viernes. 19.04.2024

Los cambios sociales, los avances tecnológicos o la globalización han provocado la desaparición de costumbres y objetos que hasta hace pocos años eran comunes. En los últimos tiempos nuestra forma de vida se ha visto rápidamente afectada en muchos sentidos por la difusión de la telefonía móvil con Internet.

“Eso ya no se ve”

Cuentan las abuelas que cuando eran jóvenes, las mujeres tenían la costumbre de preparar el ajuar para cuando se casaran. Dependiendo del poder adquisitivo de la casa de la novia, los conjuntos de mantelerías, sábanas y toallas eran más o menos abundantes, de peor o mejor calidad. Cuando la mujer ya estaba prometida, se exponía el ajuar en la casa familiar, para que los conocidos pudieran contemplar el equipo con el que estaba preparada la novia para su nueva vida de casada. “Eso ya no se ve”.

Tampoco se ven ya hombres sacar de un bolsillo su pañuelo blanco de tela para sonarse los mocos, ofrecérselo a alguien que llora o agitarlo en una despedida

Tampoco se ven ya hombres sacar de un bolsillo su pañuelo blanco de tela para sonarse los mocos, ofrecérselo a alguien que llora o agitarlo en una despedida. Hasta hace no tantos años era un complemente que los hombres llevaban de forma común, como las camisetas interiores de tirantes. El clásico estaba bordado con las iniciales del dueño.

También las rutinas de los niños van cambiando. Los los juegos de calle como las canicas, las tabas, las chapas o las peonzas se ven cada día menos desde hace muchos años.

Estos son sólo algunos ejemplos que demuestran los cambios en las costumbres y tradiciones. Pero también hay objetos cuyo desuso marca los cambios dentro de una misma sociedad.

En lo que se refiere a los hogares, una pieza que antes había en el baño de casi todas las casas es el bidé. Con sus partidarios y detractores, esta pieza de higiene se ha ido perdiendo en reformas y nuevas construcciones, en las que actualmente el espacio para un bidé es impensable.

La vida en los pueblos ha sufrido mayores cambios que en las ciudades, surgidas precisamente al calor de distintos avances. Hay cosas que quienes han vivido siempre en el medio rural ven cambiadas cada día. Por ejemplo, dejar la puerta de la casa abierta, o las cortinas de plástico que hacían las veces de puerta e impedían que se colaran las moscas.

Los 'smartphone' y el nuevo mundo

Pero más allá de costumbres y tradiciones, el progreso tecnológico ha sido uno de los factores que ha cambiado más la vida de las personas del siglo XXI. La telefonía móvil con Internet ha sido la principal en los últimos años.

Pero más allá de costumbres y tradiciones, el progreso tecnológico ha sido uno de los factores que ha cambiado más la vida de las personas del siglo XXI

La extensión del uso del teléfono móvil y el abaratamiento de los aparatos, provocaron la paulatina desaparición de las cabinas de teléfono, de las que quedan muy  pocos ejemplares. De la misma manera, se fue perdiendo la costumbre de que los bares dispusiesen de un teléfono que los clientes podían utilizar a cambio de una tarifa.

El teléfono fijo, aquel aparato que contactaba a una o a varias personas con el resto de sus redes familiares y de amistad, ha quedado en un segundo plano. Las ofertas están centradas en los móviles, y con éstos ya no es necesario llamar a las casas a la hora de comer para asegurarnos de encontrar a sus habitantes.

Pero el hecho de andar todo el día pegados a una pantalla de tres pulgadas ha cambiado muchas más cosas. Es evidente a simple vista que hemos retrocedido en cuanto a relaciones interpersonales en la calle o entre amigos, y además hemos perdido costumbres como preguntar por la hora o por una dirección. Google Maps nos dirá cómo ir, cuánto tardaremos y cuál es el itinerario que más nos conviene.

La misma aplicación que nos lleva de un lugar a otro con tan solo indicar la dirección ha provocado la desaparición de los mapas de carreteras. ¿Quién necesita esos grandes libros dentro de un coche si tiene GPS?

Corre, corre, cartero, que es para una chica a la que quiero

La tecnología e Internet han acabado igualmente con un objeto que desprende mucha nostalgia. Nos hemos hecho a la idea de su pérdida en apenas una década, y ya pensamos en ello como si hubiera pasado una vida. Las cartas. Escritas a mano o a máquina, las cartas de todo tipo eran más especiales que las actuales formas de comunicación: su redacción y envío suponían una mayor dedicación, y luego estaba el tiempo de espera. Los días que la carta llega a su destino y los que una posible respuesta podría tardar. También han desaparecido aquellas notas al cartero en el sobre: “Corre, corre, cartero, que es para una chica a la que quiero”.

¿Qué era una cabina de teléfono mamá?
Comentarios