miércoles. 24.04.2024

Un recorrido a través de playas, retiros al borde de los Picos de Europa o en históricos balnearios, algunas de las mejores muestras del arte rupestre paleolítico, obras de Gaudí y tres de los pueblos más bonitos de España. Cantabria en toda su infinidad.

Mogrovejo

A los pies del Macizo Oriental de Picos de Europa, con apenas medio centenar de habitantes, Mogrovejo es el lugar perfecto si se busca tranquilidad. Junto al inigualable paisaje, el pueblo conserva un gran patrimonio histórico por el que está declarado Bien de Interés Cultural.

Las calles transcurren entre casonas lebaniegas de los siglos XVII y XVIII, un paseo que conduce a la Iglesia de la Asunción, del siglo XVII. Entre todas las edificaciones sobresale la torre medieval, del siglo XIII, uno de los monumentos emblemáticos de Mogrovejo por ser el más antiguo conservado. Además de las buenas vistas y el agradable paseo por el pueblo, los viajeros no pueden irse sin disfrutar del plato estrella de la comarca: el cocido lebaniego.

San Vicente de la Barquera

A esta villa marinera se entra sin respirar. Dicen que el largo puente de la Maza, por el que se accede a San Vicente, hay que pasarlo conteniendo la respiración porque da buena suerte. Junto al puente, en el puerto, la ría sembrada de barcas.

El mar, los Picos de Europa como telón de fondo y, en el entorno, el Parque Natural de Oyambre, componen la postal más reconocible de esta imprescindible localidad, entre las más bonitas de la región.

Castro Urdiales

El mayor litoral de Cantabria, con casi 20 kilómetros de extensión, recorre decenas de playas, cabos e islas, así como un estuario, la ría de Oriñon, desembocadura del río Agüera.

Un paraíso en casa. Pero hay mucho más. La costa castreña constituye también un completo recorrido por la historia. Empezando por el propio municipio de Castro, donde la foto más conocida es la que protagonizan la dársena del puerto, la iglesia gótica de Santa María, y el castillo de Santa Ana y su faro, que guía a los marineros desde 1853.

Este municipio costero es el tercero más poblado de Cantabria, después de la capital y Torrelavega, y ofrece a los viajeros inquietos un rico patrimonio cultural. Declarado Conjunto Histórico Artístico en el año 1978, en la zona se pueden visitar cuevas con pinturas rupestres, como las de La Peña del Cuco o La Dársena. Algunos de sus montes albergan castros prerromanos y fue lugar de asentamiento también para el Imperio, que en el año 74 estableció en el territorio la colonia romana de Flaviobriga.

Hay que tener en cuenta que si normalmente cuenta con unos 30.000 habitantes, su cercanía con Bilbao y su atractivo turístico provocan que cada verano el número de vecinos llegue a duplicarse. Así que, ¡hay que hacer las reservas con tiempo!

Bárcena Mayor

En el valle del Saja encontramos este idílico pueblo de calles empedradas, con un conjunto muy bien conservado de arquitectura montañesa; todas las casas con balconadas de madera, amplios zaguanes y, de fondo, el rumor del río Argoza.

Bárcena Mayor presume también de ser uno de los pueblos más bonitos de España, y es el único núcleo habitado dentro de los límites del Parque Natural del Saja-Besaya.

Comillas

Esta villa señorial en la costa occidental de la región destaca por sus edificios medievales y barrocos, así como por ser uno de los pocos lugares fuera de Cataluña en el que intervinieron artistas modernistas como Antoni Gaudí, que dejó su sello en una de las arquitecturas más famosas del lugar: el Capricho.

La localidad da nombre a la Universidad Pontificia de Comillas ubicada aquí originalmente hasta su traslado a Madrid. Los antiguos edificios de la universidad son uno de los mejores ejemplos del modernismo en la villa.

Pero también es un lugar para disfrutar de la naturaleza, con una espectacular playa de fina arena, así como dunas y marismas que forman parte del Parque Natural de Oyambre.

Potes

La capital de la comarca de Liébana está situada en la confluencia de cuatro valles, y la atraviesan el río Quiviesa y el Deva, que nace en lo alto de los Picos de Europa. Como el resto de la comarca lebaniega, Potes disfruta de un microclima mediterráneo que permite cultivos como la vid, con el que se elabora el conocido orujo de la zona.

Potes presume de un singular entramado urbano lleno de casas populares y edificios tan emblemáticos como la torre del Infantado, antigua sede del Ayuntamiento. Es además uno de los municipios por los que pasa la Ruta Lebaniega, que enlaza el Camino de Santiago de la costa con el Camino Francés; los otros son San Vicente de la Barquera, Val de San Vicente, Herrerías, Lamasón, Cillorigo de Liébana, Cabezón de Liébana, Camaleño y Vega de Liébana.

Santillana del Mar

Conocida como la villa de las tres mentiras, puesto que ni es santa, ni llana, ni tiene mar, Santillana forma parte de la red de los pueblos más bonitos de España. Más que una villa, es un museo de piedra, siempre animado por los visitantes que pasean por las calles empedradas. Toda ella monumental, desde los edificios señoriales, hasta la plaza mayor y la colegiata de Santa Juliana, el monumento románico religioso más importante de Cantabria.

En sus inmediaciones se encuentra la cueva de Altamira, la mundialmente conocida como Capilla Sixtina del arte rupestre y declarada Patrimonio de la Humanidad. 

Laredo

Laredo es una de las perlas del Cantábrico, un lugar que aúna la monumentalidad del barrio del Arrabal y la Puebla Vieja, el convento de San Francisco y la iglesia de Santa María de la Asunción; con la playa de La Salvé, cuatro kilómetros de arena blanca y fina que la convierten en la más larga de Cantabria.

Enclavada entre la ría de Treto y la bahía de Santoña, Laredo es una de las "cuatro villas marineras" junto con San Vicente, Castro Urdiales y Santander. Aparece en las cantigas de Alfonso X el Sabio y también la menciona Don Quijote al describir su linaje.

Su gastronomía, como la de toda la zona, está especializada en pescados como el bonito, las sardinas y los bocartes.

Liérganes

Situado en una llanura bañada por el río Miera, que alimenta el balneario de Liérganes, tiene un casco antiguo que merece la pena saborear, con ermitas, casonas populares, iglesia, capillas y el puente mayor, una de sus imágenes más típicas.

Pero el pueblo también cuenta con un lugar especial para el descanso, su famoso balneario, que se beneficia de las bondades de las aguas que brotan de la conocida como ‘Fuente Santa’. Se trata del balneario del que se tienen noticias históricas más antiguas en toda la región: ya desde finales del siglo XVII las aguas eran utilizadas por los enfermos de los alrededores.

Liérganes figura entre los 44 pueblos más bonitos de España junto a Bárcena Mayor y Santillana del Mar. 

Puente Viesgo

Este municipio esconde uno de los conjuntos de cavernas del Paleolítico Superior con arte rupestre más ricos de Cantabria, donde destacan la cueva de El Castillo y la de Las Monedas. Además, entre su patrimonio arquitectónico destaca la «Casona de Fuentes Pila», de estilo neomontañés, y su prestigioso balneario alimentado por el río Pas.

Puente Viesgo, concretamente la localidad de Vargas, se encuentra en un cruce de caminos: la carretera de Santander a Burgos (N-623) y la de la costa cantábrica (N-634). El municipio fue lugar de paso del ferrocarril Astillero-Ontaneda, del que permanecen aún la antigua estación y las vías transformadas en Vía Verde.

Como en todos los lugares que hemos recorrido, encontraremos lo mejor de la gastronomía cántabra, otra razón fundamental por la que visitar sus pueblos.

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