jueves. 28.03.2024

Son las cicatrices – o heridas abiertas – de la especulación inmobiliaria que llenó la región y toda España de pisos, chalés y urbanizaciones que en muchos casos la crisis pilló a medio hacer. Y así quedaron. Esqueletos de lo que iban a ser las viviendas de cientos de personas que ahora ven destartalada la oficina portátil que albergaba el piso piloto, una maqueta del sueño hecho realidad.

La crisis dejó decenas de casas a medio hacer. Unas con las paredes ya encaladas, otras en las que sólo dio tiempo a construir la estructura de hormigón, todas sin puertas y sin ventanas. Dicen que en aquellas en las que ya estaban instalados los baños, las cañerías o la red eléctrica, algunos aprovecharon para acudir al saqueo de los materiales útiles.

La quiebra de las constructoras, promotoras e inmobiliarias tras el estallido de la ‘burbuja’ fue la principal causa del abandono de decenas de viviendas en construcción. Pero también las sentencias por los desastres medioambientales que se permitieron en aquella época han paralizado muchas obras. Algunas tienen hoy en día orden de derribo. Muchas otras siguen esperando una sentencia desde hace casi una década.

En muchos casos, ya había compradores que ahora ven destartalada la oficina portátil que albergaba una maqueta del sueño hecho realidad

En el trasfondo de esta situación, la famosa ‘burbuja inmobiliaria’ fue el germen del inicio y posterior descalabro del ‘boom’ de la construcción. La burbuja se gestó en los métodos de financiación de los bancos a través de un sistema que provocó el endeudamiento de la población y de las propias entidades financieras. También en un modelo inmobiliario basado en la vivienda libre y en propiedad en el que la construcción nueva era fundamental para participar en el lucrativo negocio de la recalificación de suelos.

Desastres medioambientales

Uno de los casos más conocidos de urbanizaciones ilegalizadas en Cantabria es el del Alto del Cuco, una construcción que ocupa la ladera sur del monte de La Picota, una cumbre que domina la desembocadura del Pas y el Parque Natural de Liencres.  

Para llegar al lugar hay que pasar al menos dos rotondas. Otro elemento clave en el ‘boom’ del cemento. Una vez allí, a los pies del monte de La Picota y frente a otra urbanización habitada, aparece un cementerio de casas. Hechas en hormigón, algunas con graffitis pintados, todas vacías. Las carreteras están preparadas para que los monovolúmenes familiares rodaran hasta su garaje. En las aceras, unos agujeros abiertos con pozos profundos, revestidos de hormigón, iban a formar parte del alcantarillado del complejo. En las cunetas, a la entrada de los bloques, se acumulan los escombros, sofás destartalados, patines de niño rotos, ruedas de camión.

Entre 1987 y 2005 se construyeron 2 hectáreas al día solo en los primeros 500 metros de costa

Este proyecto de construcción de 400 viviendas fue paralizado en 2007 por el Tribunal Superior de Justicia de Cantabria, al anular el plan parcial por el que el Ayuntamiento de Piélagos había autorizado el proyecto. El TSJC consideró que la urbanización infringía la Ley del Suelo por el “importante y controvertido impacto paisajístico” que produce en un “entorno natural y rural precisado de protección”. Los propios magistrados describieron gráficamente ese impacto como “una dentellada al monte”.

Además, la sentencia achacaba varias infracciones al plan promovido por la constructora Fadesa: no reserva la cantidad de suelo mínima exigida para equipamientos públicos; ubica parques infantiles en zonas con pendientes que hacen “nula o muy reducida su utilidad” y que no cumplen la Ley Autonómica sobre barreras arquitectónicas.

En 2011 el Tribunal Supremo corroboró la decisión de ilegalizar la urbanización, y el pasado mes de mayo, el Gobierno regional decidió destinar 3,7 millones de euros para demoler las 140 viviendas que sobreviven a pie de montaña en el Cuco.

Ni el interior ni el litoral se salvaron de la invasión del ladrillo. Según el informe ‘Destrucción a toda costa’ de Greenpeace, entre 1987 y 2005 se construyeron 2 hectáreas al día solo en los primeros 500 metros de costa.

Construcciones abandonadas                                                        

En medio del frenesí inmobiliario España se situó como líder europeo en consumo de cemento, superando en 2007 los sesenta millones de toneladas (casi el doble que Francia, que dispone de más población y territorio). Cuando el país llegó a tener más viviendas y kilómetros de autopista per capita que el resto de estados europeos, ese complejo sistema se vino abajo y fue el principio del fin. También el de la industria de la construcción. El número de viviendas que se comenzaban a construir cada año pasó de más de 700.000 en 2006 a 31.213 en el año 2013.

España se situó como líder europeo en consumo de cemento, superando en 2007 los sesenta millones de toneladas (casi el doble que Francia, que dispone de más población y territorio)

En muchos casos fueron las propias constructoras encargadas de las promociones las que abandonaron el lugar. El estallido de la burbuja las dejó en bancarrota. Desde 2009 se han declarado en concurso de acreedores miles de empresas en España, vinculadas con la industria, la alimentación… Pero especialmente con la construcción y la actividad inmobiliaria. Los últimos datos de 2014 revelan que el número de empresas de la construcción continuó disminuyendo en Cantabria hasta las 4.573 censadas, un 3,29 por ciento menos que el año anterior.

Mientras los años pasan sin soluciones claras ni homogéneas, este panorama deja paisajes desamparados en pueblos y ciudades. Las estructuras de cemento sobreviven junto a carteles publicitarios que muestran en lo que se iba a convertir el lugar. Edificios y chalés con patios rodeados de vegetación, piscina, garaje, y familias sonriendo: “Viviendas de dos y tres habitaciones, cerca de la ciudad y de los principales centros comerciales, entra e infórmate”, se lee aún en los letreros junto al piso piloto. 

Las cicatrices del ‘boom’ inmobiliario: casas deshabitadas y urbanizaciones fantasma
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