante un futuro incierto. Es el miedo atávico, tratando de compensar la sensación de indefensión con esa falsa seguridad que da la rabia. Malos tiempos para la lírica.
 

Tur Abdin: refugiados en su propia tierra
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