sábado. 20.04.2024

La Consejería de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de Cantabria ha declarado la Trova Montañesa Bien de Interés Local Etnográfico Inmaterial. Lo ha hecho mediante una resolución publicada hoy martes en el Boletín Oficial de Cantabria (BOC), en la que informa a los interesados y a los ayuntamientos afectados, así como al Catálogo General de Bienes de Interés Local para su inscripción. La Dirección General de Cultura incoó expediente para la declaración de la Trova Montañesa como Bien de Interés Local Etnográfico Inmaterial el 12 de marzo de 2018. Cumplido el trámite establecido en la Ley de Patrimonio Cultural de Cantabria, la Dirección General de Cultura propuso el pasado 5 de marzo declarar la Trova Montañesa como Bien de Interés Local Etnográfico Inmaterial, una vez se han cumplimentado todos los trámites preceptivos en la incoación e instrucción del expediente.

Era una manifestación muy propia de las comunidades de vaqueros de vacas tudancas de los valles medios y altos de los ríos Saja, Nansa y Bullón

La Trova Montañesa es una de las manifestaciones más peculiares y propias de la cultura pastoril y ganadera del occidente cántabro, donde aparece llena de raigambre y particularidad. La trova es una versificación popular campesina que se recitaba y cantaba, tradicionalmente, entre los pastores y vaqueros en las reuniones vecinales, en las cantinas y tabernas y en las ferias y festejos. En concreto, era una manifestación muy propia de las comunidades de vaqueros de vacas tudancas de los valles medios y altos de los ríos Saja, Nansa y Bullón. Dada su tipología, estas versificaciones cumplen varias funciones de enorme significado societario, que tienen por objeto incrementar la cohesión social y corregir o neutralizar las amenazas. Por una parte, a través de los relatos y sucedidos a vecinos y vaqueros, se fomenta el conocimiento común de acontecimientos relevantes de la vida cotidiana, y por otra, mediante la crítica de determinadas actitudes y acciones, cumplen la función correctora y sirven para reprenderlas y censurarlas, en la medida en que pueden amenazar el equilibrio social del colectivo. Originariamente, los pastores y vaqueros de la aldea, a menudo los propios padres o hermanos mayores en casa y los miembros de la sociedad de mozos del pueblo, transmitían las formas de versificación de las trovas al tiempo que las propias trovas retenidas en la memoria. La persona que discurre y memoriza este tipo de composiciones, así como el que las canta o recita se conoce generalmente hoy como "trovador", un cultismo, y anteriormente, también, "troveru".

La trova se versifica en cuartetas octosílabas con asonancia alterna abcb y/o versos octosílabos encadenados. Se puede recitar con tono y sonsonete característico o se puede cantar al estilo de la tonada montañesa. En los valles altos, preferentemente se canta al aire de toná, específicamente en Tudanca y Polaciones, mientras es propio de los pueblos y valles bajos el preferir los recitados o a veces también, los cantos romancísticos. Las trovas se clasifican en Églogas, Tropiezos de Vaqueros, Pasás y Ferias, Testamentos de Animales, Aguinaldos atípicos, la Mocedad, el Trabajo de la Madera, la Caza, Acontecimientos en la Vida del Pueblo, Homenajes y Crímenes. En ocasiones, sobre todo durante los espectáculos festivos, se suele exigir cierta prestancia en la caracterización y las vestimentas. Debe mostrarse la identidad de la comunidad campesina de que se procede. Se suele exigir boina negra, camisa blanca, chaleco, pantalón de mahón o negro con faja negra o roja, pañuelo ferial al cuello, que suele ser rojo, y las imprescindibles albarcas o almadreñas montañesas o de estilo carmuniegu o tudancu. Como complemento, el palo pintu, el cayado o el cachiporru de pastor.

Cantabria declara la Trova Montañesa Bien de Interés Local Etnográfico Inmaterial
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