POLÍTICA

Felipe (carta a…)

Caricatura de Felipe González
Caricatura de Felipe González

Te escribo, querido ex presidente, a sabiendas de que tu vuelo por las altas cumbres económicas mundiales te impedirán la lectura de esta humilde misiva. Da igual, ando bien acostumbrada a dirigir cartas a la nada. Y la nada eres tú, querido Felipe.

No reclamaré, por sabido, mi dosis de desengaño sufrido después de aquella noche memorable, la del 28 O del 82 (ya tú sabes…) por repetida y por la constatación que sería filfa a tus oídos, de tan acostumbrados a la lisonja y el placebo de tus amigos gerifaltes del mundo. Ningún reproche por haber roto el sueño de millones de personas que vimos en tu chaqueta de pana y tus patillas de bandolero bueno, cumplirse los deseos de recuperación social, de resarcimiento de viejas derrotas.

Ignoro el síndrome que produce el poder, y más un poder como tuviste tú, que como buen abuelo Cebolleta, te encargas de recordar cada poco

Las cunetas del país siguieron sin nombre, los fusilados y torturados, muchos de ellos socialistas, siguieron durmiendo el sueño inabarcable de la injusticia, pero tú habitaste Moncloa con mayoría absoluta, como te regodeas en repetir a diestro y siniestro, olvidando no solo el marxismo (¡oh, glorioso Suresnes, tú en el atril haciendo teatro… "que me voy, que me quedo, que soy socialista antes que marxista”, como si fueran excluyentes, ladino que eres) sino tus raíces y las del socialismo que sufrió una guerra, represión y olvido tan dramática como olvidada. Tu olvido, canallita… tu olvido.

No, no voy a hablar de los desengaños, de la inmersión a cualquier precio en Europa, vendiendo al mejor postor un país que se desangraba. No quiero nombrar la venta y despiece de las empresas públicas que con tu gobierno comenzaron a buen ritmo, ni la reconversión industrial que se hizo a puñal y soga arrasando empleos y riqueza patria. Tampoco hablaré (aunque esto sí merece palabras) de tu travestismo con la OTAN. Aquel “No a la OTAN" convertido en “De entrada, sí” porque eso sí que fue cambio de chaqueta, tú tan puro ahora reclamando cumplimiento de promesas electorales de tu presidente, con el tema de la amnistía…

No voy a reprocharte hoy el desatinado travestismo que sufriste al tocar poder, en el momento que te deshiciste de la chaquetuca de pana con coderas, intentando tapar desgaste de codo, por el traje bien armado y hecho a medida. Cuando fumabas puros enviados por el amigo del alma cubando. Sí, Fidel Castro que te los enviaba en valija diplomática. Fidel, ese socialdemócrata que tanto querías y recibías a Gabo en Moncloa con honores de jefe de estado pero olvidabas escucharle o simplemente le obviabas, absorto como estabas en tus bonsáis y en los amigos de la beautiful people, de la alta sociedad madrileña y mexicana (Slim, por ejemplo, la peletera, por ejemplo…). Se entiende que te cansaban las cosas que el Gabo te reprochaba.

Ignoro el síndrome que produce el poder, y más un poder como tuviste tú, que como buen abuelo Cebolleta, te encargas de recordar cada poco. “Gané con mayoría absoluta” clamabas a tu compa Pablo Motos, que te llevó como estrella invitada para lo que tú, yo y todas sabemos que te llevó Pablo Motos a su programa. Ignoro ese síndrome, te decía, pero debe ser grave. Tornar a un tipo campechano, socialista (desvaído socialismo, todo hay que decirlo) y popular, en un mamarracho embotado de soberbia que no escuchaba ni atendía a la descomposición de un país y de muchas esperanzas. Un tipo que prostituyó su ideario  convirtiéndose en patética mezcla de caudillito amigo de poderosos y alejado del pueblo. Un tipo que de vibrar con “la autodeterminación de los pueblos de España se convirtió en jacobino despreciable. Un tipo al que se le olvidó el socialismo subiendo los escalones de Moncloa. Un tipo que se le olvidó el compañerismo, la lealtad a unas siglas, a un ideario, a una gente que le subió a empujones al poder. Un tipo como tú.

Lo que sí voy a apuntarte, querido Felipe, son unos datos…

Ignoro si cambiaste o fuiste el disimulado que algunos (mal pensados, ellos) apuntan como tapado del capitalismo más abyecto que potenció tu carrera política

¿Recuerdas los indultos que concedieron tus gobiernos desde 1982 hasta 1996 en que el “váyase señor González" de Aznar te dio la patada definitiva? 5.944 indultos, querido Felipe. 5.944 perdones que tu gobierno concedió sin ningún paroxismo ni vergüenza. Entre ellos, quizá el más sonado por lo dolorido, fue el que en diciembre de 1988 concediste al general Alfonso Armada, jefe y “elefante blanco” del golpe de estado de Tejero. Al general Armada le condenaron a veintiséis años por rebelión armada… Sí, porque aquello, querido Felipe, fue un golpe de verdad, con tiros en el Parlamento, tanques en la calle y miedo atroz en la población. Es posible que te olvides porque debajo de tu escaño donde te escondiste el aciago día del 23F, es posible que se te nublara la mente. Indultaste a un golpista militar que nos puso al borde de una dictadura.

Otro indultado, este me coge más cercano, fue a Juan Hormaechea Cazón, condenado por malversación de caudales públicos. Le indultaste tú, querido Felipe. Tu gobierno.

A Jesús Gil y Gil, también le indultaste en 1994. Fue condenado por vender una parcela embargada, y previamente por haber construido un edificio que se derrumbó matando a cincuenta personas. Otro indulto de tu gobierno, querido Felipe.

Tus parranderas incursiones en las cloacas del estado con aquellos experimentos criminales de los GAL, tan criminales como chapuceros, no te tocaron mucho porque eludiste, como buen ladino, con arrogancia, la sospecha de ser el señor X, claro que en un país en donde nunca se supo quién era M. Rajoy, no es extraño no poder despejar la famosa X de una ecuación exacta y percibida por toda la población, amiga o enemiga, menos por los jueces. En eso el poder judicial de entonces no hacía distingos, tanto le daba PP, como Psoe.

Y mientras tus votantes, la gente que te admiraba y los/as militantes hacían de tripas corazón, tú con tus bonsáis, tu bodeguilla y los puros de Fidel, hacías carrera fuera del partido, del gobierno y de los/as que trabajaron a muerte por encumbrarte. Hiciste amigos importantes. Hasta cambiaste de pareja porque los nuevos tiempos requerían rica heredera y no una mujer libre, digna y liberada como Carmen Romero.

Con los años, has perdido los filtros que te mantenían en un decoroso lugar de jarrón (bien pagado, bien untado) chino

Ignoro si cambiaste o fuiste el disimulado que algunos (mal pensados, ellos) apuntan como tapado del capitalismo más abyecto que potenció tu carrera política hasta celebrarla con timbales y clarines, conscientes de tu sumisión al amo. No sabría sacar conclusiones a esta altura, pero todo indica que la segunda opción es la más acertada. Eras lo que eres, pero fuiste un magnífico actor puesto que nos tragamos tus actuaciones hasta que la náusea nos abrió los ojos.

Lo que ocurre es que ahora, con los años, has perdido los filtros que te mantenían en un decoroso lugar de jarrón (bien pagado, bien untado) chino. No te conformaste con las puertas giratorias que a tu salida del gobierno, se te mostraron dispuestas y te niegas a perder protagonismo, quizá porque eres consciente de tus traiciones, de tus mezquindades, de tu pequeñez, y te pasas el día recordando tus triunfos. Que no te engañes, nunca fueron tuyos, fueron de un pueblo que te creyó, de un partido que te siguió como un rebaño casi hasta el despeñadero ideológico y de mucha, pero mucha brega de militantes que jamás mereciste.

Hoy, querido Felipe, te has convertido en una triste pantomima que participa de programas ridículos que atacan a TU partido, a TUS compañeros en el gobierno, y te lleva como si fueras una mera comparsa de entretenimiento que confirma sus sesgos. Te conviertes en el “socialista bueno” “el socialista real” para confirmar el ideario fascistoide y fantasmal de una derecha irredenta y selvática. Precisamente, tu visita a la cloaquita del pelirrojo tuvo que ser el mismo día en que Maricuela moría. La vieja miliciana, fiel socialista hasta el tuétano, dejaba el mundo el día que tu sarcasmo inundaba el Hormiguero. Casi mejor, porque de haberte visto, Maricuela hubiera sufrido porque no entendería la iniquidad, como no entendió el abandono que tú y los de tu quinta sometieron a su gente.

Porque mira que tenías cosas para criticar. Mira que pocas veces en la historia -reñida historia- de este país la derecha ha mostrado una cara más antipática y obscena…Pero no, tú vas al programa del bufón pelirrojo a criticar a los tuyos.

Tú no le llegas a Zapatero ni a la altura del mocasín para que le taches de “tonto” y hagas sarcasmos con su persona

Te diría, como última controversia, que en la vida se puede ser muchas cosas, corrupto, mentiroso, tirano…pero lo peor de lo peor, es ser desleal, traidor a tu gente. Claro que puedes y debes no estar de acuerdo en mucho de lo que se hace en el gobierno, pero la traición y la deslealtad es otra cosa. Las personas críticas, no aborregadas, o se van o si se quedan luchan y bregan por mejorar lo que consideran equivocado. Lo que no hacen es ir al adversario que presta púlpito y circo, a bajunear con sarcasmos repugnantes a tu gente.

Es posible que el poder te cambiara. Es posible que fueras un sincero socialista allá cuando las tardes de tortilla en el campo sevillano. Es posible. Lo que no eras, porque nadie cambia de bueno a malo, es buena gente. La mala baba, querido Felipe, la llevas de serie, porque ser desleal, traidor a tu gente, es de mala condición y con eso se nace.

Tú has gobernado con los votos de Jordi Pujol. Tú has tragado tierra como nadie, has cambiado de chaqueta tantas veces que no podemos ni contarlas. Tú no le llegas a Zapatero ni a la altura del mocasín para que le taches de “tonto” y hagas sarcasmos con su persona, así que entiendo perfectamente que vayas al Hormiguero a zurear con el pelirrojo. Es tu sitio, majo.

Sin más se despide de ti una que te votó, que te lloró y que hoy solo te detesta.

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