sábado. 20.04.2024

Cantabria y turismo son dos términos que siempre han estado unidos. Visitantes de todas partes de España así como de otros países se han reunido cada año en los puentes y fiestas que se han celebrado en la comunidad, aportando así un gran valor turístico para Cantabria. Pero ahora todo es muy diferente. La pandemia de la COVID-19 ha provocado que los viajes se hayan visto restringidos, que el turismo haya pasado a un segundo, incluso tercer plano en la vida social. 

En 2020, ante el confinamiento domiciliario decretado durante el primer Estado de Alarma, la vida paró, y la Semana Santa se vio envuelta en una serie de restricciones que hicieron que estas celebraciones fuesen desde los balcones, manteniendo en todo momento la distancia y las medidas para preservar la salud pública. También suspendió los viajes, los reencuentros durante las fiestas, y fue el principio de muchas otras cancelaciones. Así fue como las diferentes comunidades de España decidieron salvar la vida frente a salvar la Semana Santa.

Ahora, un año después, la historia no se repite. La crisis económica derivada de la crisis sanitaria ha causado la ruina de miles de personas que, desprovistas de los elementos esenciales que debería aportar una sociedad, se han sumido en la tristeza y en el caos de la COVID-19. Estamos aprendiendo a vivir con el virus, y eso implica retomar poco a poco la vida, volver a la ‘antigua normalidad’ de una forma diferente. Volvemos a las costumbres, aunque sea en una ‘nueva normalidad’ que poco tiene que ver con el mundo que hemos conocido hasta ahora. Y eso supone que la forma de celebrar la Semana Santa cambie por completo.

Las restricciones interpuestas por los diferentes gobiernos regionales y el Ministerio de Sanidad han provocado que las comunidades autónomas hayan tenido que adaptarse a la situación y dejar el turismo a un lado. En el caso de Cantabria, el toque de queda está establecido a las 23:00 horas. Además, el presidente de la región, Miguel Ángel Revilla, decretó hace cinco meses un confinamiento perimetral que sigue vigente en la región.

Estas medidas han provocado que aquellos municipios donde el turismo suele ser una gran fuente de ingresos hayan tenido que adaptarse a la situación y cambiar completamente sus actividades. Este ha sido el caso de San Vicente de la Barquera y Bareyo, dos municipios de Cantabria con un gran legado turístico en su historia. 

“A lo mejor se escapa alguien que tenga una segunda vivienda en la zona aunque estén restringidas las salidas” 

El turismo en el territorio nacional ha quedado excluido únicamente para los visitantes extranjeros, y esto ha generado una gran controversia porque, tal y como coinciden los vecinos de ambos municipios, “solo vienen para hacer fiestas, y es un peligro que casi a las puertas del verano estemos así. Queremos vivir, no que la gente se muera porque las ganas de fiesta de los turistas ganen al sentido común”.

Dionisio Luguera, alcalde de San Vicente de la Barquera, habla de esta temporada y señala que “si siguen las restricciones hasta después de Semana Santa no creemos que vaya a haber mucho volumen de gente”. No obstante, destaca que “a lo mejor se escapa alguien que tenga una segunda vivienda en la zona aunque estén restringidas las salidas”.

Por otro lado, vecinos del municipio señalan que “aunque tengamos restricciones, todos sabemos que la Semana Santa va a ser caótica, que la gente se va a saltar las normas y que estamos cerca de una cuarta ola”. Además, varios de ellos dudan sobre la efectividad de estas medidas, y alegan que “los franceses y alemanes, por ejemplo, pueden venir tranquilamente y estropear la tendencia más o menos positiva que estamos teniendo en Cantabria”.

“A lo mejor es bueno estar cerrados a pesar del impacto económico que podamos tener”

En este sentido, Luguera dice que “los españoles también podemos ir a otros países, como ellos hacen con nosotros”, y asegura que “desde el ayuntamiento no podemos manejar este tema porque es algo que compete a nivel nacional y a nivel europeo, y nosotros no decimos ni comentamos nada”.

“Al final estamos entrando en buscar la polémica en todos los sentidos”, ha dicho el alcalde de San Vicente de la Barquera. Además, Dionisio Luguera ha asegurado ser “de los que piensa que si por estar restringidos en Semana Santa vamos a tener un verano mucho más abierto con la gente vacunada y poder tener una cierta normalidad, a lo mejor es bueno estar cerrados a pesar del impacto económico que podamos tener”.

No es ninguna novedad que el miedo y la incertidumbre llevan más de un año asentados en la sociedad, y que la llegada de turistas y visitantes que se salten las restricciones llegan a “aterrar” a gran parte de los vecinos de San Vicente de la Barquera. El alcalde ha destacado que “la gente tiene mucho miedo del aumento de contagios. Cerrar en Semana Santa y respetar las normas es la mejor forma de no entrar en una cuarta o quinta ola que nos haga no salir nunca de este agujero”.

Por otro lado, el municipio de Bareyo también acoge cada año a miles de turistas por estas fechas. Además, después de que el artista cántabro Okuda pintase el faro de Ajo el año pasado, la afluencia de turistas para ver la obra que ha generado tanta controversia ha crecido.

Desde el ayuntamiento comentan que afrontan la Semana Santa “con mucha tranquilidad”, pero “también con mucha resignación por el impacto económico que vamos s sufrir”. Además, el consistorio de Bareyo destaca que “muchos de los bares del municipio no van a abrir por las medidas vigentes en Cantabria”, y aseveran que “esto tiene que acabar pronto y es labor de todos conseguirlo”.

“La gente hace ‘bote’ para pagar las multas”

Además, vecinos del municipio denuncian que “se van a colar personas del País Vasco y de Navarra que tienen segundas viviendas. Ya lo han hecho antes y lo volverán a hacer”. De esta forma, también dicen que “tenemos miedo de que la gente no cumpla las medidas. Bareyo es un municipio con mucha gente mayor”.

Por otro lado, con respecto a las multas interpuestas por saltarse las restricciones vigentes en Cantabria, los vecinos de este municipio denuncian que “son totalmente injustas”, a la par que comentan que “muchas veces la gente hace ‘bote’ para pagar las multas. Pasa mucho con los botellones, por ejemplo. Además, la mitad de las multas se recurren, así que no tienen ningún sentido”.

A pesar de las restricciones, Cantabria sigue siendo una comunidad donde cada mes parece aparecer y desaparecer una nueva ola. Lo que está por ver es si la Semana Santa va a afectar con un aumento de positivos a municipios como San Vicente de la Barquera y Bareyo. Más allá del claro debacle económico que van a sufrir ambos lugares, mientras que desde ambos ayuntamientos llaman al sentido común y confían en que las medidas sean suficientes, los vecinos dicen tener “mucho miedo por el descontrol que se puede generar”.
 

“Queremos vivir, no que la gente se muera porque las ganas de fiesta de los turistas...
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