jueves. 28.03.2024

OTRA BODA QUE ACABA EN FUNERAL

Todo sucedió muy deprisa, en medio de la barahúnda y el jolgorio de la boda de Cleopatra, la hija del rey Filipo de Macedonia. Cuando, finalizado el banquete, la muchedumbre se dirigía al teatro, Pausanias, un guardaespaldas del rey –pero también un amante relegado por aquel– sacó una daga y se la clavó en el costado. Filipo II, padre de Alejandro Magno, caía muerto mientras Pausanias, atravesado por las lanzas de los otros guardaespaldas en su huida, se llevaba el secreto de la conspiración a la tumba.

TANGOS BALCÁNICOS

Supe de la tumba de Filipo, una tarde en la que me senté a cenar un gyros, que es el equivalente griego al donner turco, en una tasca del arruinado Ano Poli, el barrio otomano de Tesalónica. Me atrajo al local el sonido de rembetika –algo así como un tango balcánico, surgido de la miseria y desesperación de los helenos deportados por Turquía a Grecia en los años 20 del siglo pasado–, interpretado por unos amigos del dueño. El camarero dejó en mi mesa un vaso de ouzo no pedido, y me dijo que había sido invitado por un señor de bigote situado unas mesas más allá.

Todo griego que se precie de serlo tiene que tener dos virtudes: una, ser tan orgulloso como generoso con los extranjeros –y más cuanto más pobre sea–, en una actitud que recuerda la dignidad del viejo hidalgo español. La segunda, es que nunca aceptará que Estambul, a la que siguen llamando Constantinopla o, simplemente, “La ciudad”, pertenezca a Turquía.

Konstantinos, que así se llamaba mi nuevo amigo, cumplía ambas cum laudem. Y aquella tarde, la conversación derivó hacia un yacimiento ajeno al turismo masivo: la tumba de Filipo II, padre de Alejandro, excavada desde los años 70 hasta fechas recientes cerca de allí, en Vergina.

VISTA EXTERIOR DEL FÚMULO DE FILIPOVista exterior del fúmulo de Filipo | Foto: Wikipedia

“Te impresionará”, me dijo. “Como si tú fueras el rey muerto, descenderás hasta el corazón del túmulo funerario por un pasillo oscuro y estrecho, que desemboca en una estancia apenas iluminada por la luz de las vitrinas, en las que brilla un ajuar repleto de tesoros. No te lo puedes perder”.

ENTRADA AL TÚMULO FUNERARIO DE FILIPO IIEntrada al túmulo funerario de Filipo II | Foto: Wikipedia

DESCENSO HASTA LA PRESUNTA TUMBA DE ALEJANDRO IV, EN EL INTERIOR DEL TÚMULODescenso hasta la presunta tumba de Alejando IV, en el interior del túmulo | Foto: Wikipedia

PERO ¿QUIÉN MATÓ A FILIPO II?

En la búsqueda detectivesca que, desde hace más de 2.300 años, intenta encontrar al responsable del magnicidio, destaca como principal sospechosa Olimpia, una de las seis esposas de Filipo, y madre de Alejandro. Aunque Pausanias podría haber acuchillado al rey por puro despecho amoroso, se considera muy probable que hubiese alguien más detrás de un asesinato de ese calibre.

Olimpia confirmaría su excepcional capacidad para el crimen de estado ordenando la eliminación de la viuda y el niño

La muerte de Filipo, que recientemente había repudiado a Olimpia para casarse con la joven Eurídice, favorecía demasiado los intereses de aquella: su hijo Alejandro sería catapultado al trono de Macedonia, adelantándose así a cualquier pretensión a favor del recién nacido que Filipo acababa de tener con Eurídice. Olimpia confirmaría a los pocos días su excepcional capacidad para el crimen de estado ordenando la eliminación de la viuda y el niño, liberando a su hijo de posibles aspirantes y, se supone que, de paso, dándose del gusto de una vendetta tras la humillación por el repudio ante su competidora. 

De la misma manera que, más adelante, muerto Alejandro, Olimpia también estaría detrás de los asesinatos del sucesor de aquel, Filipo Arrideo y su esposa, con el fin de facilitar el acceso al trono a Alejandro IV, su nieto e hijo de Alejandro y la princesa Roxana.

Nada nuevo bajo el sol, teniendo en cuenta que Filipo II usurpó el tronó de su sobrino, heredero legítimo, despachándose acto seguido a los tres competidores que podrían disputárselo. En estas distracciones ocupaban el tiempo libre aquellos reyes.

FILIPO NO ERA UN CUALQUIERA

“Filipo no era un cualquiera”, me explicaba aquella tarde Konstantinos, que trabajó en un cargo intermedio del ministerio griego de Cultura hasta su jubilación. “Heredó un país pobre, de agricultores y pastores, pero creó un eficiente ejército con el que derrotó a los orgullosos atenienses y tebanos, que tanto despreciaban por bárbaros a los macedonios. La sarissa, una enorme lanza ideada por él, fue un arma revolucionaria que hizo invencibles a sus falanges, y le permitió someter a toda Grecia y convertirse en el líder de un proyecto para invadir Persia, frustrado por su muerte. Además era valiente en el combate, bien parecido, enamoradizo, de verbo fácil y habilidad diplomática. Y, bebiendo, nunca se quedaba atrás ¿Qué más se puede pedir?”.

¿DE QUIÉN ES ESTE FÉMUR?

Está de moda visitar tumbas, cementerios y mausoleos. Pero lo verdaderamente excitante es adentrarse en su interior. El enorme túmulo con el que se recubrió la tumba de Filipo y otras dos más, también de la familia real macedonia, es una colina artificial de 110 metros de diámetro por 12 de alto. En su interior se encuentran 3 tumbas monumentales, de las cuales la primera había sido expoliada y solo contenía varios esqueletos sin incinerar. Pero las otras dos estaban intactas, y entre un magnífico ajuar de objetos de arte, armas y piezas de oro y plata, cada una de las tumbas contenía dos pesadas cajas de oro con las cenizas de un hombre y una mujer –cuatro en total–, acompañadas de tres coronas reales. La que se atribuye a Filipo representa un trenzado de ramas de roble –el árbol de Zeus– con 313 hojas y 68 bellotas de oro. Todo este conjunto, así como los objetos hallados, pueden visitarse en el museo construido en el interior del túmulo.

AppleMarkCorona de hojas y bellotas de roble de Filipo y Larnax de oro con sus cenizas | Foto: Wikipedia

En 2015, Arsuaga, el codirector de las excavaciones de Atapuerca, cuestionaba la versión oficial, proponiendo que los restos de Filipo no hubiesen sido incinerados y fuesen en realidad los huesos de la tumba expoliada, y atribuyendo los 4 cuerpos de las dos tumbas intactas a monarcas posteriores. Por ahora, su hipótesis solo convence a una parte minoritaria de los expertos.

POLÍTICOS QUE VUELVEN DEL MÁS ALLÁ

Es increíble cómo lo ocurrido hace más de dos milenios puede proyectarse en el presente. Cuando, en 1977, el arqueólogo Manolis Andronikos dio a conocer el espectacular hallazgo de la tumba, el mundo entero concentró su atención en Filipo y Macedonia. Andronikos no podía haber encontrado mejor alimento para nutrir el orgullo nacionalista y la identidad de los griegos, y se convirtió en un héroe popular. Como mito y política siempre hicieron buenas migas, subrepticiamente, Filipo volvió a reinar en la mente de los griegos como un padre de la patria. O lo que es lo mismo, como se verá más adelante, nada le impidió estar muerto para volver a la política. 

DE PROFESIÓN, DIOS

Olimpia, la viuda de Filipo, era una bruja en más sentidos de los que sus intrigas políticas parecen evidenciar. De soltera fue sacerdotisa de Zeus y, nunca abandonó, según parece, las serpientes amaestradas de los practicantes de los cultos mistéricos de Tracia, ni la inmersión en  estados alterados de conciencia.

Desde su infancia, Alejandro había escuchado de ella que su verdadero padre no era Filipo a través de relatos como su famoso sueño de la noche anterior a la consumación del matrimonio, en el que un rayo –trasunto de Zeus– se había introducido en su vientre. Algo heredó el joven conquistador de los desvaríos de su madre, siempre buscando emular y descender de dioses y héroes.

LA IMPORTANCIA DE LLAMARSE MACEDONIA

El prestigio político del fantasma de Filipo trascendió fronteras y, tras la disolución de Yugoslavia en los años 90, uno de los nuevos estados, que se consideraba heredero de su caché, quiso llamarse Macedonia. Pero Macedonia era un territorio que había pasado por infinidad de vicisitudes, y en la actualidad está también repartido entre Bulgaria y Grecia, además de un pequeño trozo en Albania. 

Los huesos de Filipo están en Grecia ¿Cómo íbamos a permitir que se adueñasen de nuestros héroes y de nuestra historia?”, replicaba Konstantinos, argumentando que era en la Macedonia griega donde estaban las tumbas y ciudades de sus reyes, y no podían venir ahora unos advenedizos eslavos a usurpar su nombre y su legado.

REINVENTAR EL PASADO

No solo reinventamos el presente seleccionando aquellos elementos del pasado que lo justifican: también reinventamos el pasado para diseñar al presente que deseamos. Grecia se opuso radicalmente a que el nuevo estado ingresara en la ONU con esa denominación, así que el país tuvo que llamarse “Antigua República Yugoslava de Macedonia (FYROM)”, pero ninguna de las dos partes quedo satisfecha, y los griegos continuaron bloqueando su entrada en la OTAN y la UE.

El conflicto diplomático por la herencia política de Alejandro y Filipo y por la  inclusión del símbolo de la familia real macedonia en la bandera de la FYROM, se mantuvo hasta 2019. En este año, el gobierno griego –con el 70% de sus ciudadanos en contra y fuerte contestación en las calles– consensuó con la FYROM que ésta cambiase su impronunciable nombre por el de “Macedonia del Norte”.

“Además de robarnos nuestro pasado, también han sentado las bases para futuras reclamaciones sobre la propiedad de la Macedonia griega”, clamaba Konstantinos, aún indignado por la decisión de su gobierno. Desde el más allá, Filipo aún levanta pasiones.

UN FUNERAL DE MUERTE

Me reencontré con Konstantinos en la plaza Aristoteulos de Salónica, ubicada frente al Mediterráneo, entre terrazas atestadas por jóvenes universitarios y un ambientazo por el que no parecía haber pasado la crisis griega. 

Volvía de visitar la tumba de Filipo y su museo. Estaba impresionado por sus magníficas obras de arte, pero más aún por la enorme vitrina con cientos de restos de objetos que habían acompañado al rey en la pira funeraria: armaduras y armas de todas clases, animales de consumo y domésticos, odres de vino, frutas y alimentos en cantidad desmedida, herramientas y útiles cotidianos… una perfecta recreación de los funerales que describe Homero, en los que las últimas ascuas se apagaban ritualmente con vino. A ello se le añadieron, como en la Ilíada, los dos cómplices del asesino del rey y los dos hijos de aquel, más sus caballos, probablemente degollados sobre la pira durante el mismo ritual funerario. 

Todo lo anterior, amontonado sobre una colina de leña coronada por el cadáver de Filipo, ardió en la noche, en una puesta en escena tan bárbara y grandiosa que, cuando uno se encuentra ante la presencia de los restos, el tiempo parece esfumarse, como si Alejandro y su séquito acabasen de abandonar el lugar unos momentos antes.

ESTOS DE OBJETOS QUEMADOS EN LA  PIRA FUNERARIA DE FILIPO II EN VERGINARestos de objetos quemados en la pira funeraria de Filipo II en Vergina | Foto: Wikipedia

¿DA LO MISMO GENIO QUE LOCO?

“Para nosotros, occidentales, la Grecia clásica es una patria del alma”, respondió Konstantinos, tras escucharme. “Pero para aquellos griegos, el mundo micénico de la Ilíada era su equivalente”.

“He leído que Alejandro no solo estaba celebrando el funeral de su padre”, le dije. “Estaba representándose a sí mismo como el héroe Aquiles en el canto de la Ilíada que describe el funeral de Patroclo. Alejandro se creía literalmente a Aquiles cuando preparó este escenario, y por este y otros desvaríos, cabe preguntarse si era capaz de diferenciar la realidad de sus fantasías”.

“¿Alejandro un loco? ¡Por favor! ¡Alejandro era un genio!"

Pedí con urgencia otra ronda de ouzo. De pronto, había caído en la cuenta de mi error. Por mucho menos que aquello, otros griegos habían declarado interminables guerras.

Filipo, el monarca que reina desde ultratumba
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