jueves. 28.03.2024

Tama, 20 de octubre de 1952. El matrimonio formado por Dominador Gómez y Carmen de Miguel y la hija menor de ambos, Carmina, son fusilados en su casa de El Coterillo, a las afueras del pueblo. La Guardia Civil registraba la morada cuando encontró en ella a los guerrilleros antifranquistas Quintiliano Guerrero el ‘Tuerto’, Gildo Campo y José García ‘Pin el Asturiano’ y se inició un tiroteo. El Tuerto logra huir. Gildo, el Asturiano y un sargento de la Guardia Civil mueren en el enfrentamiento. Según la versión oficial, Dominador, Carmen y su hija Carmina también mueren durante el tiroteo. Poco después del fusilamiento de sus padres y su hermana, la hija mayor del matrimonio, María Eugenia, es detenida en Santander, la casa familiar de El Coterillo es incendiada y el sangriento episodio pasa a la historia como la matanza de Tama.

Marisol González, delegada de AGE en Cantabria: “Si arriesgaban su vida, no era por cuestiones banales”

Alrededor de un tercio de los integrantes de las redes de apoyo a los guerrilleros antifranquistas del monte fueron mujeres. Unas veces por compromiso político y otras por solidaridad familiar o vecinal –que en la mayoría de los casos acababa desembocando también en una toma de conciencia política–, las enlaces o guerrilleras del llano empezaron visitando las cárceles como esposas y como madres, pero también acabaron ingresando en ellas como presas. Y además de a la represión –especialmente brutal a partir de 1947–, tuvieron que enfrentarse a la maledicencia. Marisol González, delegada de Archivo Guerra y Exilio (AGE) en Cantabria, recuerda que siempre se las ha presentado “como las ‘concubinas’, por no decir algo peor” o “como las que lavaban la ropa a los guerrilleros”, pero “eran mucho más que eso” y “si arriesgaban su vida, no era por cuestiones banales”.

Guerrilleros del monte como Felipe Matarranz ‘Lobo’ han asegurado que los verdaderos héroes de la guerrilla fueron “los del llano, que tantas recibieron por apoyarnos, por facilitarnos comida, por decir que no nos habían visto”. Y las mujeres ocuparon un lugar destacado entre ellos. Estas son las historias de algunas de aquellas guerrilleras del llano que colaboraron con la Brigada Machado.

Santa López y Benedicta Llanes estuvieron un invierno en Picos de Europa y una de ellas llegó a tener descendencia allí

Benedicta Llanes y Santa López, de Sotres, se echaron al monte tras la emboscada de Pandébano, temiendo represalias por su relación con los guerrilleros antifranquistas lebaniegos. Así lo cuenta Ramón García Piñeiro en una entrevista con Pablo Batalla: “En Picos de Europa, en 1945, ocurrió un hecho muy relevante en un mayáu cerca de Sotres: Pandébano. Allí se produjo un tiroteo entre una partida de guerrilleros y la Guardia Civil. Murió Machado [alias de Ceferino Roiz], que era de la guerrilla cántabra, pero el resto de guerrilleros pudieron escapar porque Gildo [Campo], que era un guerrillero de Tresviso, contraatacó desde Sotres, disparó por la espalda a los guardias civiles, mató a un par de ellos, hirió a otro e hizo que levantaran el cerco. La partida pudo, en consecuencia, escapar, pero cuando volvió al pueblo y contó lo que había sucedido, los enlaces fueron conscientes de que la Guardia Civil volvería y actuaría como era habitual en la época. Entonces diez o 12 vecinos de Sotres se tiraron al monte. Entre ellos había dos mujeres: Santa López y Benedicta Llanes, que estuvieron un invierno en Picos de Europa. Una de ellas llegó a tener descendencia allí y dejó a la criatura una noche en Sotres para que la recogiera la familia”. Benedicta y Santa permanecieron en el monte desde abril de 1945 hasta marzo de 1946, cuando bajaron y se entregaron a las autoridades franquistas.

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Carmen Manrique | AGE

Carmen Manrique nació en Santander hacia 1913, vivía en Torrelavega y murió en Francia hacia el año 2000. En su libro ‘Ni bandidos, ni vencidos’, el guerrillero antifranquista Jesús de Cos destaca de ella que “tras la entrada de los golpistas en Santander, fue condenada a reclusión perpetua por ‘rebelión’ y posteriormente fue enlace activa de la Brigada Machado, siendo nuevamente detenida, torturada y encarcelada. Condenada a 18 años de reclusión menor en el consejo de guerra celebrado el 28 de octubre de 1950 en Santander contra numerosos colaboradores de la guerrilla, se fugó de la cárcel de Las Oblatas, refugiándose en Francia, donde en 1963 fue nombrada sargento del Ejército Republicano reconstituido”. De Cos admiraba a Manrique por su valor y coraje y siguió en contacto con ella en Burdeos, donde la guerrillera cántabra siguió siendo políticamente muy activa.

Lola Ubierna fue condenada a 20 años de cárcel en el consejo de guerra celebrado el 28 de octubre de 1950 en Santander

El libro de De Cos refleja que en ese consejo de guerra del 28 de octubre de 1950 fueron juzgadas más de 70 personas –entre ellas, el futuro guerrillero Paco Bedoya–, todas acusadas de “complicidad en bandolerismo y auxilio a bandoleros”. Las mujeres condenadas a penas de cárcel fueron Serafina Cofiño (seis meses y un día), Sara González (dos años), Paz González, Irene Gutiérrez, Emma Fernández, Andrea Casalópez y Requena Hoyos (tres años), Ana Sánchez (cinco años), Ramona Gutiérrez, Zoila Gutiérrez, Teófila González, Natividad Allende, María de Cos, Luisa Pérez de Cos y Carolina Cos (seis años), Oliva Acebo, Guadalupe Gutiérrez, Elisa Dosal, Purificación Gutiérrez y Julia Guerra (12 años y un día), la citada Carmen Manrique (18 años) y Lola Ubierna (20 años). Ana R. Cañil en ‘La mujer del maquis’ destaca que Ubierna fue “una parte importante de la Brigada Machado, el mejor enlace quizá, un apoyo sin límites para conseguirles alojamientos y comida en los peores momentos”. Años después, el guerrillero Carlos Cossío ‘Popeye’ y su compañera Luisa Pérez de Cos –condenada en el mismo consejo de guerra– intentaron encontrarla cuando desde Francia volvían a Cantabria cada verano, pero nunca lo lograron.

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Agapita González ‘Anita’ | AGE

Compañera y madre de los siete hijos del guerrillero Jesús de Cos, Agapita González ‘Anita’ y el propio De Cos cruzaron clandestinamente la frontera en 1947 y ambos fueron enviados al campo de concentración de Pichey, donde permanecieron varios meses. Después rehicieron su vida en la cercana Burdeos, en cuya casa acogieron a numerosos militantes perseguidos por el franquismo, que recalaban allí de camino a otros lugares. En los años sesenta –cuando militaban en el Movimiento por la III República–, De Cos y Anita cruzaron varias veces la frontera con documentación falsa para introducir en España propaganda, libros y publicaciones como ‘Vanguardia Obrera’, que dejaban en casas de enlaces. Unas veces lo hacía De Cos en un coche con un doble fondo y otras veces lo hacía la propia Anita en tren. Agapita González nació en Pechón y murió en Burdeos en 2008 a los 83 años.

La madre y la hermana de Juanín fueron encarceladas durante casi tres años por colaborar con él

Paula Ayala era la madre del guerrillero antifranquista Juanín. Nacida en Potes en 1887, en los años cuarenta trabajó como cocinera en el cuartel de la Guardia Civil de Vega de Liébana, pero nunca ocultó a las fuerzas represivas su disposición a ayudar a su hijo, como refleja Antonio Brevers en ‘Juanín y Bedoya, los últimos emboscados’. Tras la matanza de Tama, su hija Avelina Fernández y ella fueron encarceladas durante casi tres años –de diciembre de 1952 a octubre de 1955– por colaborar con Juanín. Al salir de prisión, Paula trasladó su residencia a Santander junto a Avelina y cuando en 1961 ésta contrajo matrimonio con Pedro Noriega, convivió con ambos hasta su muerte. Hermana pequeña y enlace de Juanín, Avelina nació en Vega de Liébana y murió en 1977 a los 53 años.

Abuela materna de Paco Bedoya y primer miembro de la familia Bedoya en entrar en contacto con la Brigada Machado, Hilaria Pérez es quien abrió la puerta a Juanín y Daniel Rey cuando ambos guerrilleros llegaron pidiendo ayuda a Las Carrás, su caserío de Serdio. En 1948 –poco antes de la caída de la red de enlaces de la zona–, Hilaria partió junto a una de sus nietas hacia Cuba. Hija de Hilaria y madre de Paco Bedoya, Julia Gutiérrez nació en Serdio en 1912 y, como la hermana y la madre de Juanín, tras la matanza de Tama fue encarcelada durante casi tres años por haber realizado labores de enlace para el guerrillero lebaniego. Volvió a prisión en 1956 por la misma causa y obtuvo la libertad condicional en 1957, el año en que fueron abatidos tanto su hijo Paco Bedoya como Juanín.

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Fidela Gutiérrez | AGE

“Juanín dijo que no había encontrado una mujer que le hubiera tratado tan bien como Ángeles Obregón”

La casa de Fidela Gutiérrez y su nuera Ángeles Obregón, en Caranceja, fue un punto de apoyo esencial para los guerrilleros de la Brigada Machado. El propio Jesús de Cos llegó a la casa herido de bala en 1946 y en ella permaneció casi tres meses, hasta que pudo emprender camino a Francia junto a su compañera Anita. Prácticamente toda la familia de Fidela fue represaliada y encarcelada: su hermano Vicente Gutiérrez, su marido José Martínez, su hijo Gerardo Martínez, que murió como consecuencia de las palizas y torturas sufridas en la cárcel…. Mujer de firmes convicciones republicanas, Fidela nació en 1892 y murió en 1976. De su nuera Ángeles asegura Jesús Gutiérrez Flores en ‘Guerra Civil en Cantabria y pueblos de Castilla’ que “Juanín dijo que no había encontrado una mujer que le hubiera tratado tan bien. De hecho, estando preso su marido por la relación con los del monte, Juanín se presentó en su domicilio: ‘Dios mío, que mi marido está en la cárcel, Juanín’, decía ella. ‘Que sólo quiero comer, Ángeles. Que no te quiero comprometer, sólo quiero comer y me marcho’. Eran los mejores enlaces que tenían los guerrilleros”.

Fe Roiz y Máxima Roiz, de Bejes, eran hermanas de los guerrilleros Mauro e Ignacio Roiz. Fe contraería matrimonio con Pepe Campo, uno de los primeros huidos de Bejes, y Máxima, con el guerrillero Daniel Rey. Las autoridades encarcelaron a Fe y a Máxima para intentar forzar la entrega de Mauro e Ignacio, pero nunca lo consiguieron. Guadalupe Gutiérrez, de Labarces, mantuvo una relación con Daniel Rey durante su etapa de emboscado y fue encarcelada a la muerte de éste. Mari Luz es hija de Daniel y Máxima. Esperanza, nacida en prisión, es hija de Daniel y Guadalupe. Ambas hermanas de padre –Mari Luz y Esperanza– se conocieron en Torrelavega en 2002.

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Magdalena de Cos | AGE

“‘Las puertas y las ventanas de mi casa permanecerán abiertas cuando un refugiado lo necesite’, ése era su lema”

Magdalena de Cos era hermana de Jesús de Cos y tenía 18 años y una larga y abundante melena cuando las tropas franquistas tomaron Cantabria y le raparon la cabeza y amenazaron con marcarle la frente con un hierro candente de los de señalar el ganado. Después, hizo muchas veces de enlace proporcionando alimentos o medicinas a la Brigada Machado, por lo que fue detenida y encarcelada en el campo de concentración de La Magdalena. Murió en 2008 a los 88 años y Dolores Cabra, secretaria general de AGE, escribía en su necrológica: “En la época en que ella fue enlace de los guerrilleros, fue condenada a dos años de prisión por consejo de guerra de 28 de octubre de 1950 con otros 55 procesados más. Obligada después con su familia a marcharse de su pueblo. Residió en Madrid durante el resto de su vida, desde donde se ocupó de dar cobijo y asistencia a decenas de desheredados sociales, con inmensa solidaridad, cediéndoles su casa del parque de San Juan Bautista, donde fue muy conocida y considerada por su laboriosa actitud y generosidad. ‘Las puertas y las ventanas de mi casa permanecerán abiertas para siempre cuando un refugiado lo necesite’, ése era su lema”. “Tenía una dulce y a la vez enérgica mirada. Mujer decidida y valiente que atravesó por aquellas procelosas aguas en lo más salvaje de la represión franquista, sufriendo doblemente por ser antifascista y por ser mujer. Sólo ánimo y capacidad de resistencia para la Justicia parecía indicar su mirada cuando convalecía esperando la muerte”, continuaba la secretaria general de AGE, que denunciaba: “Otra víctima más que desaparece sin haber sido compensada por las persecuciones sufridas durante el franquismo”.

Lucinda Campo, de Tresviso, era hermana del guerrillero Gildo Campo. Poco después de emboscarse Gildo en 1943, la denuncia de un vecino bastó para que a Lucinda le dejasen la espalda negra a culatazos en presencia de sus hijas, que llegaron a creer que las fuerzas represivas iban a matar a su madre. Una década después –tras la matanza de Tama, en la que Gildo fue uno de los dos guerrilleros abatidos–, el marido de Lucinda, Laureano Campo, permaneció detenido durante 13 días en unas caballerizas de Potes, donde fue torturado hasta el punto de que llegó a desear su propia muerte, según reveló años más tarde a Valentín Andrés. Lucinda acudió a ver a Laureano acompañada de un teniente de la Guardia Civil que le dijo ‘bueno, despídase de su marido’ y la hermana de Gildo sufrió un trastorno psíquico –interiorizó que Laureano había muerto en aquellas caballerizas– que la acompañaría el resto de su vida. A finales de 1952, Laureano fue trasladado a la Prisión Provincial de Santander y Lucinda a la Casa de Salud Valdecilla. Durante su estancia en la Provincial, Laureano obtuvo permiso para visitar cuatro veces a su mujer, pero ella nunca volvió a creer que su marido siguiera vivo.

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Valeriana Alles | AGE

Identificó el cadáver de ‘Pin El Asturiano’ como Joaquín Sánchez ‘El Andaluz’, por lo que éste pudo huir a Francia

Valeriana Alles fue enlace y punto de apoyo de la Brigada Machado y con 23 años fue detenida, torturada, encarcelada, juzgada en consejo de guerra junto con su madre y su tía y sentenciada a dos años de cárcel por haber colaborado con los guerrilleros durante al menos tres años, “facilitándoles el lavado de ropa, alimentos, vestidos y otros elementos que éstos precisaban, recibiendo el importe de las compras que para los mismos hacían”. En octubre de 1952, Valeriana fue conducida a Potes para identificar los cadáveres de los guerrilleros abatidos en la matanza de Tama y logró engañar a la Guardia Civil al identificar el cadáver de ‘Pin El Asturiano’ como Joaquín Sánchez ‘El Andaluz’, por lo que éste pudo huir a Francia sin ser perseguido por las fuerzas represivas. Marisol González, delegada de AGE en Cantabria, destaca que Valeriana “demostró ser una mujer de coraje que no se doblegaba fácilmente” y que aunque en la recta final de su vida fue “una mujer de pocas palabras, pero firme y recia, que prefería no recordar aquellos días aciagos en que la represión se cebaba en todos los que no se sometieran a los dictados del régimen franquista”, cuando en 2008 el guerrillero Jesús de Cos propuso levantar un monumento en memoria de sus compañeros de la Brigada Machado, “fue Valeriana quien cedió parte de un terreno de su propiedad en Bejes para que ese monumento pudiera llevarse a cabo”. Prima del guerrillero antifranquista Daniel Rey –su madre y el padre de Daniel eran hermanos–, Valeriana nació y vivió en Bejes, donde murió en 2013 a los 85 años.

jesusdecosenbejesJesús de Cos (1924-2012), junto al monumento a la Brigada Machado | Ahaztuak 1936-1977

Si en la parte occidental de Cantabria actuó la Brigada Machado, en la parte oriental lo hizo la Brigada Malumbres, liderada por Pin Lavín el ‘Cariñoso’ e integrada en su mayoría por militantes de la CNT. Hermana del Cariñoso, María Lavín sufrió palizas y cárcel por prestar apoyo al grupo de su hermano. Prima del Cariñoso, Lola Lavín fue abatida –junto a su hermano Marcos Lavín ‘Cenizo’ y su primo Pedro Lavín ‘Melenas’– por la Guardia Civil el 28 de octubre de 1941 en Peñacastillo, al día siguiente de la muerte de Pin en Santander. Compañera y madre de la hija del Cariñoso, María Solano –nacida en Arizona en 1917 y criada en La Cavada– fue condenada a 30 años de cárcel por “robo y asalto a mano armada”. Su madre fue fusilada en las tapias del cementerio de Ciriego por colaborar con el grupo de Pin y ella fue encarcelada estando embarazada y a pesar de las palizas que le dieron, no lograron que abortara. La hija de María y el Cariñoso, Josefina Lavín, nació en la cárcel en 1942 y cuando tenía 18 meses, su abuela paterna, Teresa Cobo, se hizo cargo de ella. Años después, Josefina –entonces Josefina Solano– emigró a Estados Unidos junto a su madre, y al morir ésta sólo quiso volver a España para reclamar a las autoridades el derecho a llevar el apellido de Pin el ‘Cariñoso’, su padre. “Quería llamarse Josefina Lavín Solano y varias personas la apoyamos en su empeño”, destaca Isidro Cicero, satisfecho de que la juez tomara su libro ‘Los torvos y fieros motivos de El Cariñoso’ (1978) –reeditado años después con el título de ‘El Cariñoso. Los emboscados del Miera’– “como prueba jurídica” para el cambio de apellido. “Josefina fue ya desde el seno de su madre una víctima de la violencia del mundo, de la hostilidad de lo peor del medio ambiente hacia lo más frágil que la humanidad produce. La misma violencia que acabó con la vida de su padre, de su abuela, la misma violencia criminal que hizo que ella naciera en la cárcel y que tantos miembros de su familia estuvieran siendo torturados y maltratados”, destaca el también autor de ‘Los que se echaron al monte’ (1977).

josefinalavinisidrociceroJosefina Lavín, hija del Cariñoso y María Solano, conversa con Isidro Cicero | IC

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