sábado. 20.04.2024

Los pinchos se han convertido en una parte habitual de nuestra gastronomía. Ya sea para ayudar a pasar la mañana o simplemente por el placer de comer diversas creaciones culinarias en muy poco tiempo, cada vez más cántabros recurren a este tipo de comidas, y por lo tanto prácticamente todos los bares ofrecen una surtida variedad. A esto se suman las casetas de la Semana Grande de Santander, que año tras año atraen a miles de personas durante el verano. Pero, ¿hasta qué punto es seguro e higiénico este tipo de productos?

La pregunta aparentemente no debería ni siquiera plantearse, pero atendiendo al modo en que estos platos se exponen en las barras de bares y casetas, parece conveniente. Según el Real Decreto 3848/2000 de 29 de noviembre, los alimentos elaborados “contarán con instalaciones adecuadas para la conservación de los productos en correctas condiciones de temperatura, higiene, limpieza y no contaminación por proximidad o contacto con cualquier clase de residuos o aguas residuales, humos, suciedad, sustancias tóxicas, o materias o cuerpos extraños”.

El objetivo de esto, como señala la norma, es que “los productos no puedan sufrir alteraciones, deterioros o cambios anormales en sus características”. Asimismo, señala que la comida a consumir en menos de 24 horas debe refrigerarse como máximo a 8 grados.

A tenor del contenido de este texto, muchos bares incumplen la normativa, aunque sea de forma parcial. De hecho, todos los establecimientos tienen, en mayor o menor medida, vitrinas de cristal que ayudan a mantener los productos alejados de las sustancias a las que hace referencia la legislación, y algunos incluso logran mantener una temperatura baja. Y no es algo exclusivo de Cantabria.

Muchos de los establecimientos colocan estos pinchos fuera de estos espacios protegidos, ya sea sobre ellos o en otra zona de la barra

Pero del mismo modo, muchos de los establecimientos colocan estos pinchos fuera de estos espacios protegidos, ya sea sobre ellos o en otra zona de la barra. Esto permite que los clientes puedan tocarlos, que entren en contacto con servilletas, platos y vasos utilizados, otros alimentos, residuos, etc. Es decir, incumpliendo la normativa.

Los motivos son varios. Por un lado, los bares producen más pinchos de los que pueden tener en estas vitrinas, por lo que buscan otros espacios en los que colocarlos. Por otro, y según recoge Marisa Puente en un reportaje de Popular Tv, “si pones la comida recién hecha detrás del cristal, se empaña y hay que limpiarle constantemente”. De ahí que se mantenga fuera durante unos minutos (en los que sigue siendo posible que la comida se contamine de algún modo) y luego se guarde en las vitrinas.

Por supuesto, no es el caso de todos los establecimientos. Casa Lita, famoso por sus pinchos, expone sus productos en dos niveles de vitrinas, protegidos del ambiente mientras los clientes eligen su próximo plato.

Casa Lita es uno de los establecimientos de Santander que cumple con la normativa de higiene

Casetas de feria

La situación puede ser más grave durante las fiestas municipales de las ciudades y los pueblos. En el caso de Santander, por ejemplo, las casetas de las ferias, instaladas en varios puntos de la ciudad, también han contado con algunas de estas vitrinas, pero el espacio, al ser más pequeño, ha obligado en algunos casos a situar los pinchos fuera de ellas.

En este caso, sin embargo, la situación puede agravarse en función de la localización de estos espacios en la calle. Algunos de ellos han estado cerca de papeleras que terminan por llenarse y desbordar; otros están cerca de alcantarillas. Y eso por no hablar de los humos y suciedad en el ambiente propios de una ciudad en la que circulan coches y, en estas fechas, incluso se llega a cocinar en la calle.

El incumplimiento no es algo grave y no provoca a priori daños en la salud, pero sí parece ser poco higiénico

Todo esto incumpliría claramente la normativa vigente, pero no parece ser algo prioritario para ninguno de los implicados. Ni ayuntamientos, ni hosteleros, ni siquiera consumidores. Es más, el alcalde de Santander, Íñigo de la Serna, celebraba hace poco el éxito de las casetas y la Semana Grande.

Por supuesto, el incumplimiento no es algo grave y no provoca a priori daños en la salud, pero sí parece ser poco higiénico. Este medio ha intentado contactar sin éxito con la Asociación de Hostelería de Cantabria para ofrecer su punto de vista sobre esta posible infracción. Con todo, y según han explicado fuentes de dicha asociación a Popular Tv, el hecho de exponer los pinchos fuera de las vitrinas es una valoración propia de cada establecimiento.

En cualquier caso, la impresión generalizada es que esta práctica no supone, en última instancia, una contaminación de la comida. Los consumidores, de hecho, no le dan importancia, por lo que a la larga los responsables de los establecimientos tienden a preocuparse menos de mantener una rigidez que a muchos les parece exagerada.

¿Qué te comes al meterte un pincho en la boca?
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