sábado. 20.04.2024

Aparentemente, Santander y Noja tienen poco en común más allá de su naturaleza costera y su tradición marinera. Pero por un día quedaron hermanadas. No fue por iniciativa política, sino por el impulso de un grupo de personas y su amor por el patrimonio marinero cántabro. El pasado 31 de agosto una trainera salía de la capital cántabra en dirección a Noja. 14 millas en un bello recorrido de tres horas que pasó junto a la Isla de Mouro, los acantilados de Langre, el cabo Quintres, el Cabo de Ajo y la ensenada de la playa de Ris, donde desembarcaron sus tripulantes para entregar una bandera a modo de símbolo de este primer viaje. La iniciativa llegó de la mano de la Asociación Navigatio, proyecto fundado en 2011 para recuperar el “patrimonio náutico tradicional” y para “poner el foco en nuestra cultura ancestral, en un acervo que teníamos en el Cantábrico”. 

En realidad, no son los primeros en plantear el impulso de la trainera como símbolo cultural e histórico más allá de la competición deportiva. Ese puesto lo ocupa Irlanda, que desde hace algunos años ha acogido e impulsado encuentros de embarcaciones tradicionales (en Reino Unido son ‘currach’, unas embarcaciones similares a las traineras) para realizar no solo un hermanamiento entre ciudades, sino entre países, sus gentes y sus tradiciones, alejados y ajenos en todo momento de las divisiones políticas actuales que se viven en el país de habla inglesa.

Y es en esos encuentros donde Navigatio ha encontrado el impulso necesario para trasladar la idea a Cantabria, con el objetivo añadido de crear además un vínculo con Irlanda, Inglaterra, Italia y todos aquellos países que quieran poner en valor este patrimonio náutico. “Ya hemos entrado en el circuito internacional”, asegura a este medio Chepe Saiz, uno de los integrantes de la Asociación. Para ello llevan trabajando más de un año. “Cork, Londres o Santander han sido nuestras pruebas”, y ahora han decidido comenzar a impulsarlo en el norte de España con este primer viaje entre la capital cántabra y Noja.

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La intención, como él mismo señala, es “llamar la atención” sobre una parte de la historia de Cantabria que, a su juicio, “estamos perdiendo” mientras comunidades autónomas vecinas lo están asumiendo como propio. Y el viaje entre estas dos ciudades era “conveniente”, no solo por la tradición marinera de ambas. También comparten los Santos Patrones de San Emeterio y San Celedonio, de ahí que se celebrara el día 30. Ambas, incluso, ofrecen la mayor oferta hotelera de Cantabria.

Es evidente que un recorrido de estas características entraña riesgos, más si estamos hablando de una trainera. El propio Saiz reconoce que la fecha elegida ha dependido también de las condiciones del mar, e incluso ese día los participantes, que procedían de diferentes puntos de España y Reino Unido, tuvieron que hacer frente a olas de 1,30 metros. “No se trata de competir”, reconoce Saiz, sino de participar en festivales internacionales, “conocerse y crear lazos de unión”, algo que ya han realizado durante su trabajo previo con “regatas especiales en las que convergen barcos muy especiales”.

UN PRIMER PASO

Chepe se muestra cauto al tiempo que emocionado. Si bien esta primera regata pretendía establecer una relación entre Santander y Noja “a través del recorrido”, también revela que “queremos crear una expectativa”, un interés que permita hacer crecer este proyecto y que atraiga a embarcaciones de diferentes partes del mundo. “Primero vamos a probar y luego ya se verá”, ha reiterado.

Trabajan con ese objetivo. “Para el año que viene ya tenemos preparado un programa intenso”, ha avanzado sin entrar en más detalles. Lo que sí está claro es que en ese programa “las traineras son la niña bonita”. No solo en Cantabria. Como él mismo ha recordado, el récord de cruzar el Lago Ness lo tiene una trainera vasca. El objetivo es recuperar ese patrimonio de Cantabria.

Las traineras surgieron inicialmente como embarcaciones pesqueras impulsadas por remos, con tripulantes más un patrón, con las que los marineros podían adentrarse en caladeros y, sobre todo, regresar rápido a tierra. El avance de la tecnología fue dejando de lado esta tradición pesquera, que se reconvirtió en práctica deportiva a mediados del siglo XIX.

Un primer viaje de 14 millas en trainera para recuperar el patrimonio náutico tradicional
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