martes. 19.03.2024

El norte de España es uno de los grandes desconocidos por parte del turista medio. Encajonado en el tópico de que la lluvia es una constante, los territorios más septentrionales del país buscan hacerse un hueco en el panorama turístico nacional, con más o menos éxito. Uno de esos lugares es Santoña (Cantabria), que gracias a su inmejorable enclave, gran oferta gastronómica y cultural, e inconfundible forma de divertirse ha conseguido convertirse en uno de los lugares indispensables en todos los panfletos publicitarios de la región. Desde el faro del Caballo hasta el Parque Natural de las Marismas de Santoña, Victoria y Joyel, pasando por la paradisiaca playa de Berria o el puerto pesquero, la pequeña villa marinera no puede tener mejor carta de presentación para todos aquellos curiosos que se acercan a conocerla.

Alberto y Nico son muy conscientes de lo privilegiado de este lugar, y no han dudado en sacarle el mejor partido de cara al turista. El primero, mediante sus excursiones a bordo de una pequeña flota de barcos que son buque insignia –nunca mejor dicho– e icono del pueblo, y el segundo, proporcionando visitas guiadas teatralizadas que adoran tanto pequeños como mayores. Ambos llevan años trabajando para ofrecer a los turistas la mejor experiencia posible en un paraje que, aseguran, “tiene mucho que ofrecer”, y su labor ha sido fundamental para el desarrollo económico del sector en la villa.

Mapa de Juan de la Cosa

Mapa de Juan de la Cosa

Alberto es, probablemente, el primer lugareño que los visitantes conocen, con todo lo que eso conlleva. Tras 15 años en el negocio, su empresa es, a día de hoy, la que más viajeros mueve de toda la costa oriental con casi 50.000 personas al año, un reconocimiento del que presume orgulloso afirmando que todo es fruto de un “incansable trabajo, especialmente en las redes sociales”. Se considera “un referente” y hace constante hincapié en su secreto: estar cerca de la gente, saber lo que quieren y ofrecérselo de la mejor forma posible. Pero este éxito no ha sido de la noche a la mañana y conlleva una serie de sacrificios, especialmente económicos, que finalmente se ven recompensados con el paso del tiempo. El empresario nos comenta que todos los años se escapa unos días a Alemania o Países Bajos a las ferias de grandes asociaciones de peregrinos para intentar llegar a acuerdos beneficiosos para su negocio y el pueblo pues, comenta, “dependemos de ellos”. Este aspecto es vital para el devenir turístico de la villa, pues si no fuera por ello los penitentes pasarían de largo, haciendo que Santoña pierda ese lugar privilegiado en una ruta calificada como Patrimonio de la Humanidad de la Unesco desde 2015.

Pero no sólo de peregrinos vive la villa

Pero no sólo de peregrinos vive la villa. Los visitantes que cruzan en la barca desde el Puntal de Laredo hasta el embarcadero del paseo marítimo –conocido por los lugareños como “el pasaje”– o las excursiones organizadas por asociaciones como el imserso y diversos centros educativos son también fundamentales.

Es el resultado del posicionamiento de Santoña en el universo virtual pues, como sentencia Alberto, “lo que dice Google va a misa”. Y como San Google no entiende de estaciones, no es raro ver visitantes independientemente de la época del año, aunque es indiscutible que la mayoría “se concentran en los meses de verano”. Estío o no, la realidad es que reciben a personas de todo tipo: desde extranjeros hasta compatriotas, pasando por las más diversas franjas de edades. Esto supone un gran reto para los guías, que han tenido que ir adaptándose hasta dar con la fórmula mágica –ofertada en cuatro idiomas diferentes: castellano, inglés, francés y alemán–.

Turistas en barco

Turistas en barco

Además de empresario, Alberto es también físico y tras años de conferencias ha encontrado una forma de relatar los aspectos más curiosos y técnicos de la zona, añadiendo siempre algún que otro chascarrillo que alimenta las risas de sus clientes. “Al final estás hablando de cosas complejas o con demasiados datos, así que aprendes a hacer comentarios y preguntas para que se sientan parte de la experiencia y no meros espectadores”, asegura. Asimismo, afirma que “el perfil del turista medio ha bajado la guardia en lo que respecta a la historia”, lo que muchas veces supone un problema porque “les hablas de gente que igual sólo les suena el nombre, pero no saben quiénes fueron”. A pesar de ello, los turistas confirman que el paseo se les hace “ameno y muy divertido, sobre todo a los más pequeños”. “El objetivo es que se queden con ideas”.

A pesar de las muchas virtudes de Santoña, el empresario se centra en dos: la ruta por las marismas y la bahía con parte del Buciero. La primera es, probablemente, la que más promociona. “No todo el mundo puede presumir de contar con el principal humedal del norte del país, paso de aves migratorias, declarado Parque Natural y miembro de la prestigiosa lista Ramsar. Desde mi punto de vista es de lo más bonito que hay en España”, declara. Asimismo, también es muy promocionada la segunda opción, que lleva a los turistas a parajes tan singulares y buscados como el archiconocido faro del caballo, del que no dudan en tomar numerosas instantáneas al punto de que ha tenido que bloquear que puedan etiquetarle en redes sociales.

Sin embargo, no todo es color de rosa, y si tuviera que poner un pero sería el estado del embarcadero. “No costaría adecuarlo un poco pues es uno de los puntos de referencia y paso de los turistas. Está todo tirado, con mejillones, conchas y, claro, sientes que todo lo que has vendido de la imagen del pueblo te lo mata la llegada”. No obstante, asegura que los santoñeses son unos “privilegiados” por pertenecer a la villa.

Esta idea también es compartida por Nico, empresario francés que arribó en Santoña para hacer sus prácticas estudiantiles y se enamoró del pequeño pueblo pesquero, donde ya lleva más de una década. A pesar de que “como en cualquier negocio, los inicios son difíciles y de mucha incertidumbre” confiesa, pero siempre tuvo “un gran apoyo por parte de todos los vecinos”, algo de lo que se siente “profundamente agradecido”.

Napoleón

Napoleón

Aunque oferta muchos tipos de actividades, su marca estrella son las visitas guiadas teatralizadas, idea completamente novedosa y única en la comarca en sus inicios. “No quiero decir que fui el primero, porque no lo sé, pero en aquella época era un concepto pionero en la zona”, comenta. Nico explica que la idea es quitarles el concepto de visita guiada aburrida y convertirlo en una experiencia lúdica, amena y divertida protagonizada por personajes como Napoleón o el Marqués de Manzanedo, “para los más pequeños es como si estuvieran en un dibujo animado”.

A pesar de los mil y un cambios posibles, hay una parada que ningún turista quiere perderse: la visita a una fábrica conservera

Respecto a las rutas ofertadas, coincide con Alberto en que saber adaptarse es la clave para mantenerse en el negocio: “Hay mucha gente de esta zona que viene cada año y es importante que no vean constantemente lo mismo, así que modificamos un poco el recorrido o incluimos más personajes”. Pero, a pesar de los mil y un cambios posibles, hay una parada que ningún turista quiere perderse: la visita a una fábrica conservera. “Sin duda es la más demandada. La gente quiere ver cómo se hacen las anchoas, es un tema que les obsesiona”. Sin embargo, tanto Nico como Alberto argumentan que les frustra limitar Santoña a un solo aspecto pues, aseguran “tiene mucho más que ofrecer”. “Tenemos el Parque Natural de las Marismas relativamente cerca de las fábricas, así que hacemos una visita y así se llevan dos aspectos del pueblo pero sabiendo que hay mucho más. Además, les llevamos a la lonja, pues hay que recordar que tenemos el puerto que más pescado subasta de la región, así que es importante hacer énfasis en ello”, sentencia.

 

Y, claro, entre tanta lonja y tanta fábrica, la pregunta estrella es más que previsible: ¿Qué anchoas comprar? Cuestión para la que tanto Nico como Alberto tienen la mejor de las respuestas: “Si son de Santoña, todas son magníficas”. No obstante, los planes a realizar en la villa también es una de las preguntas más demandadas. “Ahí es diferente. Tienes que fijarte bien en quién te pregunta, pues hay personas que están capacitadas para acercarse hasta alguno de los fuertes, mientras que otras es preferible que se no hagan tantos esfuerzos. A estas últimas solemos proponerles visitar la Iglesia de Santa María del Puerto, por ejemplo, que es una joya no solo santoñesa sino regional, o el centro de interpretación de las marismas”, afirma Alberto.

Entre tanta lonja y tanta fábrica, la pregunta estrella es más que previsible: ¿Qué anchoas comprar?

A pesar de que ambos empresarios realizan su actividad en Santoña, Nico hace especial hincapié en la promoción regional a través de su página web o mediante flyers que distribuye personalmente a los principales hoteles y campings de la zona. “Al final la gente de aquí lee los periódicos locales o escucha las radios de la comarca y sabe lo que hay, pero los turistas llegan a una zona que no conocen, entonces el flyer es de gran ayuda”, comenta. Y es que este aspecto es vital para los empresarios pues, según cuenta Alberto, “desgraciadamente en Cantabria siempre se promociona lo mismo: Potes, Cabárceno, Santander etc. Es una pena que Santoña, que es una de las joyas del norte, no sea uno de los líderes del sector”.

Tras dos años de pandemia, la temporada estival ha arrancado con más fuerza que nunca, y eso es algo que ambos confirman. “Ya se notó durante la Semana Santa, que es un poco el barómetro que tomamos de cara al verano. Este año viene fuerte. Salimos de un par de veranos diferentes en los que no podíamos hacer todo lo que queríamos como queríamos y la gente está deseosa por salir”.

Lo que está claro es que la villa está completamente preparada para recibir a todos aquellos que quieran disfrutar de, como dice Nico, su “kilómetro y medio cuadrado dónde puedes disfrutar de rutas de senderismo, playas de ensueño y una hostelería increíble. Lo que viene a ser el paraíso”.

Planes para un día de verano en el norte: Santoña, olor a mar y pólvora napoleónica
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